Jimmy Carter y las verdades incómodas

La práctica coincidencia en el tiempo del fallecimiento de Jimmy Carter, trigésimo noveno presidente de Estados Unidos, con la segunda toma de posesión de Donald Trump, cuadragésimo quinto y cuadragésimo séptimo titular del cargo, es toda una ironía histórica. En efecto, el primero fue elegido en 1976, tras una campaña en la que prometió a sus conciudadanos que no les diría nunca una mentira. Al segundo, en cambio, el The Washington Post le contabilizó más de 30.000 mentiras en su primer mandato, a razón de unas veinte diarias.

Polos opuestos

Carter fue elegido en 1976 y prometió que no diría ninguna mentira; en su primer mandato Trump llegó a contar 30.000

Aunque en la época de Carter no existían los fact checkers , los verificadores actuales que permiten detectar el respeto a la verdad de una afirmación o declaración específica, el exgobernador sureño se mantuvo bastante fiel a su promesa electoral, y ello pudo contribuir a que no fuera reelegido en 1980. 

Con toda probabilidad, el discurso más recordado de su presidencia fue el llamado malaise speech , el discurso del malestar, a pesar de que dicha palabra nunca salió de sus labios. Pronunciado en julio de 1979, en plena crisis energética causada por el segundo shock petrolífero, con él pretendió convencer a sus conciudadanos de que no podían seguir viviendo por encima de sus posibilidades, especialmente en el terreno energético.

El punto débil del populismo es su inevitable choque, tarde o temprano, con la realidad

Probablemente, tenía razón, pero su pesimismo encontró pocos seguidores y contrastó poderosamente con el desbordante optimismo del que hacía gala su verdugo en los comicios de 1980, el exgobernador Ronald Reagan. La puntilla fueron los 444 días, los últimos de la presidencia de Carter, en los que permanecieron secuestrados por milicianos iraníes medio centenar de diplomáticos estadounidenses.

FILED - 04 October 2007, Lower Saxony, Lueneburg: Former US President Jimmy Carter smiles during a ceremony at the Lueneburg St. Michaelis church. Former US president Jimmy Carter has died aged 100, the Carter Center confirmed. Photo: Hans-Jürgen Wege/dpa

Jimmy Carter, en una imagen de 2007, falleció hace unos días a los 100 años

Hans-Jürgen Wege/dpa / Europa Press

En contraste con la realpolitik que representó la diplomacia dirigida por Henry Kissinger, quien, por cierto, también murió centenario, la política exterior de la administración Carter se caracterizó por su énfasis, al menos teórico, en el respeto a los derechos humanos. Ciertamente, todo un contraste con la admiración que despiertan en Donald Trump los regímenes autoritarios en general y el de la Rusia de Vladímir Putin en particular.

En cualquier caso, parece evidente que Estados Unidos no es el único país en el que las verdades incomodan. Con independencia de su indiscutible arrogancia, el presidente Macron –ahora ha perdido toda credibilidad– tenía una agenda reformista que es probablemente la que necesita Francia. Otro tanto podría afirmarse de las medidas aplicadas por el primer ministro británico, Keir Starmer, con su popularidad bajo mínimos tras su contundente victoria electoral de hace apenas seis meses.

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El presidente electo, Donald Trump, conversa con el ex presidente Obama en el entierro de Jimmy carter

MANDEL NGAN / AFP

 Ni los franceses ni los británicos aceptan el discurso de la austeridad. En ese sentido, el segundo mandato de Trump, que arranca dentro de una semana, puede ser trascendental. El punto débil del populismo es su inevitable choque, tarde o temprano, con la realidad. Jimmy Carter demostró, quizás más en sus 44 años como expresidente que en sus cuatro como presidente, que la solidaridad no es un concepto inocuo en este mundo tan erizado de problemas.

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