El centro liberal ha ganado en las elecciones neerlandesas por solo unos miles de votos frente al que era el gran favorito, el candidato de la ultraderecha, Gerd Wilders. Pese a que el Partido de la Libertad de Wilders y el D66 de Rob Jetten tendrán el mismo número de escaños, los que han sido hasta ahora socios de coalición con el político del cabello blanco descartan repetir la experiencia, lo que abre una ventana de oportunidad para que el centro liberal gobierne y deje atrás dos años de caos y malas vibraciones. Estas son algunas de las lecciones a extraer de las elecciones en los Países Bajos.
 
 Gerd Wilders, candidato del Partido de la Libertad
Uno. La extrema derecha no gobierna mejor. Gerd Wilders, líder del Partido de la Libertad, rompió en junio la coalición que encabezaba después de un año de gobierno. Lo hizo porque el resto de partidos de la coalición no aceptaban sus propuestas más radicales y las consideraban ilegales. La falta de experiencia le ha pasado factura. Su informalidad, valorada como un rasgo de genialidad en su salto a la escena política, se ha revelado tóxica para la estructura de un partido que gira a su alrededor.
La extrema derecha no gobierna mejor y no resuelve los problemas
Dos. La extrema derecha no resuelve los problemas. Los intensifica. Las ideas de Wilders sobre la islamización del país han polarizado la sociedad neerlandesa. De la ansiedad por la pérdida de la identidad se ha pasado a la violencia en un país conocido en su día por tolerancia. Las concentraciones contra los centros de asilo se han hecho frecuentes. Hace unas semanas, seguidores de Wilders rompieron los cristales de la sede de D66 después de un acto electoral del Partido de la Libertad.
Tres. La extrema derecha se alimenta de cualquier tipo de malestar. La inmigración ha sido el factor que más votos le ha reportado a la ultraderecha europea. Pero no el único. En Japón, el turismo ha sido un factor de atracción. En los Países Bajos la falta de vivienda crónica también la ha hecho crecer. Paradójicamente, el caótico gobierno de Wilders apenas se preocupó por ello.
 
 Rob Jetten, líder del D66, ganador en votos de las elecciones
Cuatro. Pese a la pérdida de escaños de Wilders, las ideas de la extrema derecha gozan de buena salud. Las comparte una parte importante de la población. Con matices, como en España o Italia, pero las preferencias de las sociedades europeas se han solidificado en tercios. Un tercio de la población vota la izquierda, otro tercio la derecha y el 30% restante, la extrema derecha. Con franjas poco numerosas de votantes pasando de uno a otro bloque. Wilders ha perdido escaños, pero Forum por la Democracia (FvD) y JA21, dos partidos de extrema derecha, han subido. En conjunto, la ultraderecha ha ganado un escaño.
El futuro gobierno neerlandés se lo jugará todo a la vivienda y la inmigración
Cinco. La adopción de ideas de la extrema derecha no paga réditos. Frans Timmermans, el líder socialista, ha obtenido su peor resultado en años pese a haber modificado su lenguaje sobre la inmigración. El centro derecha del VVD, el partido de Mark Rutte, que dirige ahora una ex refugiada turca, Dilan Yesilgöz, entró en la coalición con Wilders. Ha salvado los muebles, pero ha perdido dos escaños.
Seis. Es fácil deteriorar la democracia. Es difícil rehabilitarla. El prestigio de la clase política en los Países Bajos está en su nivel más bajo en décadas. El votante de orden, que oscila entre la derecha y la extrema derecha piensa que sale de dos años de caos e inestabilidad. De ahí, en parte, el deslizamiento hacia el centro de algunos de ellos.
El deseo de volver a la estabilidad ha sido clave para la victoria de Jetten
Siete. La inquietud por el orden ha sido, curiosamente, una de las claves de la victoria del D66 de Rob Jetten, el candidato del centro liberal, que concurría a las elecciones en cuarta posición. Ha sido su campaña positiva, calmada y constructiva -encarnada en un “Es posible” a lo Barak Obama- lo que ha atraído a sus votantes. Para cuando pueda formar coalición de gobierno -las transiciones en Países Bajos duran meses- tendrá ante sí una agenda endiablada. El candidato de D66 es joven, 38 años. No pertenece a la generación de Wilders o Timmermans (alrededor de los 60 años). Es europeísta, progresista en cuestiones sociales y medio ambiente. Tiene más números que Wilders para formar gobierno. Y se jugará su futuro en la crisis de la vivienda y la inmigración.
 
                                             
                                             
                                             
                                            
 
                                     
                                     
                                     
                                                        