

“Somos el resultado de lo vivido”, explica el subinspector de Bombers de la Generalitat, Ferran Garcia. Y de lo sufrido. En el 2011 se constituyó en Catalunya la Fundació Pau Costa, dedicada en cuerpo y alma a la prevención y gestión de incendios forestales desde la perspectiva de la ecología del fuego.
La entidad lleva el nombre de Pau Costa Alcubierre, uno de los bomberos catalanes que, junto a Jaume Arpa, Jordi Moré, Ramon Espinet y David Duaigües murieron en el incendio forestal de Horta de Sant Joan, el 24 de julio del 2009. Una tragedia humana que ayudó a dimensionar desde la administración catalana la gestión de la nueva generación de incendios que se han cebado sin compasión con Galicia, Castilla y León y Extremadura, con cuatro muertos. Catalunya tampoco se ha librado este verano de esa voracidad, y el 1 de julio dos personas murieron en el incendio de Torrefeta i Florejacs,
La idea de la fundación partió de un grupo de analistas del Grupo de Apoyo de Actuaciones Forestales (GRAF), considerados la élite que no solo apagan, también estudian y analizan. Allí estaba Pau Costa, liderando un proyecto que se ha convertido en un espacio de conocimiento, referente a nivel mundial.
Ese liderazgo de los bomberos catalanes se ha vuelto a poner en evidencia estos días, en los que han compartido y puesto a disposición del resto de servicios el conocimiento y la técnica.
Hay denominadores comunes en cualquier rincón de España, pero también notables diferencias condicionadas por el modelo de gestión de extinción de cada comunidad autónoma, de los medios y del dinero invertido.
Un consejero de Castilla y León dijo que era absurdo tener contratados bomberos forestales todo el año
Ante un mismo objetivo el de sofocar un incendio, ni los medios, ni los modelos ni las estrategias coinciden, como ha quedado en evidencia en estos incendios que han superado la capacidad de extinción. El problema es que estos fuegos ya no son una excepción: a medio plazo, serán la norma.
Catalunya dispone de un cuerpo profesional que supera los 2.900 hombres y mujeres, con formación polivalente y que lo mismo te ataca un fuego urbano que uno forestal, y que en verano cuenta con un refuerzo de otro medio millar. A ellos hay que sumar la red de voluntarios apegados al territorio que se organizan en las Agrupacions de Defensa Forestal y el cuerpo de Agents Rurals integrado por más de seiscientos profesionales.
Con la excepción del cuerpo de refuerzo de verano, todos ellos están preparados los 365 días del año para responder a una emergencia, algo que no ocurre en los cuerpos de agentes forestales de otras comunidades que optan por contratar brigadas que, por ejemplo en el caso de Castilla y León trabajan sólo de junio a octubre según se puede leer en el plan forestal publicado este año. En Madrid y Extremadura el modelo es muy similar. El número de efectivos crece en función del riesgo previsto la temporada.
Galicia, que cuenta con una plantilla de tres mil agentes y también Andalucía tienen equipos algo más consolidados y profesionalizados pero lejos todavía del modelo que representa la Unidad Militar de Emergencias, las Brigadas Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica y los servicios de extinción de Catalunya.
En el pavoroso incendio de la Jarilla, en Extremadura, una maniobra de contención clave fue cerrar el paso en su flanco derecho y eso lo hicieron los bomberos catalanes. También ellos recibieron el encargo de coordinar el tráfico de bombarderos aéreos de diversas nacionalidades en uno de los incendios de Galicia.
Las comunidades deben aplicar la Ley Básica del Bombero Forestal antes de noviembre
“Este modelo no se improvisó en dos días. Llegó tras los grandes incendios que empezamos a padecer en los 90. Forzados además por esa vinculación estrecha y sentimental que existe con el territorio, la administración tuvo que priorizar y destinar recursos”, apunta un responsable de Bombers.
Ahí nacieron los GRAF y la inversión en una tecnología y una ciencia que tienen como punta de lanza a un referente mundial, el inspector Marc Castellnou, al que se literalmente se rifan los países más perjudicados por los incendios y que lleva años advirtiendo de la necesidad de una reorganización del modelo.
