
Me cuentan que en los mítines de Pedro Sánchez se suelen reservar las primeras filas para sentar a los jóvenes. El objetivo es que las cámaras le graben rodeado de las nuevas generaciones que representan el futuro de España, si bien la realidad es otra muy distinta, porque la mayor parte de los asistentes a sus convocatorias son jubilados o veteranos. Se trata de una técnica que ya se utilizaba en los años de la transición democrática entre los partidos de la derecha franquista. Pero las cosas ahora han cambiado.
En las últimas décadas ha habido un vuelco. Durante mucho tiempo, España ha sido y sigue siendo uno de los países con menor tasa de fecundidad del mundo, lo que ha producido una fuente de envejecimiento de su población. Actualmente, el 25% del censo electoral son jubilados, unos 9,3 millones de personas, que además son los menos abstencionistas, por lo que se han convertido en votantes muy golosos para los partidos políticos que quieren ganar las próximas elecciones.
Los estudios indican que el 31% de los mayores de 65 años vota al PSOE
Los estudios demoscópicos indican que el 31% de los mayores de 65 años votan al PSOE, y solo el 16% opta por el Partido Popular, lo contrario de lo que ocurría cuando gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero, entre el 2004 y el 2011. Esto se debe fundamentalmente a la generosa política desarrollada por el Gobierno de Pedro Sánchez con los jubilados.
La revalorización automática de las pensiones con el IPC, las subvenciones de todo tipo dirigidas a los mayores y la política mediática dirigida desde la Moncloa han dado sus frutos. Tal es así que desde los ámbitos cercanos a los socialistas ya se ha empezado a lanzar la idea de que solo si gana el PSOE los jubilados podrán seguir manteniendo su poder de compra. Por el contrario, se dice que, si gana el PP, volverá a aplicar la ley que limita las prestaciones al 2%, como hizo el gobierno de Mariano Rajoy, que ha sido el único que recortó las prestaciones de la Seguridad Social.
Se trata de una verdad a medias. Es cierto que el Gobierno del PP, para hacer frente a la grave crisis financiera del 2008l aprobó una ley para recortar todos los gastos públicos. La situación de quiebra dejada por el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero obligó a imponer una estricta austeridad para superar la recesión. Eran los años del “austericidio”, como los bautizó la izquierda, y cuyo fantasma sigue blandiendo. Pero todo hay que decirlo. A pesar de los recortes, los jubilados apenas sufrieron una disminución de sus prestaciones porque el PP no se atrevió a aplicar la reforma de las pensiones que había aprobado gracias a la mayoría absoluta que había obtenido en las elecciones generales del 2011.