Los sueños de las compañías occidentales en China se desvanecen

Las cosas nunca han parecido más favorables para las empresas extranjeras en China, al menos según el Consejo para la Promoción del Comercio Internacional de ese país. Dicho organismo, controlado por el Ministerio de Comercio, afirma que el 90% de las empresas extranjeras considera su experiencia en China como satisfactoria o más que satisfactoria. Según una encuesta reciente de dicho organismo, las empresas extranjeras afirman que la economía es fuerte, los mercados locales atractivos y sus perspectivas brillantes. El gobierno chino insiste en que, tras los años de aislamiento provocados por la pandemia de la covid-19, el país vuelve a estar abierto a los negocios y que las reformas han facilitado la vida a las empresas extranjeras.

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Los ejecutivos de esas compañías se ríen de semejantes declaraciones. Muchos se esfuerzan por justificar la inversión en el país y hablan de recortar personal. Según una encuesta reciente de la Cámara de Comercio estadounidense en Shanghái, menos de la mitad de los encuestados dijo ser optimista sobre las perspectivas de sus negocios en China en los próximos cinco años, un mínimo histórico. El 4 de diciembre, Mary Barra, presidenta y directora ejecutiva de General Motors (GM), declaró que el fabricante de automóviles estadounidense depreciaría el valor de sus empresas conjuntas en el país en más de 5.000 millones de dólares y cerraría algunas fábricas. El 9 de diciembre se supo que el gobierno chino abría una investigación por violación de las leyes antimonopolio a Nvidia, el campeón estadounidense de chips de inteligencia artificial.

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Instalaciones de la compañía Nvidia 

JUSTIN SULLIVAN / AFP

En décadas recientes, los empresarios occidentales no solo habían visto el país como un lugar donde fabricar cosas baratas, sino como un mercado vasto y en crecimiento. Según nuestro análisis, las ventas en China de las empresas estadounidenses y europeas cotizadas que las divulgan alcanzaron un máximo de 670.000 millones de dólares en 2021, lo que representó el 15% de los ingresos totales de dichas compañías. Las cosas se han torcido desde entonces. El año pasado, las ventas bajaron hasta los 650.000 millones de dólares; la cuota en los ingresos totales se redujo al 14%. Este año no ha mostrado signos de mejora. De las empresas de nuestro conjunto de datos que informan trimestralmente de sus ventas en China, casi la mitad las han visto disminuir, año tras año, en el período de notificación más reciente.

Las empresas que se enfrentan a la contracción de sus ventas van desde Apple y Volkswagen hasta Starbucks y LVMH, un conglomerado de lujo. “A estas alturas deberíamos haber dado un giro de 180 grados”, se queja el jefe regional de una empresa mundial. Otro ejecutivo extranjero se lamenta de que los días de crecimiento febril para su firma parecen ser ya cosa del pasado. Aunque algunas empresas occidentales como la farmacéutica Eli Lilly y Walmart, un gigante de la venta al por menor, siguen creciendo, sus posiciones en el país no dejan de menguar.

El estancamiento económico chino ha hecho que las grandes compañías occidentales obtengan menos rentabilidad por sus inversiones

Una de las razones es el estancamiento económico de China. La crisis inmobiliaria ha hecho caer en picado los precios de los inmuebles en todo el país y ha provocado que los consumidores se aprieten el cinturón. El gobierno central señaló en septiembre que haría lo necesario para reflacionar la economía. Sin embargo, tras meses de anuncios poco sistemáticos, las cosas no han mejorado mucho. Las ventas inmobiliarias siguen cayendo en comparación con el año pasado y es probable que sigan haciéndolo hasta bien entrado 2025. A pesar de las promesas del gobierno acerca de un estímulo del consumo, los indicadores de la demanda están a la baja.

