Los “rehenes” del 6 de enero

Una docena de personas resiste a la sensación térmica de -10 grados en el exterior de la prisión en el sureste de Washington en la que se encuentran 30 de los 650 encarcelados por asaltar el Capitolio hace hoy cuatro años. Como cada noche, juran la bandera, rezan una plegaria y, entre gritos de “libertad”, rinden culto a los “mártires” y “rehenes” del 6 de enero. Sienten alivio por el retorno al poder de Donald Trump, a quien consideran, como a sus amigos y familiares entre rejas, una víctima del Estado profundo.

El republicano les ha prometido que indultará el “día uno” de su presidencia, el 20 de enero, a todos los “presos políticos”, encarcelados por perpetrar el mayor ataque a la democracia estadounidense desde la guerra civil. Cuatro años después, hoy el Congreso certificará su victoria en los comicios, en un clima muy distinto y sin previsión de violencia, pues Kamala Harris, que liderará la sesión como presidenta del Senado –cargo que viene con el de vicepresidenta–, sí aceptó su derrota en las elecciones de noviembre.

Brandon Fellows, de 30 años, sigue cumpliendo condena por haber participado en la insurrección del 6 de enero. Después de tres años en el correctivo, se encuentra en libertad vigilada y acude cada noche a la llamada Esquina de la Libertad en apoyo a sus compañeros presos. Como tantos otros estadounidenses, considera que el asalto al Capitolio fue un montaje para demonizar a Trump y su movimiento político, cuya retórica victimista ha contribuido a su histórico retorno a la Casa Blanca.

El Congreso certifica hoy el resultado de las elecciones en un clima muy distinto a la violencia del 2021

“Tuvimos una larga espera en la Elipse, hasta que apareció Trump y nos dijo que había que ir al Capitolio a manifestarnos pacífica y patrióticamente”, recuerda Fellows. “Cuando llegamos al edificio, vi que rompieron un cordón policial, pero después comenzaron a decir que la policía nos estaba dejando entrar. Se habían unido a nosotros, y me parecía excitante, porque estaba viviendo una revolución contra el secuestro de las instituciones. Incluso me guiaron hacia el interior, se portaron bien conmigo. Pero la cosa no terminó bien: me engañaron y eso me valió tres años en prisión”.

El escrito condenatorio del juez muestra una versión muy distinta a la que este simpático joven de Nueva York nos cuenta mientras se frota las manos y exhala aire sobre ellas para calentarse. Entre las pruebas presentadas por los fiscales, una serie de vídeos muestran a Fellows entrando a través de una ventana rota y dirigiéndose al despacho del senador demócrata Jeff Merkley, donde se encendió un porro de marihuana. Luego, se unió a los alborotadores en la Cripta y se encaró agresivamente a los agentes. Aunque le dieron inicialmente la libertad condicional, se la revocaron tras múltiples infracciones, por glorificar aquella violencia a través de las redes sociales y por desacato ante el tribunal, al que despreció repetidamente y llamó “nazi” durante la fase prejudicial.

Trump está reescribiendo la historia de Estados Unidos, y no solo porque es el primer presidente electo convicto o el de mayor edad, sino porque su versión de los hechos se ha impuesto en esta polarizada sociedad. Pero la exaltación del 6 de enero no borrará los hechos: el magnate alentó a sus seguidores enfurecidos –algunos de ellos armados y pertenecientes a milicias como los Proud Boys o los Oath Keepers– para que irrumpieran violentamente en la sede de la democracia y trataran de torpedear la voluntad popular, que expresó en las urnas su deseo de que Joe Biden liderara el país.

Un comité de la Cámara de Representantes responsabilizó a Trump como principal responsable del asalto

Aquel día murieron cinco personas y unos 140 policías resultaron heridos. El sargento Aquilino Gonell, de la Policía del Capitolio, recordó ante el Congreso su traumática experiencia en los laberínticos túneles que unen el Senado, la Cámara de Representantes y las oficinas de los legisladores bajo el edificio federal. “Mis compañeros y yo recibimos puñetazos, patadas, empujones y fuimos rociados con productos químicos irritantes por una turba violenta. Podía sentir cómo perdía oxígeno y recuerdo que pensé: así es como voy a morir, defendiendo esta entrada”, aseguró ante el comité del 6 de enero, formado por demócratas y republicanos, que concluyó que Trump había sido el principal responsable de aquellos hechos.

El Departamento de Justicia nombró al fiscal especial Jack Smith para investigar los hechos y finalmente logró que un gran jurado imputara a Trump por cuatro delitos penales relacionados con la obstrucción de un procedimiento oficial. Tras múltiples aplazamientos, y después de la victoria del republicano en las elecciones, finalmente retiró su acusación, a la luz de que no iba a lograr una condena del presidente electo.

En los últimos cuatro años, la justicia ha imputado a más de 1.400 personas en relación con el asalto al Capitolio, ha condenado a unas 900 y 650 han pisado la cárcel. El primero en ir a juicio fue Guy Reffitt, miembro de la milicia de extrema derecha Three Percenters, que acudió a la protesta vestido con chaleco antibalas y portando una pistola y unas esposas de plástico. Los fiscales le consideraron el hombre que “encendió la mecha” que permitió el avance de la turba trumpista hacia el edificio, y lograron su condena a siete años de prisión.

Trump fue imputado con cuatro delitos por el 6 de enero, pero el fiscal retiró los cargos tras su triunfo electoral

Su mujer, Nicole Reffitt, lo considera un preso político. Desde el mismo día que Guy entró al penal, ha acudido casi cada noche a la Esquina de la Libertad para hacer oír su voz con un megáfono. En esta noche fría, calienta su cuerpo bailando junto a un altavoz, justo antes de dirigirse al reducido grupo que se ha acercado, pese a la incipiente tormenta de nieve. Después, coloca el nombre de uno de los presos del 6 de enero en una especie de calendario de adviento, en el que se cuentan los días que quedan para la “libertad”, es decir, para la toma de posesión de Trump. Después de la certificación de sus electores, que tendrá lugar hoy en el Congreso, no hay ningún proceso legal que pueda impedir su coronación el día 20 de enero.

“Mi marido fue injustamente detenido, porque nunca entró al edificio, y le condenaron por obstrucción de un procedimiento oficial”, asegura Reffitt, después de dar su discurso diario actualizando el estado legal de los presos. “Hay mucha desinformación, muchos vídeos descontextualizados y esas cosas. Creo que la gente debe formar su propia opinión sobre lo que ocurrió ese día. Para mí, fue la policía quien hizo la guerra al pueblo americano, y cinco ciudadanos murieron. La gente solamente fue al Capitolio para hacer oír su voz. Mi marido fue por las restricciones del covid, y por lo que él consideraba unas elecciones fraudulentas”.

Reffitt está convencida de que Trump cumplirá con su promesa e indultará a su marido. Pero, a diferencia de Fellows, no cree que deba darse un indulto general. “Hay que revisar caso por caso, porque también hubo malos actores ese día, y algunos de ellos sí deben ser castigados”, señala.

El magnate promete indultos el “día uno” de su mandato, pero no aclara si serán generalizados

Durante la campaña electoral, Trump ha usado con frecuencia una versión del himno estadounidense grabada por varios asaltantes encarcelados. Suele referirse a ellos como “patriotas” y “rehenes” del sistema judicial. Pero ha dado pistas contradictorias sobre los prometidos indultos, sin especificar si perdonará los cargos de todos los detenidos o pedirá una revisión caso por caso.

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