Sin novedad, señora baronesa

Entretenidos con la posible tregua en Ucrania, los mercados parecen haber entrado en una suerte de sopor estival. Incluso los cambios fiscales de la Big Beatiful Bill (BBB) no desencadenaron tensiones en unos mercados, los de deuda, que habían colapsado en abril tras el anuncio de los aranceles recíprocos. Hoy parecería que nunca sucedió nada. Y no es que lo aprobado en la BBB fuera menor. Devienen permanentes los recortes del 2017 a las rentas más altas, se añaden nuevas deducciones empresariales (por gastos de producción, inversión, investigación o intereses de la deuda), se aumenta el gasto en defensa o se redistribuye los créditos fiscales a la energía (mantenimiento para la hidroeléctrica o nuclear y retirada para la eólica o solar). Las reducciones de ingresos y los aumentos de gasto se financiarían, entre otras medidas, con recortes en los programas de asistencia federal de alimentos y el Medicaid (sanidad para los más pobres); unos recortes sociales que, en opinión del organismo que evalúa sus impactos la próxima década (el Congress Budget Office, CBO), serían insuficientes como para frenar el déficit (hacia el 7% del PIB) y la deuda (3,5 billones de dólares adicionales, hacia el 125% del PIB en el 2035).

Bajan los tipos de interés de los bonos de EE.UU., reflejo de que el privilegio del dólar continúa

Pero los mercados, impertérritos: los tipos de interés de los bonos del Tesoro a 10 años se han reducido (del 4,43% de finales de mayo al 4,33% de hoy), al igual que aquellos a 30 años (en el 4,9% esta semana), reflejando que el exorbitante privilegio del dólar continúa: según las Financial Accounts , entre febrero y junio del 2025, los bonos del Tesoro de EE.UU. en manos de extranjeros aumentaron desde los 8,898 billones (europeos) de dólares a los 9,127 billones. Ello sumado a los ingresos arancelarios (77.000 millones del 2024 y 108.000 millones el primer semestre del 2025) y la resistencia de la economía han permitido a Standard&Poors’ mantener la calificación crediticia de la deuda de EE.UU. Mientras, las bolsas, también en fase eufórica, continúan en máximos, confiando en escenarios de deuda y crecimiento más positivos: el CBO estima que si la productividad creciera 0,5 puntos más (¿por la IA?), la deuda pública se estabilizaría en el 113% del PIB en el 2055. Esta es también la narrativa del Council of Economic Advisers de Trump, que postula notables aumentos del PIB merced a a desregulación y la extensión de la inteligencia artificial.

El espanto inicial de los aranceles y de los recortes de impuestos ha dado paso a una nueva situación más calmada, aunque ésta nada dice de las corrientes de fondo. Quizás Trump tenga razón y sus déficits, endeudamiento y aranceles vayan a generar una nueva ola de prosperidad en EE.UU. Quizás no sea así. En el ínterin, a la espera del incierto futuro, los mercados se mantienen en sus trece: no hay novedad, señora baronesa, no hay novedad.

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