Volvió el teatro con un clásico entre clásicos: El Lazarillo de Tormes

El auditorio del Centro de Artes se abrió de nuevo para albergar teatro. Esa es la gran noticia, a pesar de la restringida afluencia de público, que no pudo superar las 72 localidades por razones de estricto protocolo sanitario. Antonio Campos y José Luis Montón fueron los encargados de reinaugurar la temporada, aunque nadie sabe cómo ni de qué manera podrá continuar. Llegaron con su particular montaje del Lazarillo de Tormes, clásico entre los clásicos. Ambos compatibilizan la actuación en plena simbiosis, Campos con la declamación y Montón a la guitarra. “Es como un papel en blanco donde se escriben los sentimientos de ese momento”, indicaba el guitarrista momentos antes de salir a escena. “Solo nos preocupamos de dar porque lo demás lo tienes, es lo que hace el oficio”.

Ambos coinciden en sentirse a gusto con esta adaptación, ya que está teniendo gran aceptación. “Los clásicos siguen funcionando y todavía hay muchos lazarillos en el mundo”, dice Antonio Campos. “El lazarillo es como un método de supervivencia y los clásicos nos enseñan de dónde venimos”.

Albacity Corporation lleva 16 años haciendo teatro y este Lazarillo no ha parado pese a pandemia. Antonio Campo, como productor, admite que tienen suerte de seguir trabajando, “tal vez por lo asépticos que somos, ya que es un formato de solo dos y todo el material técnico lo traemos nosotros”. “Por desgracia, el noventa por ciento del oficio no tiene trabajo y se están cerrando muchos teatros”.

En este sentido, defienden la seguridad sanitaria de los teatros. “Es el lugar más seguro para vivir porque no ha habido un solo caso de Covid”, argumenta José Luis Montón. “Déjennos trabajar porque no hay ningún peligro”, insistía. En su opinión, los protocolos sanitarios son sobresalientes y no los ha visto en ningún otro espacio. Además, -añade- “la poca gente que puede venir está viniendo, porque tiene ganas de descontracturar el alma y ver que hay otro mundo aparte de la pandemia que vivimos”.

Los técnicos del Área de Cultura se afanaron en las medidas sanitarias, tomando temperatura, ofreciendo gel hidroalcohólico y sentando a cada espectador en una butaca previamente asignada, con su nombre incluido.

También te puede interesar