Punto y final a la trilogía de espectáculos organizados por el Área de Cultura bajo el epígrafe ‘Verano en Familia’, que se ha extendido durante los tres últimos viernes de agosto. La compañía Okarino Trapisonda cerró con el espectáculo ‘Brux el Marciano’, teatro de títeres que volvió a llenar el coqueto patio abierto de la Casa de la Encomienda.
Según explicó a la prensa local Joaquín Amaro, productor y encargado de manejar las marionetas, se trata una obra muy contemporánea, ya que el extraterrestre Brux llega a la Tierra para descubrir los grandes logros del ser humano. “En su planeta de origen no hay colegios ni conoce la sanidad”. “Los niños descubren que vivimos en un mundo que tiene muchas cosas que mejorar, pero que es amable”. Naturalmente, subyace un mensaje de valorar lo bueno de este mundo, aunque también aquello que falta por mejorar, por ejemplo en temas de igualdad o solidaridad. “Los niños reciben el mensaje de que todo eso aún no está conseguido”.
En la pandilla que acompaña a Brux hay una niña ciega que le enseña a escribir con los dedos, junto a otros niños de origen africano o asiático. Un guiño a la natural mezcla de razas. “Todo aparece de una forma normalizada, como debe ser”. “Se trata de aprender a tolerar al ‘otro’, a empatizar con él y quererle como a cualquiera”.
Y todo en un contexto de ambiente familiar, ya que los colegiales acudieron acompañados por sus padres. “El teatro de títeres es cada vez más para público familiar; el niño arrastra al papá y al abuelo”.
Joaquín Amaro dijo sentirse especialmente contento por actuar en un marco tan especial como el patio abierto de la Casa de la Encomienda, que únicamente se utiliza para esta programación veraniega. “Aunque parezca una tontería, es muy importante el espacio para conseguir esa comunicación con la gente”. “Enseguida notas cuando hay un público amable y hospitalario, donde la atención es fácil”.