‘Charlie Hebdo’, el combate sin fin

Diez años después el atentado contra Charlie Hebdo es todavía una herida abierta en la sociedad francesa. El tiempo no ha podido curar el trauma porque aquella salvajada tan simbólica no fue un hecho aislado. Tuvo continuidad. Los golpes yihadistas se han sucedido, en Francia y en otros países, con una macabra regularidad, siguiendo a menudo los mismos patrones. La libertad de expresión ha continuado siendo amenazada y atacada.

El semanario satírico, con una firmeza moral, un coraje y una resiliencia que lo honran, conmemorará el martes el décimo aniversario del ataque, en el que fueron asesinadas 12 personas, con un número doble, de 32 páginas, que se venderá a 5 euros y estará disponible durante dos semanas en los quioscos. Antes de esta edición especial los supervivientes de la masacre y sus sucesores editaron un libro, el mes pasado, bajo el título de Charlie liberté .

El martes saldrá un número especial de la revista, con nuevas caricaturas sobre las religiones

El número del 7 de enero incluirá los resultados de un gran sondeo realizado por el instituto demoscópico Ifop sobre la opinión de los franceses respecto al derecho a caricaturizar y a blasfemar. Como no podía ser de otra manera, Charlie Hebdo reproducirá nuevas caricaturas, inspiradas en las religiones, elaboradas en el marco de un concurso internacional, así como reportajes sobre admiradores del semanario fuera de Francia.

Está por ver el éxito de esta edición especial. En enero del 2015, bajo el impacto del atentado, el número titulado Tout est pardonné vendió 8 millones de ejemplares dentro y fuera del país. Fue una gigantesca muestra de solidaridad, pues la tirada anterior al ataque era de 60.000 ejemplares.

Además de recordarse la matanza en la redacción de la revista, a la que irrumpieron los hermanos Chérif y Said Kouachi armados con fusiles, Francia rendirá también homenaje a las víctimas del atentado contra el supermercado judío Hyper Cacher, ocurrido dos días después, que causó cuatro muertos. El presidente Emmanuel Macron y la alcaldesa Anne Hidalgo participarán en las ceremonias.

El atentado de Charlie Hebdo no fue la primera acción islamista de envergadura en Francia, pero sí la que, por sus características, tuvo la mayor repercusión global. Además, marcó el inicio de una escalada. En estos diez años el país ha vivido en una alerta permanente, plenamente justificada porque los ataques han sido numerosos. El despliegue del ejército en lugares sensibles se ha mantenido. Es una estampa habitual en Francia ver patrullas de soldados fuertemente armados en mercados al aire libre, estaciones o aeropuertos.

Diez meses después de la tragedia de Charlie Hebdo , la capital francesa fue víctima de los atentados más sangrientos, contra la sala de conciertos Bataclan y varias cafeterías. La pesadilla no terminaría ahí. Al año siguiente, el 14 de julio, en la fiesta nacional, se produjo el atropello masivo de Niza. Desde entonces los lobos solitarios del yihadismo han seguido sembrando muerte, ya fuese en un puente de París, en el mercado navideño de Estrasburgo, en una iglesia de Normandía –donde degollaron a un anciano cura en plena eucaristía–, en la basílica de Notre Dame de Niza o en un supermercado cerca de Carcasona. La fragilidad del Estado y la quimera de la seguridad total quedó en evidencia en el ataque que se produjo dentro de la propia prefectura de París, en febrero del 2019, cuando un empleado radicalizado mató a puñaladas a varios policías.

Una secuela directa de la matanza de Charlie Hebdo fue la decapitación del maestro Samuel Paty, a la salida de una escuela de la periferia de París, en octubre del 2020. El docente fue asesinado por un joven de origen checheno después de la campaña de odio lanzada a través de las redes sociales contra Paty, “culpable” de haber mostrado una caricatura de Mahoma en una clase sobre la libertad de expresión. Aquella barbarie volvió a conmocionar al país, que dos años después asistió a la muerte de otro maestro, víctima también de un exalumno fanatizado.

Diez años después, ni Charlie Hebdo ni Francia renuncian a la libertad de las caricaturas ni al laicismo. Quizás sea una mera coincidencia, pero quien era primer ministro cuando se produjo aquella ola tan mortífera de ataques, Manuel Valls, que pronunció un gran discurso contra el terrorismo en la Asamblea Nacional, vuelve a formar parte del Gobierno de Francia.

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