Para Beniamin Netanyahu, una cosa es que la guerra en Gaza haya terminado, y otra muy distinta que Israel no deba proseguir su “lucha completa”. “Cualquiera que levante la mano contra nosotros ya sabe que pagará un precio muy alto por su agresión”, dijo ayer desde el monte Herzl de Jerusalén, antes de pronunciar una frase reminiscente de sus arengas de guerra: “Estamos decididos a completar la victoria que determinará el orden de nuestras vidas durante muchos años”, sentenció.
La portavoz de Netanyahu empezó su rueda de prensa de ayer recordando, con su lazo amarillo aún en el pecho, que se cumplían 741 días del ataque de Hamas. La prensa también sigue la cuenta, y la portada digital del Times of Israel aún reza: “741 días de guerra”.
Trump dice que “Israel volverá a esas calles en cuanto yo se lo diga” para “darles una paliza”
Ahora mismo, el principal frente abierto para el Gobierno y la sociedad israelíes es el regreso de aquellos cadáveres de rehenes que siguen en Gaza. “Por ahora han devuelto solo nueve [cuerpos], pero sabemos que siguen teniendo los restos de 19 ciudadanos israelíes que merecen ser enterrados por el rito judío”, explicó Shosh Bedrosian, la portavoz del primer ministro.
Es cierto que los llamados 20 puntos de Trump da a Hamas 72 horas para devolver a todos los rehenes —vivos y muertos— después de que Israel “aceptara públicamente el acuerdo”. Pero la propuesta del presidente estadounidense ignoraba una cosa: el grupo palestino no puede recuperar con tanta presteza restos humanos bajo los escombros. Las Brigadas Al Qasam, brazo armado de Hamas, dijeron ayer que habían entregado los cuerpos a los que pudieron acceder pero que se necesitan “esfuerzos significativos y equipamiento especial” para los que quedan. Aun así, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, acusó a Hamas de “incumplir sus compromisos”, y en Tel Aviv buscan cómo ejercer presión. Por ahora, el Gobierno ha compartido datos de inteligencia sobre la ubicación de los restos con EE.UU. y los mediadores del alto el fuego en Gaza, Egipto, Qatar y Turquía.

Algunos expertos piensan que, en realidad, los cadáveres son solo una excusa del primer ministro para huir hacia adelante y mantener su gobierno a flote. “Ahora se espera que se abran investigaciones por el 7 de octubre y que se reanude también su juicio por corrupción. Netanyahu debe estar bajo mucha presión, y por ahora su única excusa real para trasladar esa presión a Gaza son los rehenes”, explica Max Rodenbeck, corresponsal de The Economist durante más de dos décadas y director del departamento sobre Israel y Palestina del Crisis Group.
“Netanyahu, que no estaba del todo contento con el plan de paz de Trump, va a tener que andarse con cuidado de no desobedecer lo pactado con EE.UU. y aislarse totalmente”, cuenta a La Vanguardia el analista, que asegura que, en cualquier caso, el primer ministro israelí “es un verdadero superviviente político” cuya “mejor carta” es su capacidad para influir en Washington. Por ahora, la primera crisis tras la firma del alto el fuego no ha distanciado a EE.UU. de Israel. En una llamada con la CNN, Trump dijo que consideraría permitir que el ejército de Netanyahu reanudara los combates en Gaza si Hamas no cumplía su parte del acuerdo. En aquel momento, las tropas israelíes ya habían matado a ocho palestinos de la franja en un lapso de dos días.

Apenas tres días después de un viaje por Israel y Egipto en el que auguró “un nuevo amanecer” para Oriente Medio, Trump añadió: “Israel volverá a esas calles [de Gaza] en cuanto yo se lo diga” para “darles una paliza”. Anoche se pronunció con el mismo tono sobre los enfrentamientos entre Hamas y clanes saqueadores de ayuda humanitaria —algunos financiados por Israel— que se han cobrado más de 30 vidas en los últimos días. “Si Hamas sigue matando a gente en Gaza, tendremos que entrar y matarlos nosotros”, azuzó.