
La bolsa española está a punto de alcanzar su máximo histórico de 15.945 enteros alcanzado el 8 de noviembre del 2007. El Ibex ronda los 15.600, a solo un paso. Lo mismo está pasando en el resto de los índices bursátiles mundiales, Nasdaq, Dow Jones, S&P 500, que también están en máximos o a punto de alcanzarlos. El motor de estas subidas son las expectativas de ganancias millonarias que se van a conseguir con la Inteligencia Artificial.
Las empresas tecnológicas están experimentando revalorizaciones irracionales como es el caso de Nvidia, que ha logrado una capitalización de 4,59 billones en dólares americanos. Lo mismo se podría decir del resto de las tecnológicas. Su valor actual es lo que se calcula que van a ganar en 40 años. Algo similar es lo que pasó hace 25 años con la explosión de internet, las llamadas entonces puntocom, que estaban descontando beneficios futuros de 44 años. Al final se creó una burbuja financiera que terminó provocando una fuerte crisis económica a finales de los 90.
Quienes no se benefician de la fiesta son los trabajadores y las clases medias
¿Va a pasar ahora lo mismo? Si viviese el expresidente de la Reserva Federal Alan Greenspan volvería a decir aquello de la “exuberancia irracional”. Cada vez hay más analistas que dicen en privado que “esto no puede seguir así”, “que el último duro que se lo lleve otro”, incluso hay quien opina que esta burbuja se va a llevar por delante el trumpismo.
Pero no todos opinan así. Hace unos días el profesor Andreu Mas Colell nos recordaba que la economía norteamericana no va a terminar con Donald Trump. Y esto a pesar de que la deuda de Estados Unidos también está en máximos históricos igual que la española y la mundial.
Los más beneficiados de esta situación serán los inversores y los rentistas, así como los gobiernos que hayan cogido la ola del ciclo expansivo. Es el caso de Pedro Sánchez. Las fuertes ganancias bursátiles están produciendo el llamado “efecto riqueza”. Los inversores cada vez que miran sus cuentas se sienten más ricos y gastan, un fenómeno que hace que el consumo se dispare. Lo mismo pasa con las inversiones y provocan la aceleración de la maquinaria de la producción.
Quienes no se benefician de la fiesta son los trabajadores y las clases medias, que viven de sus salarios y que durante estos siete años han perdido poder adquisitivo. Desde que en el 2018 Pedro Sánchez ocupó la Moncloa la inflación ha subido un 23%, prácticamente lo mismo que los salarios. La ganancia de los sueldos ha sido apenas de un 2%, pero al incrementarse la presión fiscal en frío porque no se ha deflactado la tarifa del IRPF, los españoles viven peor. La economía española ha subido mucho pero el reparto de la riqueza es peor. La renta per cápita está en el 91% de la europea y nos hemos convertido en uno de los tres países europeos con mayor riesgo de pobreza y de exclusión social. En esto también hemos alcanzado un triste máximo histórico.