Las estimaciones se han dado de bruces con la realidad. Los números sobre los proyectos de hidrógeno verde no están siendo tan positivos como se había estimado hace unos años y la tecnología, que apuntaba a convertirse en el vector de descarbonización de la gran industria y el transporte pesado, va a tardar más de lo esperado.
Un informe de los analistas de BloombergNEF publicado al filo de fin de año triplicaba el coste de producir hidrógeno renovable respecto a sus propias previsiones de finales del 2022. Esos datos auguran que en el 2050 producir un kilo de hidrógeno verde costará entre 1,60 y 5,09 dólares, frente al rango actual que oscila entre 3,74 y 11,70 dólares, en función de las diferentes zonas de producción del mundo. En ese marco, solo dos países, China e India, podrán sacar rentabilidad a la producción de hidrógeno verde.
En España las previsiones discurren en una tendencia similar. El esperado Eldorado para la transición ecológica de la gran industria o el transporte pesado ha perdido brillo en apenas unos meses. “Había mucho optimismo y se barajaban precios de 2 euros/ kilo. Eso ahora se ve lejos. Cuatro o cinco parecen más acertados. Los grandes proyectos se mantendrán, pero muchos necesitarán ayudas, y una tecnología que necesita ayudas es difícilmente escalable”, asegura Óscar Barrero, socio responsable de energía de PwC.
El almacenamiento y los biocombustibles compensarán el freno del hidrógeno para cumplir con el Pniec
Detrás de este cambio de discurso hay varios motivos. El primero, la tecnología. Los electrolizadores con los que se produce hidrógeno no están reduciendo su precio con la intensidad que lo han hecho, por ejemplo, los componentes de la producción fotovoltaica. A ello se une un segundo factor, aún más estratégico. La energía barata que se atisbaba en 2022 no lo será tanto. “Mientras la solar sigue cayendo y ya se están firmado acuerdos bilaterales por 35 euros/megavatio hora (MWh) y será fácil llegar a los 30 euros MWh, la eólica no baja de los 55 euros MWh y no parece que esto vaya a cambiar”, señala Barrero.
Este experto explica que para que un electrolizador sea rentable debe estar funcionando día y noche y para ello se necesitan esas dos fuentes de generación eléctrica. La contestación social ha llevado casi al estancamiento de los proyectos eólicos. “Sin esa energía adicional en el mercado, la rentabilidad de producir hidrógeno renovable se complica”, apunta Barrero. Solo la regulación puede cambiarlo.
El tercer elemento de esta complicada ecuación es la demanda. Es decir, la gran industria, que debería sustituir su actual sistema de producción de hidrógeno con gas por un modelo eléctrico. “Está habiendo un racionalización de la demanda porque los números no salen”, asegura Marta Sánchez, socia responsable de estrategia y consultoría para el sector de energía de EY España.
El estancamiento de la energía eólica encarece el coste energético de muchos proyectos de hidrógeno
Las grandes industrias son las que deberían comprar el hidrógeno verde de los proyectos anunciados en estos últimos años. Pero cambiar su sistema de producción es tan complicado y costoso que están retrasando esa transformación. “Ahora, solo aquellos grandes operadores que diseñaron sus proyectos junto a futuros clientes tendrán capacidad de ir adelante. Otros que no tenían la solidez de un comprador se quedarán por el camino”, comenta Sánchez.
El boom del hidrógeno verde en España estalló a partir de la publicación de una hoja de ruta en 2020 en la que se establecían necesidades de 4 GW de producción. En 2021 los proyectos anunciados superaban los 70 GW. En el último Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec), publicado el pasado mes de septiembre, el reto es desarrollar 12 GW para 2030. “Incumplir ese hito no es tan importante. No sería la primera infraestructura que tiene un retraso. Lo importante es la dirección y en eso no hay duda, el hidrógeno verde es la vía para descarbonizar la industria y el transporte pesado y España, el lugar de Europa con mejores condiciones para hacerlo rentable”, asegura Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno.

Ajenos a los problemas técnicos, los objetivos del Pniec se mantienen y para conseguirlos habrá que apostar por otras alternativas. “El año 2025 será clave para impulsar otras que puedan compensar el retraso. Estamos hablando del almacenamiento en baterías eléctricas, térmicas y de bombeo. La demanda eléctrica de los centros de datos también ayudará a avanzar en los objetivos del Pniec. Pero para todo ello se necesita una adecuada dimensión de la red eléctrica y eso es lo más urgente”, asegura Marta Sánchez.
Mientras estas dos claves se ajustan, los biocombustibles se posicionan como las posibles estrellas energéticas del año. En 2025 la aviación y el transporte por barco deben cumplir los primeros objetivos medibles de adopción de biocarburantes del Pniec. “Si nadie se queja es que todo va bien, al menos hasta 2030”, sentencia Barrero.