La cumbre de Alaska entre Donald Trump y Vladímir Putin ha dejado una resaca extraña en Europa, que no había sido invitada a la cita pese a que en ella se podía decidir su futuro.
La reunión del presidente estadounidense con su homólogo ruso no terminó con la encerrona que muchos temían, pero tampoco sirvió para clarificar el futuro de la guerra de Ucrania. Así pues, la sensación hoy es ambivalente: el alivio convive con la incertidumbre.
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, ha sido quizás la dirigente europea más explícita en ese sentido: en una entrevista en la televisión pública de su país, ha dicho que, tras la cumbre de ayer, la situación era “al menos tan incierta como siempre”. “No hubo alto el fuego ni acuerdo”, ha lamentado la mandataria socialdemócrata. La alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, la estonia Kaja Kallas, conocida por su línea dura contra Moscú, también ha dejado traslucir su decepción: “La cruda realidad es que Rusia no tiene intención de poner fin a esta guerra en un futuro próximo”, ha afirmado.
Ante este panorama, Europa de momento parece decidida a aferrarse a su guion habitual. Es decir: cerrar filas con Ucrania, reclamar una solución al conflicto que ofrezca garantías de seguridad para el continente y amenazar con más sanciones a Rusia si la guerra continúa. Todas estas demandas –ya expresadas el miércoles pasado en un documento firmado por todos los socios de la UE con la excepción de Hungría– han quedado plasmadas en la declaración conjunta que los principales líderes europeos han emitido esta mañana para valorar el resultado de la cumbre de Alaska. Un texto que consensuaron después de que Trump mantuviera con ellos una breve reunión virtual para informarles de cómo había ido su cita con Putin.
Comunicado conjunto
Lo líderes europeos subrayan que se debe respetar la soberanía ucraniana
Firmada por el presidente francés, Emmanuel Macron; el canciller alemán, Friedrich Merz; el primer ministro británico, Keir Starmer; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; el presidente finlandés, Alexander Stubb; el primer ministro polaco, Donald Tusk; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; y el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa; la declaración incide en la necesidad de llegar a un acuerdo de paz que proteja “los intereses de seguridad vitales de Ucrania y de Europa” y reclama garantías “sólidas” para defender la soberanía e integridad territorial ucranianas. “Las fronteras internacionales no deben modificarse por la fuerza”, recalca el comunicado, que también subraya que Rusia no puede tener capacidad para vetar la entrada de Ucrania en la UE y la OTAN.

Asimismo, los mandatarios europeos expresan su voluntad de mantener la presión sobre Moscú mientras dure la contienda. “Seguiremos reforzando las sanciones y las medidas económicas más amplias para presionar la economía de guerra rusa”, señalan los firmantes del texto, quienes manifiestan su “solidaridad inquebrantable” con Ucrania.
Más allá de este apoyo incondicional a Kyiv, los signatarios de la declaración agradecen los esfuerzos del presidente estadounidense para “lograr una paz justa y duradera”, y muestran su disposición a colaborar para que se pueda celebrar una cumbre trilateral entre Trump, Putin y Zelenski.
Movimiento diplomático
Macron convoca para mañana una reunión de la Coalición de Voluntarios
En un intento de demostrar que Europa debe tener un papel importante en las negociaciones de paz, Macron ha convocado para mañana una reunión virtual de la llamada Coalición de Voluntarios, el grupo que incluye a una treintena de países que apoyan a Ucrania –entre ellos España–. Este encuentro tendrá lugar en vísperas del viaje a Washington de Zelenski y, según el presidente francés, tiene que servir para lograr avances “concretos” en aspectos clave como las garantías de seguridad para Kyiv. Respecto a este punto, Meloni ha dicho hoy que Trump estaría de acuerdo con que Ucrania pueda contar con un mecanismo de defensa colectiva similar al que ofrece el artículo 5 de la OTAN, sin que ello implique su incorporación formal la Alianza Atlántica, una de las líneas rojas trazadas por Moscú.
Independientemente de lo que se pacte en la reunión de mañana, hay una certeza: Europa todavía va a remolque de EE.UU.