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uestro posicionamiento en espacios públicos es prohibir el burka [velo integral que cubre el cuerpo con la excepción de una tela de rejilla en los ojos] y el niqab [prenda que solo deja libre la vista]. Toda aquella vestimenta que atente contra la dignidad de la mujer o contra la seguridad en espacios públicos debe de ser prohibida en nuestro país”. Estas palabras son del presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, en una entrevista reciente con Europa Press.
Hacía años que el debate sobre el velo islámico parecía aparcado. Sin embargo, las declaraciones del líder popular son un claro síntoma de que se ha reabierto el melón. Esta es una cuestión cuya génesis se remonta tres lustros atrás. Es un debate que se dio en varios ayuntamientos, diputaciones y consejos comarcales catalanes, algo que se acabó extendiendo a instituciones estatales. En España no hay ninguna regulación al respecto.
Lleida abrió la veda el 28 de mayo del 2010. La expectación en la Paeria era insólita, con medios de comunicación de toda España. La ciudad leridana, con los votos del PSC, CiU y PP, se convertía en la primera del Estado en prohibir el burka y el niqab en las instalaciones municipales.
Las autoridades lo justificaron bajo argumentos de seguridad e igualdad, sosteniendo que estos ropajes “invisibilizan” a la mujer. Pese a que en ese momento la Generalitat cifró en seis los casos de uso de estos velos integrales, la cuestión caló hasta tal punto que se propagó en otras 16 localidades catalanas, que promovieron ordenanzas en la misma dirección.
Tras años sin hacer mención, el PP incluyó en su ponencia su rechazo al velo integral en espacios públicos
Y la mecha prendió: el precedente de Lleida traspasó las administraciones catalanas. El PP de Alícia Sánchez-Camacho llevó la desautorización del burka y el niqab al Senado. Además, el entonces ministro de Justicia, Francisco Caamaño, se abrió a regularlo a través de la ley de Libertad Religiosa. Unos días después, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega enfrió el asunto.
La discusión amainó, y el Supremo lo dejó todo en un brindis al sol cuando anuló en el 2013 la prohibición del burka en Lleida. El Alto Tribunal exponía que un Consistorio no es competente para limitar el derecho a la libertad religiosa.
Pese al jarrón de agua fría, varias fuerzas catalanas (CiU, PSC, PP y Cs) se conjuraron meses después en el Parlament –con una moción de los convergentes– para que el Govern legislara y vetara el velo integral en edificios públicos.
Han transcurrido doce años y en Catalunya ha aflorado de nuevo el debate. La presencia de dos fuerzas de extrema derecha –enfrascadas en una cruzada contra el islam– y la competencia que son para el PP o Junts ha empujado a esos dos partidos a moverse. Toda vez que han fijado posición estudian iniciativas al respecto.
En marzo, como explicó La Vanguardia, el líder de los populares catalanes Alejandro Fernández se reunió con Sonia Sierra (exdiputada de Cs), que promueve la prohibición del hiyab –el pañuelo que cubre la cabeza y el cuello– en las escuelas. Unos días después, el concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, Daniel Sirera, defendía modificar la ordenanza de civismo para prohibir el hiyab y el burka en colegios y centros de salud.
Antes del parón veraniego, el Parlament debatió dos mociones sobre esta cuestión
Tras ello, Aliança Catalana planteó en mayo en la Cámara catalana el veto a cualquier velo islámico en espacios públicos por ser “la bandera del fundamentalismo y la misoginia”. La moción naufragó. Solo contó con el respaldo de Vox, y el PP apoyó algunos puntos, como impedir el velo a menores en espacios o centros públicos.
Aunque era una propuesta condenada al fracaso, JxCat aprovechó para fijar posición sobre dicha cuestión. Los posconvergentes, que no votaron favorablemente al texto de AC por “destilar odio”, abogan por censurar cualquier velo islámico en los centros educativos y son contrarios al burka y niqab en el espacio público. Lo defienden por razones de no discriminación y seguridad.
Además de Aliança, Vox registró en junio otra moción al respecto en el Parlament. Iban más allá y extendían la prohibición a “cualquier atuendo o vestimenta islámica”. El PP se abstuvo y les recriminó llegar a ese extremo.
En el resto del Estado, los ultranacionalistas de Vox han presentado iniciativas en esta dirección en varios parlamentos autonómicos, como Andalucía o Baleares; y registraron una proposición no de ley en el Congreso, que se debatirá en el arranque del nuevo curso.
Cabe añadir que el Partido Popular incluyó en la ponencia política de su último congreso una mención a este tema. En ella muestra su disconformidad con el uso del burka y el niqab. No obstante, el posicionamiento definitivo lo ha fijado Feijóo con sus declaraciones.
Lleida fue la primera ciudad del Estado en prohibir el burka y el niqab en instalaciones municipales
La regulación del uso del velo está, otra vez, en el candelero.