
El del teniente general Ígor Kirílov, asesinado en Moscú la semana pasada con una bomba camuflada en un patinete eléctrico, no era el único atentado que se estaba organizando contra altos cargos del Ejército ruso. Así lo aseguraba ayer jueves el Servicio de Seguridad federal ruso (FSB) al anunciar la detención de cuatro individuos que estaban planeando ataques similares en Rusia. Las autoridades rusas sostienen que todos estos intentos los habían ordenado y organizado los servicios de espionaje de Ucrania, quienes por fuentes anónimas reivindicaron en agencias y medios de su país el ataque contra Kirílov y su ayudante, Iliá Polikárpov, también fallecido.
Según detalló el FSB, principal heredero de la KGB soviética, la agencia llevó a cabo una operación de grandes dimensiones en la que lograron evitar varios intentos de asesinato contra altos cargos militares del Ministerio de Defensa que están participando en la campaña militar en Ucrania. Los cuatro detenidos son de nacionalidad rusa, aunque el centro de prensa del FSB no facilitó sus identidades.
Las bombas iban a ser camufladas como baterías externas y carpetas de documentos
La forma de ejecutar los supuestos atentados recuerda a la usada contra Kirílov, que dirigía las Fuerzas de defensa radiológica, química y biológica, conocidas como RKhBZ. En ese atentado, el autor pegó una carga explosiva en el manillar de un patinete eléctrico aparcado junto al edificio en el que residía el militar. Cuando el 17 de diciembre por la mañana los dos hombres salieron del portal, la bomba se accionó de forma remota. Rusia sostiene que Ucrania, con quien se inició un conflicto bélico cuando el presidente ruso, Vladímir Putin, envió su Ejército al país vecino en febrero de 2022, cometió un atentado terrorista, y ha prometido represalias.
Según la inteligencia rusa, uno de los sospechosos detenidos ahora estaba planeando hacer volar a un militar ruso con la ayuda de una bomba oculta en una batería externa que se accionaría cuando estuviese en su automóvil. El FSB afirma que para ejecutar esta misión, el agente llegó a Moscú desde Ucrania haciendo tránsito en Moldavia y Georgia, simulando ser una persona deportada.
“Un aparato explosivo camuflado como un cargador portátil (power bank), con imanes adheridos, tenía que colocarse debajo del coche oficial de uno de los altos dirigentes del Ministerio de Defensa ruso”, dijo el FSB.
Tras detonar el artefacto a distancia, el autor del ataque tenía que huir viajando primero a Ucrania para luego refugiarse en uno de los países de la Unión Europea.
Tras la muerte del teniente general Kirílov, la policía rusa detuvo al presunto autor, de nacionalidad uzbeka y llamado Ajmad Kurbánov. Durante el interrogatorio, confesó que había sido “reclutado por los servicios especiales ucranianos”, que cuando los militares rusos salieron del edificio donde residía el general “apretó el botón” y que a cambio de la operación le habían prometido “100.000 dólares y un pasaporte europeo”.
A otro militar ruso de alto rango los servicios especiales ucranianos querían matarlo detonando una bomba que parecía una carpeta con documentos, explicó el FSB. En este caso, los detenidos son dos ciudadanos rusos que debían entregar el aparato explosivo de forma oculta. “El envío a nuestro país de componentes de dispositivos explosivos por parte de los servicios especiales del enemigo se llevó a cabo escondiéndolos en aparatos eléctricos, herramientas y repuestos para automóviles”, precisó el FSB.
Además, las autoridades policiales rusas han identificado y detenido a un residente de Moscú que había estado vigilando los lugares de residencia y trabajo de militares de alto rango y sus familias. “Envió las fotos y vídeos recibidos a sus jefes para preparar aún más los ataques terroristas”, aseveró el centro de prensa del FSB.
Finlandia aborda un barco ruso por cortar un cable
Guardacostas de Finlandia abordaron y tomaron ayer en el mar Báltico el control de un petrolero procedente de Rusia con bandera de las islas Cook, sospechoso de haber provocado el miércoles el corte de un cable eléctrico submarino y de tres líneas de internet que conectan Finlandia y Estonia. El servicio de aduanas finlandés incautó la carga del barco, que se sospecha forma parte de la denominada flota fantasma rusa de viejos petroleros que tratan de eludir las sanciones impuestas a la venta de combustible ruso.