El despertar de Europa

Y el acuerdo con EE.UU. llegó. Aunque no conocemos aspectos sustantivos, habemus aranceles: un 15% para las exportaciones europeas y un 0% para las americanas. Resultado esperable, una vez Von der Leyen aceptó que debía reducirse el superávit que tenemos con EE.UU. Su disminución implica, además de aranceles, compras masivas de la UE a EE.UU. los próximos tres años (en material militar y unos 750.000 millones de dólares en gas natural) o nuevas inversiones (600.000 millones. Aunque algunos de estos acuerdos parecen puro deseo (¿quién obligará a las empresas europeas a adquirir gas o invertir en América?), no pueden olvidarse los flecos más que problemáticos que quedan pendientes, potentes palancas en manos de Trump: control de las tecnológicas, impuestos sobre multinacionales, regulaciones sanitarias o aranceles sobre productos farmacéuticos, agrícolas, hierro o acero.

Lastimosamente, desde el primer momento del conflicto, Europa estaba condenada: OTAN, Ucrania y aranceles formaban un todo a negociar del que era imposible escapar indemnes. Y en los tres ámbitos, la humillación europea ha sido absoluta: paganos del 5% de gasto en defensa, en parte en compras a EE.UU.; paganos de las ventas de material militar que América envíe a Ucrania; y, finalmente, paganos de las nuevas relaciones económico-comerciales.

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La Unión Europea cierra un pacto con Estados Unidos y acepta aranceles del 15 %

OTAN, Ucrania y aranceles formaban un todo a negociar del que era imposible salir indemnes

De este marasmo negociador, tiene algo de justicia poética contemplar el clamor francés contra el acuerdo: hace 20 años, Paris rechazó la Constitución europea, oponiéndose a cualquier veleidad de gobierno europeo, y ahora llora por la leche derramada: como tantas otras veces en esta deseada, e inacabada, Europa, el pasado nos atrapa.

La imposición imperial americana muestra que no somos más que un mosaico de intereses políticos, económicos, financieros y comerciales dispares y, más a menudo de lo deseable, contrarios. Las últimas semanas lo han mostrado una vez más: acuerdos Francia-Gran Bretaña y Alemania-Gran Bretaña en defensa, pero nada que se le parezca a una posición común en materia tan sensible.

Reunió entre la presidenta de la Comissió Europea, Ursula von der Leyen, i el president dels Estats Units, Donald Trump, a Escòcia

Reunión entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de EE.UU., Donald Trump, en Escocia

Comissió Europea / ACN

Los optimistas dirán que la UE ha avanzado siempre a trompicones, de crisis en crisis. Lamento no compartir esta visión: hace ya muchos años que la unión política europea era condición necesaria, no suficiente, para gestar un poder europeo autónomo. La incapacidad para avanzar en esa dirección nos ha situado en el triste presente de estos días: el de una UE incapaz por impotente, que Trump no ha hecho más que poner de relieve.

En este verano del 25, Europa está despertando finalmente de un hermoso sueño: el de la unidad del continente. Porque desde los 90, euro incluido, hemos estado durmiendo. Un sueño que hoy continúa: la Comisión quiere ampliar la UE a los Balcanes, Ucrania y Georgia. Hora es de despertar y afrontar lo que nos espera. Que tengan buenas vacaciones. Las necesitamos.

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