
En juego estaba la respuesta a la cuestión ¿sí o no al recorte de los tipos de interés? Todas las miradas recayeron sobre Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed) en su discurso de Jackson Hole (Wyoming), bajo la presión de la evolución económica y por el acoso constante de Donald Trump para que promueva el tijeretazo del precio del dinero.
En su discurso de 21 minutos, Powell por fin reabrió la puerta a los recortes de los tipos de interés. Si bien no marcó un calendario, los analistas dedujeron que la próxima reunión de septiembre emerge como el momento oportuno al destacar las vulnerabilidades del mercado laboral e incluso cuando la inflación se acelera.
“Con una política monetaria restrictiva, las perspectivas de base y el equilibro cambiante de riesgos pueden justificar un ajuste de nuestra postura política”, subrayó. “El equilibrio de riesgos parece estar cambiando”, reiteró.
Esa era sin duda la respuesta que quería escuchar Wall Street, Los tres principales índices se dispararon en cuanto se conoció la disposición de Powell a romper la uniformidad establecida desde enero y marcar el terreno para iniciar pronto los recortes.
El líder del banco central estadounidense lo justificó por “los cambios radicales” en las políticas fiscales, comerciales y de inmigración. Estos riegos económicos han agudizado el balance de la Reserva Federal entre sus dos objetivos, el empleo y la estabilidad de precios.
Mientras que subrayó que el mercado laboral todavía conserva un nivel aceptable y la economía ha demostrado su resiliencia, remarcó sin embargo que los peligros de ir a la baja están aumentando.
Powell recalcó la reciente desaceleración del crecimiento mensual del empleo, pero se cuestionó si se debía a una contracción de la demanda de las empresas o una reducción en la oferta de trabajadores como resultado de la represión de Trump a a inmigración.
“Esta situación inusual sugiere que los riesgos a la del empleo van al alza”, afirmó. “Si todos estos riesgos se materializan, pueden rápidamente traducirse en forma de numerosos despidos y el incremento del paro”, precisó.
A su vez, los aranceles, que ya se empiezan a sentir y serán acumulativos, están causando riesgos de que suba la inflación y se llegue a un escenario de estanflación, una situación compleja que combina tres factores: un estancamiento económico (bajo crecimiento y alto desempleo), una inflación alta (aumento generalizado de precios) y un creciente desempleo.
Con los tipos de interés de referencia un punto porcentual por debajo de donde estaban cuando Powell intervino hace un año en este simposio, y con un índice de desempleo todavía bajo, “las condiciones nos permiten proceder con cautela en tanto consideramos nuestra postura”, afirmó.
Lo que está en juego, como reconoció, es el sentimiento a corto plazo de los mercados financieros, la trayectoria a largo plazo de la política monetaria de la Reserva Federal y vestigios no insignificantes de independencia cuando la institución normalmente sacrosanta se enfrenta a una enorme presión política.
La comparecencia de Powell, la última en el cónclave anual del banco central que se celebra en Jackson Hole (Wyoming) puesto que su mandato acaba en mayo, se produjo en un momento de incertidumbre, bajo un ataque sin cuartel del presidente Donald Trump, no solo retórico en esta ocasión, para que rebaje los tipos de interés.
El mandatario estadounidense ha flotado la idea de presentar una demanda contra el economista que él eligió en el 2018 para comandar la Fed por el sobre coste de la reforma del edificio de la institución.
Pero, además, también ha apoyado que se actúe penalmente contra una de las gobernadoras, Lisa Cook, por lo general alineada con las tesis de Powell de ver y esperar que impacto tienen los aranceles dictados por la guerra comercial desatada por la Casa Blanca.
Si mostrar prueba alguna, Bill Pulte, director de la Agencia Federal de Financiación de Vivienda (FHFA), difundió en las redes sociales que Cook había cometido una estafa por fraude hipotecario. Trump recogió el guante de inmediato. La gobernadora replicó que no pensaba ceder a un chantaje injustificado. Trump insistió este viernes: “La despediré si no presenta la dimisión”.
Powell, que pese al continuo asedio y los insultos que reitera Trump a la mínima ocasión, que ve en él el enemigo de su gran proyecto económico, siempre ha mantenido la calma e incluso, sin perder los papeles, se atrevió a corregir los datos de gasto manipulados que presidente sacó sobre la reforma al hacer una visita conjunta a las obras de los cuarteles de la Fed.
El máximo dirigente del banco central y sus colegas se encuentran en un verdadero laberinto, como aceptó Powell en su discurso. En este momento, a la espera de la reunión de septiembre, afrontan la gran apuesta en la economía estadounidense. Han de decidir cual de los dos significativos riesgos priorizan, la baja y estable inflación, ahora que repunta, o el mercado laboral, en el que se detectan signos de debilidad.
La inflación todavía está muy alta (2,9%) en relación al objetivo del 2%, mientras todo indica que va para arriba tras los primeros efectos de los gravámenes. La creación de empleo también se muestra frágil cuando las nuevas ocupaciones prácticamente se frenaron este verano.
Según los expertos, si la Fed pone más peso en la amenaza rampante de la presión de los precios y mantiene los tipos de interés (están al 4,25%-4,50%), esto podría aumentar las probabilidades de una recesión económica. Si en lugar de esa decisión acuerda apuntalar el mercado laboral reiniciando el recorte de los tipos, esta iniciativa tiene todos lo números de disparar la inflación.