Acaba de morir Isak Andic, una de las personas más extraordinarias que he conocido en mi vida. Un trágico accidente ha segado su vida a los 71 años, cuando tenía su cabeza más clara que nunca y cuidaba su salud con entusiasmo.
Conocí a Isak cuando llegó a Barcelona a los 14 años, con sus padres y su hermano Nahman. Venían de Estambul y conocían tan solo a dos personas en Barcelona, a mi padre y a mi tía, que, como ellos, habían inmigrado de Turquía, solo que muchos años antes. Isak y su familia iban a comer a casa de mis padres con mucha frecuencia, como también lo hacíamos mi mujer y yo, recién casados. Isak nos preguntaba sobre todas las cosas, nuestra familia, la ciudad de Barcelona, mi trabajo… Su madre y la mía se hicieron íntimas amigas, y el padre de Isak y mi padre se convirtieron en inseparables, más que amigos. Se veían continuamente y viajaron juntos durante años. Mientras tanto, Isak estudiaba y trabajaba. Recuerdo cómo empezó su aventura en el mundo de la moda. Su madre lo mandaba al puerto de Barcelona a comprar productos turcos que no encontraba en la ciudad, en los buques que venían de Turquía. Allí compró las primeras camisas bordadas, que vendía a diferentes tiendas de la ciudad. Poco a poco fue comprando otras prendas y abrió su primer punto de venta en una pequeña galería comercial cerca de la calle Pàdua. Ya allí, escogió la mejor ubicación, en la entrada de la galería. Tenía tan solo un metro cuadrado y, con un palet y un taburete como único mobiliario, vendía blusas, zuecos, tejanos… Pero su talento no tenía límites, con el dinero que ganó, alquiló un local en la Rambla donde la prenda estrella eran los tejanos. No olvidaré lo que me dijo: “Si el señor Levi ha podido vender tejanos con su marca por todo el mundo, yo voy a intentarlo con la mía, Isak”.
Siempre rechazó honores y no aparecía en los medios hasta que no tuvo más remedio
Pero ha sido con la marca Mango que ha vendido tejanos y grandes colecciones de ropa en miles de tiendas en cientos de países. Fue en un viaje a Tailandia, que probó esa fruta y le gustó tanto su sabor como su nombre, que se pronuncia igual en todo el mundo. La registró nada más llegar y así empezó su extraordinario éxito. Primero con socios, pero después solo.
Isak seguía preguntando como cuando tenía 14 años: “¿Se puede ser una gran compañía mundial sin salir a bolsa?”

Isak Andic recibiendo el Premio Reino de España a la Trayectoria Empresarial
Siempre rechazó honores, a pesar de que aceptó la presidencia de la empresa familiar y diferentes consejos. Tampoco aparecía en los medios de difusión, hasta que no tuvo más remedio. Y ayudó a los demás sin hacer ningún alarde. Ahora acababa de constituir una fundación, que inevitablemente hará público su apoyo a las causas más necesitadas, cosa que Isak venía haciendo desde hacía muchos años, sin que nadie lo supiera.
Hemos perdido a uno de los empresarios con mayor talento, a un visionario, a un extraordinario ser humano y a un amigo.