Las ‘big tech’, al asalto de la ley digital de Europa de la mano de Washington

La toma de posesión de Donald Trump en enero dejó una foto para la historia: los principales magnates de las big tech presentaban los respetos al nuevo presidente del Gobierno estadounidense. Siete meses después, la relación entre Silicon Valley y el nuevo inquilino de la Casa Blanca se ha consolidado –a excepción del portazo dado por Elon Musk– para gran beneficio de estas multinacionales. Prueba de ello es la última arremetida diplomática de la Administración Trump para doblegar la ley de Servicios Digitales (DSA) de la Unión Europea, que, según Washington, impone costes a las empresas tecnológicas estadounidenses.

El Gobierno Trump ha dado instrucciones a sus diplomáticos para que lancen una campaña de lobby en contra de la normativa, según publicó Reuters a principios de mes. En un mensaje firmado por el secretario de Estado, Marco Rubio, se decía que la UE estaba aplicando restricciones “indebidas” a la libertad de expresión en sus esfuerzos por combatir el discurso de odio y la desinformación. De esta forma, se instaba a los diplomáticos a centrar sus esfuerzos en “conseguir el apoyo del gobierno anfitrión y de otras partes interesadas para derogar o modificar la DSA o las leyes nacionales o de la UE relacionadas que restringen la expresión en línea”.

Las tecnológicas estadounidenses presentan resultados récord en los últimos meses

Las normativas digitales de la Unión Europea son un dolor de cabeza para las big tech . La ley de Servicios Digitales, por ejemplo, ha permitido a la Comisión Europea (CE) abrir un expediente a X, propiedad del caído en desgracia Musk, en ámbitos relacionados con la gestión de riesgos, la moderación de contenidos, las interfaces engañosas, la transparencia de la publicidad y el acceso de los investigadores a los datos. En el pasado, otras normativas han dado la posibilidad a Bruselas de imponer grandes sanciones, como los 787 millones de euros a Meta por prácticas abusivas que benefician a Facebook Marketplace, la sanción de 2.400 millones a Google por abusar de su posición dominante, o los más recientes 500 millones de sanción a Apple por incumplimiento de la ley de Servicios Digitales.

Las tecnológicas viven con Trump una etapa dulce, más allá de la presión que el presidente de EE.UU. ejerce sobre el sector de los semiconductores. Estas compañías se están viendo beneficiadas de una menor regulación en el sector y de varios contratos públicos, muchos de ellos vinculados a defensa y seguridad. Paradigmático es el caso de Palantir, empresa fundada y presidida por Peter Thiel, que a principios de mes firmó un contrato de 10.000 millones de dólares con el ejército para gestionar software y datos, incluyendo inteligencia artificial.

Las normativas de la UE son un problema para el desarrollo del negocio de estas multinacionales

Los resultados que estas empresas presentaron en julio son una muestra de que la Administración Trump ha creado un contexto para que ganen dinero a espuertas. Amazon disparó las ganancias casi un 50%, hasta los 35.291 millones de dólares; Meta lo hizo un 35% más, hasta los 30.557 millones; Microsoft elevo el beneficio un 15,5% en su año fiscal, hasta los 88.965 millones de dólares; Alphabet cerró el primer semestre con un beneficio neto de 62.736 millones de dólares, lo que representa un avance del 32,7%, o Apple se anotó un beneficio neto récord de 84.544 millones de dólares, un 7% más, en los primeros nueve meses de su ejercicio fiscal.

Donald Trump no tuvo el apoyo de Silicon Valley ni en las elecciones del 2016 ni en las del 2020. De hecho, el empresario y político tuvo durante muchos años al sector tecnológico como un rival con quien pasar cuentas. Todo eso ha cambiado. El acercamiento entre el poder político y económico actual parece augurar que la relación de simbiosis entre ambas partes tiene todavía mucho recorrido. Aunque, con Trump, no hay nada que se pueda dar por sentando.

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