La siniestra desaparición de directivos en China

Hasta hace poco, Yu Faxin era conocido por ser un destacado científico y empresario especializado en semiconductores avanzados para aplicaciones militares. Sin embargo, el 22 de septiembre saltó a los titulares por otro motivo. Su empresa Great Microwave Technology, que cotiza en la Bolsa de Shanghái, anunció que Yu había sido detenido por la agencia anticorrupción china. Yu se encuentra en liuzhi (retención bajo custodia), una forma de detención extrajudicial de la que es objeto un número creciente empresarios chinos.

Los emprendedores del país deben enfrentarse a una lista cada vez más larga de preocupaciones. La principal es la economía, que no ha acabado de recuperarse desde el final de la pandemia. La confianza de los consumidores es, en el mejor de los casos, débil; la sobreproducción y la competencia despiadada están a la orden del día. Las ventas minoristas se han desplomado. El número de compañías industriales con pérdidas se mantiene en máximos históricos.

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Una explotación vinícola en Yinchuan el año pasado

Ahora, además, cobra importancia otra serie de preocupaciones. A medida que se deterioran las perspectivas económicas, las deficiencias institucionales de China contribuyen a complicar más la vida de la élite empresarial. Aumentan las investigaciones oficiales sobre los dirigentes corporativos. También lo hacen las sentencias judiciales que limitan su libertad para viajar por el país. La oleada de suicidios entre los empresarios de este año es vista como una prueba de la intensificación de la presión.

Las detenciones liuzhi son quizás la fuente más clara de inquietud. Creado en 2018, el sistema estaba principalmente dirigido a los miembros del Partido Comunista y los funcionarios públicos como parte de la campaña anticorrupción iniciada cinco años antes por Xi Jinping, el máximo dirigente chino. Ahora también se dirige muchas veces contra los empresarios.

La campaña emprendida por Xi Jinping contra la corrupción de la Administración está repercutiendo en algunos altos responsables empresariales

El sistema funciona en paralelo a la policía normal. Las detenciones no precisan de la aprobación de un tribunal. A los detenidos se les niega la asistencia habitual de un abogado. Los cambios en la normativa introducidos en junio permiten a los agentes retener a las personas hasta ocho meses, reiniciar el plazo si se sospecha de un nuevo delito e interrogar a los presos sin límite de tiempo. Las celdas no tienen ventanas, las luces siempre están encendidas y los detenidos suelen estar vigilados las 24 horas del día, incluso cuando van al baño.

Este año, los directivos de empresas que cotizan en Bolsa han ido desapareciendo a un ritmo vertiginoso, víctimas de este tenebroso sistema: a finales de septiembre, The Economist había contabilizado en los registros bursátiles 39 casos de este tipo (es decir, aproximadamente uno por semana). La cifra ya supera el récord del año pasado. Sin embargo, solo representa una pequeña parte del panorama general. La mayoría de los responsables corporativos que han sido objeto de liuzhi trabajan para empresas que no cotizan en Bolsa y que, por ello, no están obligadas a explicar a los inversores por qué han desaparecido sus directores ejecutivos.

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Lai Xiaomin, ex presidente de China Huarong Asset Management, fue condenado a muerte por corrupción en el 2020 

AFP

El total de detenciones, incluidas las de funcionarios y empresarios, se disparó en 2024 casi un 50% hasta alcanzar unas 38.000, según declaraciones de la Comisión Central de Control Disciplinario (CCCD), el órgano del partido autorizado para llevarlas a cabo. La represión en el ámbito empresarial parece ser muy amplia. La CCCD ha declarado que el año pasado tomó algún tipo de medida disciplinaria (incluido la detención liuzhi) contra más de 60.000 personas del sector farmacéutico y 17.000 del financiero.

Una explicación para el gran número de directivos detenidos es la rápida expansión de la campaña anticorrupción de Xi. El número de causas presentadas este año va camino de alcanzar la cifra récord de un millón, según estima la consultora Gavekal Dragonomics. Cuando se investiga a un funcionario, toda su red de negocios puede ser objeto de escrutinio, lo cual provoca un aumento exponencial de los casos corporativos. Algunos sectores que se enfrentan a esas investigaciones anticorrupción cada vez más exhaustivas (como el del hardware informático y el de la tecnología verde) están estrechamente vinculados a los gobiernos locales a través de la contratación pública y los contratos, señala Zhu Jiangnan, de la Universidad de Hong Kong. Eso pone en mayor riesgo a los ejecutivos de estos sectores.

