
Hace muchísimos años, yo acababa de volver de hacer mi doctorado en la Universidad de Harvard, un programa que dura entre tres y cuatro años, y una empresa cuyo presidente había hecho un programa en el IESE me pidió que me incorporarse a su consejo de administración. Yo le dije que nunca había estado en un consejo, aunque en Harvard había acompañado al profesor que era mi jefe más importante a alguno de los consejos en los que participaba.
Me incorporé al consejo de la empresa española y en mi primera asistencia fui presentado muy bien por el director general. Me habían dado unos días antes un notable conjunto de datos sobre la marcha de la empresa: su balance y su cuenta de resultados, las dos cuentas correspondientes al año anterior, y unos pequeños resúmenes de cosas que se discutirían en la reunión.
La primera experiencia en un consejo de administración fue la peor que he vivido
Tras mi presentación, un consejero hizo referencia a un partido de fútbol del FC Barcelona con otro equipo español. Otro consejero le respondió con un cierto desacuerdo con lo que había dicho el primer consejero que intervino y a continuación siguieron las intervenciones relacionadas con la Liga de fútbol. Yo estaba horrorizado. Por un lado, soy poco experto en fútbol, pero por otro lado no entendía que pasase eso en una reunión a la que habían venido de Madrid un par de consejeros y otro que era español pero vivía en París. Los demás residían en Barcelona, aunque uno era alemán. En total éramos ocho consejeros, dos de los cuales eran el director general y el director contable y financiero de la empresa.
Tras un par de horas hablando de fútbol y de política, el director general dijo: “Pasemos a nuestra empresa”. Pero uno de los directivos dijo: “Os informaré brevemente de un cambio importante en nuestro sector”; y explicó que se había enterado de que una importante multinacional del sector estaba hablando con una empresa española de poca dimensión, del sector, y que podía ser una forma de que ese competidor creciese notablemente en España si adquiría aquella empresa.
Finalmente, se empezó a hablar de la situación de la empresa por parte del director general apoyándose en el balance y la cuenta de explotación, pero eran las 14.00 horas y entró su secretaria sugiriendo desplazarse a una sala próxima donde se había organizado la comida. Todos nos levantamos, nos fuimos a la sala de al lado y nos sentamos alrededor de una mesa bastante grande. Todos agradecían al director general su amabilidad organizando un almuerzo cómodo. Entró un camarero que mencionó un par de alternativas y cada uno sugirió la suya. Un consejero mencionó que en otro consejo en el que estaba la sesión empezaba con un almuerzo y luego seguía durante la tarde. Otro consejero explicó que era mejor lo contrario.
Yo quedé muy sorprendido de aquel consejo y decidí no seguir en él, pero esa primera experiencia ha sido la peor que he vivido y, en general, estar en consejos ha sido para mí una forma excelente de aprender gestión empresarial y de ayudar desde allí a un buen desarrollo de la empresa.