La presión deflacionista perjudica a todas las compañías del país, no sólo a las extranjeras, según señala Bo Zhengyuan, de la consultora pekinesa Plenu. Un 27% de las empresas industriales chinas registraron pérdidas a finales de octubre. El exceso de oferta en varios sectores, desde los vehículos eléctricos (VE) hasta los materiales de construcción, ha provocado unas guerras de precios encarnizadas. Barra achaca a una “competencia destructiva” las dificultades de GM para obtener beneficios en el país.

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Un centro comercial chino vacío como consecuencia del estancamiento económico 

HECTOR RETAMAL / AFP

Sin embargo, las empresas occidentales también se ven superadas por sus rivales chinos. Starbucks ha cedido cuota de mercado a Luckin Coffee, un competidor local más barato que en septiembre contaba con 21.000 establecimientos en el país, aproximadamente el triple que la cadena estadounidense y casi el doble de los 13.000 del año anterior. Brian Niccol, el nuevo jefe de Starbucks, dijo en octubre a los inversores que se enfrentan a una competencia “extrema” en China. Al parecer, la compañía está sopesando vender una participación de su negocio allí a un socio local.

En muchos sectores, las empresas occidentales ya no disfrutan de la ventaja tecnológica que antes tenían sobre sus rivales chinos. Los fabricantes chinos de robots industriales suministran ahora a casi la mitad del mercado local, frente a menos de un tercio en 2020. Los problemas de Apple en el país se han visto agravados por los nuevos y vistosos móviles de Huawei, incluida la gama Mate 70 presentada el 26 de noviembre. Los VE producidos por BYD, NIO y otros fabricantes chinos no sólo son mucho más baratos que los occidentales, sino que están equipados con la tecnología inteligente apreciada por los consumidores locales. Cuando el mercado chino aún se expandía con dinamismo, las empresas occidentales podían aumentar sus ventas aunque perdieran cuota. Ya no pueden permitirse ese lujo.

La pugna entre el gobierno chino y el de Estados Unidos también afecta a la actividad empresarial en el país

Por si todo eso fuera poco, las empresas occidentales también se están convirtiendo en daños colaterales en la rivalidad entre sus gobiernos y el de China. El 2 de diciembre, Estados Unidos introdujo nuevas restricciones a la venta de herramientas para la fabricación de chips a determinadas empresas chinas y a la venta de chips de memoria de alto ancho de banda. Esas medidas dañarán a los fabricantes estadounidenses de equipos semiconductores como Applied Materials, Lam Research y KLA, así como a ASLM, un fabricante holandés de máquinas litográficas avanzadas. También pueden verse afectadas otras compañías occidentales de microprocesadores. Tras el anuncio de las restricciones, cuatro asociaciones industriales chinas respondieron con un llamamiento a reducir las compras de chips estadounidenses.

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Las compañías de sectores sensibles como la fabricación de microprocesadores están familiarizadas con el riesgo que entrañan sus ventas en China. Sin embargo, la lista de sectores expuestos a las tensiones geopolíticas parece alargarse. Las acciones de los fabricantes europeos de brandy, como Rémy Cointreau y Pernod Ricard, se desplomaron en octubre después del anuncio chino de imposición de medidas antidumping a las bebidas espirituosas, en una aparente represalia como consecuencia de los aranceles aplicados por la Unión Europea a los EV chinos. El 2 de diciembre, el fundador de Uniqlo, un minorista japonés de ropa, provocó la ira de los internautas chinos cuando manifestó que la compañía no utilizaba algodón procedente de Xinjiang, una región envuelta en acusaciones de trabajos forzados. El Ministerio de Comercio chino podría imponer pronto restricciones a las operaciones locales de PVH, el propietario estadounidense de Tommy Hilfiger y Calvin Klein, por acatar la ley estadounidense que prohíbe el uso de algodón de la región.

Si Donald Trump sigue adelante con su amenaza de aumentar los aranceles sobre los productos chinos, Xi Jinping podría responder complicando aun más la vida a las empresas estadounidenses. Las compañías extranjeras en China están atrapadas en medio de una peligrosa lucha geopolítica, escribe Andrew Polk, de la consultora Trivium China. Sus problemas no desaparecerán pronto.

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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