José Antonio Kast, la larga carrera hacia el poder de un nostálgico de la dictadura

José Antonio Kast había avisado en campaña: “La tercera es la vencida”. Y así fue. Tras dos intentos infructuosos, el líder ultraderechista vio el domingo cómo los chilenos lo elegían para presidir el país.

La suya fue una victoria rotunda (el 58,1% de los votos, frente al 41,8% de su rival, la comunista Jeannette Jara), y también previsible: gracias a su estrategia de moderar su discurso, el candidato del Partido Republicano partía como favorito en los sondeos previos a los comicios. Ahora queda por ver si, una vez en el poder, seguirá conteniendo sus pulsiones más extremistas, las cuales podría decirse que le vienen de cuna.

Según reveló en el 2021 una investigación de la agencia Associated Press, su padre, Michael Kast, estuvo afiliado al partido nazi. Llegó a Chile desde Alemania en 1950, tras falsear los documentos que lo identificaban como oficial del ejército de Hitler. Se instaló con su mujer en la región de Paine, al sur de Santiago, y ahí fundó un exitoso negocio de embutidos llamado Bavaria, en un guiño a su tierra de origen. 

Jose Antonio Kast, Chile's president-elect, speaks during an election night rally in Santiago, Chile, on Sunday, Dec. 14, 2025. Ultra-conservativeJosé AntonioKastwon Chile#{emoji}146;s presidency by a landslide Sunday, harnessing voter anger over crime and migration to drive the country into its most dramatic rightward shift in decades. Photographer: Tamara Merino/Bloomberg

José Antonio Kast, dirigiéndose a sus seguidores el pasado domingo en Santiago

Tamara Merino / Bloomberg

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Miembros del movimiento ultracatólico Schoensttat –de línea similar a la del Opus Dei, y al que también pertenece el presidente electo–, los Kast tuvieron diez hijos, el menor de los cuales fue José Antonio, nacido en Santiago en 1966. A su pasado nazi, la familia sumaría estrechos vínculos con el régimen de Augusto Pinochet: uno de los hermanos de Kast, Miguel, fue ministro del dictador y colaboró con la temible policía política; y sobre el clan planea la sombra de su posible implicación en la desaparición de 70 campesinos en Paine.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, no es extraño que Kast –licenciado en Derecho por la Universidad Católica de Chile– iniciara su carrera política bajo la tutela de Jaime Guzmán, principal ideólogo de Pinochet y arquitecto de la Constitución de 1980. Kast se unió a su partido, la Unión Demócrata Independiente, en 1996, y con él fue elegido concejal. Después pasaría a ser diputado, pero en el 2016 decidió romper con la formación, porque consideraba que se había vuelto muy tibia en los asuntos morales.

Conexión con la dictadura

Kast inició su trayectoria política de la mano de Jaime Guzmán, el gran ideólogo del pinochetismo

Ya como independiente, en el 2017 se presentó por primera vez a unas presidenciales, con un programa de extrema derecha, con propuestas como cerrar la frontera con Bolivia para evitar el narcotráfico o imponer la religión en todas las escuelas públicas. “Si Pinochet estuviera vivo, votaría por mí”, dijo entonces. Pero ese reclamo no caló entre el electorado: quedó en cuarto lugar, con un 8% de los votos.

Sin perder el ánimo, en el 2019 fundó su propia plataforma, el Partido Republicano, con la que acudió a las presidenciales de dos años después. Ganó la primera vuelta, pero luego perdió ante Gabriel Boric. Kast tomó nota de su punto flaco –una agenda demasiado conservadora en lo social, que ahuyentaba a los votantes más moderados– y se conjuró para ganar el siguiente pulso con un discurso centrado en la seguridad, la inmigración y la economía.

Pese a suavizar su postura, el domingo, en la celebración de su victoria, quiso recordar sus raíces: “Nada sería posible si no tuviéramos a Dios”, dijo el hombre que, a la tercera, ha conseguido que el pinochetismo vuelva al Palacio de la Moneda.

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