Aceite de oliva con sabor inglés

Uno asocia Inglaterra con los paisajes de Turner y Constable, con pastorales praderas verdes salpicadas de vacas y ovejas, trigales, campos con cultivos de zanahorias, cebada, remolacha, coles, avena y patatas, manzanos y otros árboles frutales, incluso tal vez con viñedos en las regiones más meridionales… Pero en ningún caso con extensiones de olivos como las de Jaén o Córdoba.

¿Aceite de oliva inglés? Parece una broma, pero un productor de Cornualles y otro de Essex han hecho una apuesta muy seria para aprovechar el cambio climático, como ocurre con los vinos y en especial los espumosos, y que botellas del oro líquido que tan caro se ha vuelto en el mercado lleven la etiqueta de made in England .

El deseo de consumir alimentos de proximidad juega a favor de quienes producen aceite inglés

El pionero es el ValleRuan, producido con técnicas tradicionales en la península de Roseland (costa sur de Cornualles), que se cosechó por primera vez el invierno del año pasado y se vende ya –a pequeña escala y en botellas de un cuarto de litro– en un par de delicatessen de esa región del oeste inglés. Su publicidad destaca que “refleja el paisaje costero, y el aire salado del mar le proporciona un sabor delicado, distinto a cualquier otro”.

Los árboles dieron fruto a sus primeras aceitunas (más pequeñas que las mediterráneas por razón del clima, lo mismo que los olivos) en octubre pasado, fueron recogidas a mano una a una y prensadas sin utilización de productos químicos o calor artificial hasta extraer hasta la última gota de aceite.

Los griegos consumen veinte litros al año de aceite de oliva por cabeza, más que nadie

A varios cientos de kilómetros de distancia, en el condado de Essex, otro granjero ha plantado mil trescientos olivos en un paisaje que no tiene nada que ver con el mediterráneo (sus vecinos cultivan peras, fresas y coliflores), confiado en que veranos que cada vez empiezan antes y son más largos permitirán comercializar un aceite que eventualmente reciba la catalogación de extra virgen (la diferencia está en la acidez y la calidad organoléptica, que se refleja en el sabor, olor y aromas).

En el Reino Unido se consumen al año 28 millones de litros de aceite de oliva, y es el décimo mayor importador del mundo (por valor de 506 millones de euros el año pasado, cuatro veces más que hace un par de décadas). Aunque no es un elemento tradicional de la cocina del país, más habituada a la mantequilla y aceites vegetales, ha sido popularizado por los chefs famosos con programas de TV, y los informes médicos que hablan de sus efectos beneficiosos para la salud.

Los productores de Cornualles y Essex han basado su apuesta no sólo en el cambio climático, sino en el deseo de los consumidores de comer y beber alimentos de proximidad, si es posible de la propia región, que no hayan viajado demasiado hasta su mesa. El nacionalismo creciente desde el Brexit ha hecho que el sello made in England tenga un valor añadido en la carne, las frutas y verduras, y quizás en el futuro también en el aceite de oliva. Aunque es probable, como ocurre con los vinos y espumosos, que la relación precio calidad, tratándose de cosechas pequeñas, no sea la misma que la del español, griego o italiano. El elevado coste de la mano de obra en Gran Bretaña, en comparación con otros países, también es un factor a tener en consideración.

Los británicos consumen 28 millones de litros de aceite de oliva al año, cuatro veces más que hace dos décadas

Otro elemento de su comercialización es que las inundaciones y sequías han elevado radicalmente el precio del aceite de oliva de origen mediterráneo (España es el principal productor, seguido de Italia, Grecia, Túnez y Turquía), y su cultivo en Inglaterra eliminaría esas incertidumbres. “Al principio la gente también se reía de la idea de espumosos ingleses, y ahora ganan concursos internacionales y los franceses compran viñedos en East Sussex y Kent”, dice Albert Nichols, un analista del mercado agrícola.

El clima mediterráneo es considerado el ideal para los olivos por ser seco durante el verano y húmedo en el invierno, pero fríos y calores extremos (por debajo de los siete grados o por encima de los cuarenta) no les sientan bien. Para que una plantación sea comercialmente viable necesita además un mínimo de 500 mililitros de lluvia al año.

Se cree que el hombre empezó a usar aceite de oliva hace más de seis mil años en el Asia Menor, y hoy se consumen tres millones de toneladas al año. Ver olivares en Inglaterra será al menos una curiosidad.

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