
Ya estaba más que claro que la espada de Damocles forma parte del patrimonio histórico de la humanidad, mientras que la de Eisenhower es patrimonio nacional de Estados Unidos.
Su propiedad está bajo la biblioteca y museo dedicada al presidente del país que antes fue héroe de la Segunda Guerra Mundial. Ese acero se integra en la colección expuesta en la casa de infancia de Dwight D. Eisenhower, en la ciudad de Abilene, en Kansas. También es más que sabido que a Donald Trump, uno de su sucesores en la Casa Blanca, le da lo mismo de quién es el patrimonio.
La espada del museo Eisenhower fue un regalo de 1947 de la reina Guillermina de los Países Bajos
Así que le ha dicho su famoso “estás despedido” ( you are fired! ) a Todd Arrington, el ángel custodio de esa biblioteca, por negarse a que Trump se saliera con la suya y se llevara la pieza.
Trump quiso regalarle una espada al rey Carlos III en su reciente visita a Reino Unido, donde recibió el boato de la aristocracia que tanto le gusta.
Miembros de la administración Trump recurrieron a la biblioteca del expresidente en busca de alguna cosa apropiada que pudiera ofrecerle al monarca británico como agradecimiento por su invitación.
La espada pareció lo apropiado, era un objeto que reflejaba el papel que jugó Eisenhower como jefe supremo de las fuerzas aliadas en la guerra contra el nazismo.
La espada había sido un regalo que la reina Guillermina de los Países Bajos le hizo a Eisenhower en 1947 como prueba de gratitud por su labor militar. El militar no llegó a la presidencia como republicano hasta 1953 y se mantuvo en el cargo hasta 1961, cuando le sustituyó el mito de John F. Kennedy.
Hubo un intercambio de comunicaciones entre la Casa Blanca y la institución. De esta manera en Washington descubrieron que en esa colección había al menos una espada.
Pero la biblioteca se negó a facilitar ninguna pieza que estuviera integrada en su colección. Respondieron que ese objeto es propiedad del gobierno de EE.UU. y que la entidad está obligada por ley a preservarla para el público estadounidense.
Trump le regaló finalmente una espada a Carlos III, si bien era una réplica donada por West Point, la academia donde Eisenhower inició su carrera militar.
Pero Trump ni olvida ni perdona. Aunque actuara en beneficio del país, Arrington tuvo que dejar su trabajo de director de la biblioteca y museo esta semana. Explicó a la cadena CBS que o dimitía o lo echaban, si bien no especificó quién le dio ese mensaje.
El jueves, en conversación con The New York Times , el historiador confirmó que recibió presiones para que renunciara a su labor. Según esta versión, le dijeron que “no se le podía confiar información confidencial”.
Arrington expresó su consternación por el hecho de que proteger un objeto de esa institución le llevaría a tener que dejar el trabajo. “Nunca me imaginé que 30 años al servicio del gobierno tendrían ese fin”, dijo.
Su intención ahora es intentar recuperar esa ocupación, donde ha certificado que la espada de Eisenhower se han convertido en su particular espada de Damocles.