El Yom Kipur, el día más sagrado del calendario judío, quedó marcado por la detención de los casi 500 participantes de la Flotilla Global Sumud. Durante la noche del miércoles, las 44 embarcaciones fueron detenidas asaltadas en aguas internacionales a unas 70 millas náuticas (unos 130 kilómetros) de Gaza, donde pretendían entregar un cargamento de ayuda humanitaria. Sólo una pequeña nave, el velero Mikeno VI , consiguió romper el bloqueo naval impuesto por Israel al enclave palestino desde 2007, y llegó al parecer a 9 millas de la costa, antes de ser interceptada por lanchas rápidas israelíes.
Varios de los barcos de la flotilla fueron conducidos bajo escolta de las patrulleras hasta el puerto israelí de Ashdod, pero ayer se desconocía si la armada israelí hundió algunas de las embarcaciones, como había anunciado que haría, o si serían recuperadas más tarde.
Desde Ashdod, parlamentarios, abogados, médicos y activistas de una treintena de países fueron trasladados a centros de detención, antes de ser deportados en las siguientes 72 horas. Entre ellos figuran la activista climática sueca Greta Thunberg y la eurodiputada francesa Rima Hassan, ambas reincidentes en este tipo de expediciones.
El ministro de Exteriores de Italia, Antonio Tajani, señalaba ayer que “esta noche, tras el Yom Kipur”, los detenidos “serán trasladados a unas instalaciones en Beerseba” y “mañana por la mañana –por hoy– recibirán las visitas consulares”. Tajani dijo que habló con su homólogo israelí, Gideon Saar, el cual le comunicó que su gobierno enviaría de vuelta a los activistas en dos vuelos, los días 6 y 7 de octubre, a Madrid y Londres, en lo que describió como “una medida única de expulsión forzosa”. Israel confirmó que no se abrirán procesos penales, aunque en principio se dijo que los detenidos afrontaban la posibilidad de quedar recluidos en la prisión de Ketziot, una cárcel de alta seguridad conocida por sus duras condiciones.
Abogados de varios países se han desplazado ya a Israel para garantizar representación en los tribunales
La oenegé Adalah, con sede en Haifa, aseguró que la magnitud de la operación –medio millar de personas detenidas en una sola noche– ha desbordado los mecanismos habituales de procesamiento. “Nuestra principal preocupación es su bienestar, el acceso a asistencia médica y que dispongan de defensa legal durante todo el proceso”, señaló Suhad Bishara, directora legal de la organización. Abogados de varios países se han desplazado ya a Israel para garantizar representación en los tribunales.
El Ministerio de Exteriores israelí defendió la operación como “una acción legal y necesaria”, y reiteró que el bloqueo naval “busca impedir la entrada de armamento y recursos a Hamas”. Según su versión, la marina advirtió a la flotilla de que se aproximaba a “una zona de combate activa” y ofreció desviar la ayuda hacia puertos israelíes para transferirla después a Gaza, oferta rechazada por los organizadores.

El barco Yulara, momentos antes de ser atacado con cañones de agua por la armada israelí
Pero el alcance internacional del Sumud ha provocado que esta vez el eco diplomático sea más sonoro. El presidente francés, Emmanuel Macron, advirtió desde Copenhague que actuará “conjuntamente con España e Italia” si Israel incurre en “comportamientos inaceptables” durante la detención de los activistas. “Estamos siguiendo la situación de cerca y exigimos a Tel Aviv que garantice la protección de nuestros compatriotas. Pedimos que se respeten todas las normas”, resumió el jefe del Elíseo.
Las palabras de Macron llegan en un momento de máxima tensión. El precedente de la Flotilla de la Libertad del 2010, cuando un asalto israelí a un barco turco causó la muerte de nueve activistas y una crisis diplomática con Ankara, ha sido recordado por varios miembros de la actual misión. Desde entonces, Tel Aviv ha optado por operaciones rápidas y silenciosas, con deportaciones exprés. Sin embargo, el volumen y el perfil de esta flotilla, en la que viajan legisladores europeos y figuras de alto perfil mediático, hace prever un choque político de mayor envergadura.
La batalla diplomática que se abre en los próximos días definirá si el Sumud se convierte en un episodio más de la larga lista de flotillas fallidas, o si marca un punto de inflexión en la relación entre Israel y Europa.
El Mikeno VI , el único barco que logró superar momentáneamente el cerco, se ha convertido en símbolo de la expedición. Aunque fue finalmente alcanzado por las patrulleras a pocas millas de la costa de Gaza, su breve avance ha sido celebrado en redes sociales como un éxito moral. Imágenes difundidas por los organizadores muestran a los tripulantes ondeando banderas palestinas y coreando consignas antes de ser abordados.
La interceptación coincidió con el Yom Kipur, una fecha de recogimiento y ayuno para millones de judíos en todo el mundo, y en el que las carreteras de todo Israel permanecen cerradas. Algunos analistas israelíes señalaron que Israel eligió actuar en esa noche confiando en que la atención internacional estuviera dispersa.
La Flotilla Global Sumud llevaba meses preparándose. Sus organizadores, una coalición de oenegés y redes de solidaridad internacional, había coordinado la salida simultánea de decenas de embarcaciones desde diferentes puertos del Mediterráneo oriental. El cargamento consistía principalmente en alimentos no perecederos, medicinas y material de primeros auxilios, un gesto simbólico ante la devastadora crisis humanitaria que atraviesa la franja tras casi un año de ofensiva militar.
Desde Gaza, el Ministerio de Sanidad controlado por Hamas denunció la “arrogancia israelí” y reclamó a la comunidad internacional “medidas inmediatas para garantizar la entrada de ayuda humanitaria por cualquier vía”. Según Naciones Unidas, el 80% de los dos millones de habitantes de la Franja depende de la asistencia exterior para sobrevivir.