Conviene detenerse un segundo antes de avanzar en el debate de los medios. Hasta hace cuatro días, en Galicia o en Castilla y León los incendios se sofocaban por la noche, cuando las condiciones climatológicas daban una tregua. Era impensable que un fuego se eternizara días con temperaturas nocturnas tropicales. De ahí que hasta ahora, advierten los expertos, las administraciones menos concienciadas con las consecuencias previsibles del cambio climático, han parcheado la temporada de riesgo con un modelo de gestión de mínimos “flexible”. Esa nueva realidad, asegura el coordinador estatal de agentes medioambientales de CCOO, Jorge Nieto, les ha estallado en la cara.
Este modelo esta caracterizado por la precariedad laboral, la sujeción a las normas del mercado y una organización del trabajo que lleva a los peones –este es el término empleado en algunos de los planes de extinción– a hacer jornadas de 17 horas y en los que la logística brilla por su ausencia.
La precariedad más flagrante se ha vivido en Castilla y León con un modelo de privatización de cerca del 40% del personal de extinción repartidos en una treintena de empresas privadas que no están fiscalizadas y se permiten contratar a un personal al que no exigen ni formación ni preparación.
Lo aprendido en estos días es que se necesita ampliar y flexibilizar el marco de cooperación
“He visto a gente en primera línea de fuego con más ganas que conocimiento, exhaustos y cobrando pluses de peligrosidad de apenas tres euros la hora”, comparte un bombero.
El alcalde de Cisterna, en León, ya denunció la contratación, por parte de una de esas empresas que trabajan para la Junta, de cinco operarios a los que no se les exigía ni conocimiento ni experiencia. La oferta se publicó en el portal Infojobs. “Las condiciones son tercermundistas y deplorables”, denuncia CCOO.
En noviembre del año pasado el Congreso de los Diputados aprobó la Ley Básica del Bombero Forestal con la abstención del Vox y PP. Esta ley obligará a las comunidades a reformular su modelo frente a quines, como el consejero de Medio Ambiente de Castilla y León, Juan Carlos Suárez-Quiñones, consideró tiempo atrás, que tener contratados todo el año a los bomberos forestales era un absurdo. En noviembre, todos los gobiernos autonómicos deberían trasponer a sus comunidades el contenido de la ley a sus propias normativas.
Tal vez, tras el desastre de este verano lo hagan. Pero los expertos advierten de que ninguna comunidad autónoma tiene ni tendrá capacidad para extinguir por si sola la nueva generación de incendios.
Lo explica gráficamente el subinspector Ferran García de Bombers. “Ya puedes poner todo el personal que quieras y bombardear con agua; con determinados vientos, porcentajes de humedad y temperaturas hay fuegos que solo se apagan cuando el incendio te da la oportunidad de hacerlo”. Y ahí entra la ciencia, ese análisis que permite avanzarse al comportamiento del incendio para saber con antelación dónde tendrás la opción de atacarlo. No hay otra.
Catalunya cambió a un modelo profesional y científico tras los graves incendios de l año 2009
Los responsables de la delegación catalana desplazada a Jarilla están elaborando un informe para sus superiores políticos en los que recogen los aprendizajes de estos días en Extremadura con propuestas de cara a un futuro que está a la vuelta de la esquina.
Un modelo que pasa por una absoluta coordinación y en una ágil movilización y traslado de recursos pactada entre técnicos, mucho más rápida, al margen de las burocracias y las discusiones competenciales.
“Los bomberos nos entendemos entre nosotros. Hablamos el mismo idioma. La gran lección de estos días que debemos trasladar a los políticos y a la sociedad es la de que se necesita ampliar y flexibilizar el marco de cooperación”, insiste el subinspector.
Los expertos aseguran que ese nuevo marco de cooperación e intercambio de conocimiento que como las emergencias tampoco conoce de fronteras, debe ser a nivel europeo. “Hemos aprendido muchísimo estos días. Y que nadie dude de que este año nos hemos librado pero el que viene o el siguiente, los sufriremos en Catalunya y pese a nuestro potencial, también necesitaremos toda la cooperación y ayuda”, advierte el subinspector Ferran Garcia.