El debilitamiento de las condiciones de la economía y de las finanzas públicas está incrementando también el número de investigaciones

El debilitamiento del crecimiento económico también contribuye al aumento de las detenciones. Los gobiernos locales carecen de liquidez y muchos acumulan deudas enormes. Algunas investigaciones de la CCCD se han caracterizado por ser expediciones de “pesca en alta mar” en las que se detiene a un ejecutivo por motivos poco sólidos con la esperanza de que las duras condiciones de la liuzhi lo lleven a confesar sus delitos o a acusar a otra persona adinerada. Los investigadores pueden entonces confiscar los activos de esa persona (y de su compañía).

De los 39 ejecutivos de empresas cotizadas detenidos este año, más de la mitad fueron arrestados por departamentos de la CCCD en lugares situados lejos de la sede de sus empresas. Un abogado chino especializado en esos casos afirma que se trata de una señal de que los diferentes gobiernos locales se dedican a “pescar” en jurisdicciones ajenas en busca de fondos. (El abogado ha pedido permanecer en el anonimato.)

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Edificios en construcción en China; la economía no termina de arrancar 

STR / AFP

Otra causa de ansiedad para los jefes es una famosa lista negra de crédito social, a la que recientemente se han añadido los nombres de algunos de los magnates más ricos del país. La legislación de quiebras china no está completamente desarrollada, y los tribunales suelen recurrir a soluciones rápidas para presionar a los deudores y conseguir que paguen. Un método consiste en añadir públicamente sus nombres a la lista, algo que les prohíbe un “elevado consumo”. Quienes figuran en la lista ya no pueden volar, viajar en trenes de alta velocidad ni alojarse en hoteles de lujo, entre otras cosas.

Es posible que esa lista de crédito social se creara originalmente con el fin de obligar a las personas a pagar pequeñas deudas, pero en los últimos años se ha ido incluyendo a empresarios cuyas empresas atraviesan dificultades. Una base de datos judicial muestra que, a finales de septiembre, se había añadido este año a unas 200.000 personas, frente a las aproximadamente 17.400 de todo 2019, antes de la fractura económica provocada por la pandemia. Alrededor del 46% de las inclusiones en la lista negra de este año se han debido a disputas contractuales, lo que indica que las actividades relacionadas con los negocios han dado lugar a sentencias judiciales.

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El temor a ser incluido en la lista es real y puede llevar a las compañías a asumir menos riesgos. Por lo tanto, se trata de otro “peligroso lastre para la confianza empresarial»”, afirma Lizzi Lee, del Centro de Análisis de China del Instituto de Políticas de la Sociedad Asia, un grupo de expertos. En un momento en el que la economía carece de dinamismo, “la señal que envía el sistema actual es que, si fracasas, no solo pierdes tu negocio, sino que puedes perder tu capacidad básica para funcionar”, afirma Lee.

El gobierno central ha intentado mejorar las condiciones para los emprendedores. En febrero, Xi se reunió con un grupo de altos directivos de las principales empresas chinas con la esperanza de enviar una señal de cambio. Se ha promulgado una nueva ley de “promoción del sector privado” para estimular el crecimiento.

El estado de ánimo predominante entre los empresarios es pesimista

Sin embargo, el estado de ánimo predominante entre los empresarios sigue siendo pesimista. El 28 de septiembre se supo que Wang Jianlin, un magnate inmobiliario que en su día fue el hombre más rico de China, había sido incluido en la lista negra de deudores debido a una disputa contractual. La prohibición se levantó un día después, pero no sin antes desencadenar un debate sobre la grave situación a la que se enfrentan algunas destacadas figuras empresariales. La detención de Yu ha tenido un efecto similar. Si los científicos militares de alto rango pueden ser arrastrados a la liuzhi, nadie está fuera del alcance de la oficina anticorrupción.

Los suicidios han oscurecido aun más el panorama. Entre abril y julio, al menos cinco empresarios prominentes se lanzaron al vacío desde lo alto de un edificio, lo que provocó un intenso debate público sobre la carga que soportan los empresarios. El suicidio de Wang Linpeng causó especial conmoción. Fundador de una próspera cadena de grandes almacenes, Wang fue en su día el hombre más rico de Hubei, su provincia natal. En abril fue puesto bajo liuzhi. Aunque liberado a finales de julio, se lo mantuvo en una lista de vigilancia. El suicidio, ocurrido a los pocos días de su liberación, ha sido sólo uno de los pocos “que salen a la superficie”, dice el abogado. “Hay muchos más de los que nadie llega a saber nada.”

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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