Víctor Terradellas, de Catalunya al mundo

En la cima de una montaña, con la camisa de la Jove de Valls o explicando en la universidad la situación de Catalunya en el mundo actual, siempre te acompañaba tu sonrisa socarrona y traviesa, a punto de emprender una nueva batalla.

Un hombre del Renacimiento en una época de demasiada política vaticana y poco compromiso personal, tú me mostraste que la amistad es para siempre y los sueños no son nada si no tratas de hacerlos reales.

Amigo de las causas perdidas, te llamaba Victu , pero tú no desfallecías nunca en tu voluntad y allí donde te escuchaban dibujabas como nadie qué Catalunya querías para nuestros hijos, por supuesto, siempre libre. De trayectoria enciclopédica, cooperante, político, activista, empresario, marido y, sobre todo, padre. Pau y Oriol seguro que han aprendido de ti a luchar por aquello que quieren.

Y Judit, tu compañera de viaje, siempre a punto para seguirte por todas partes, o entrando un camión con medicamentos a Chechenia o haciendo un campamento de refugiados en Afganistán. No te entenderíamos sin ella.

El país pierde a un librepensador, el jabalí de Reus (de Reus-Reus) capaz de mantener una discusión desde el desayuno y hasta el Macallan, después de cenar. El hombre de los mil contactos internacionales y con la capacidad de explicar Catalunya desde Nepal hasta las oficinas de Nueva York. Pero yo te recordaré siempre con tu traje, explicando en la UB la realidad compleja del mundo que nos ha tocado vivir.

El hombre de los mil contactos internacionales y con capacidad de explicar Catalunya donde fuera

Y ahora estabas en el Mas, para empezar una vez más, como tantas veces habías hecho, del Montsant al mundo, volviendo a tejer complicidades de todo tipo para tu obsesión vital, Catalunya.

Y ya ves, Victu, han pasado los años y tú y yo estamos aquí, como al principio, donde todo está por hacer y todo es posible. Pero sin ti todo es un poco menos posible, todo será más confuso y difícil de llevar. La vida ahora mismo se me hace bola porque ya no tengo tus llamadas para responder.

Victu , tu legado no es de los que se recoge en un libro que acumule el polvo, sino que es de los que dejan huella en
el corazón, de los que hacen encoger el alma con el recuerdo y hacen sonreír en una mesa cuando hablamos de aquello vivido.

Dirán que eras un patriota, un terco, una fuerza de la naturaleza a veces imparable, pero yo te recordaré siempre como los brazos que me recogían cuando caía, los besos que me reconfortaban cuando se me hacía oscuro y las palabras tiernas cuando yo no era capaz de escuchar.

Te vas antes de hora, habiendo vivido lo que mucha gente no viviría en mil vidas. Vuela alto, Victu, y cuando llegues allí donde vayan las almas buenas como la tuya, recuerda que juntos soñamos, lloramos y nos reímos en la piel de un país que más temprano que tarde se elevará hasta la libertad. Has mantenido dentro mío la llama de una Catalunya libre cuando yo la quería apagar.

Hasta que nos volvamos a encontrar, amigo, atraviesa el mar de la calma, que los tuyos seguimos aquí de pie.

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