La casa en la que Rudolf Höss, comandante del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz, se instaló con su esposa e hijos justo al lado del recinto de muerte y tortura que dirigía, servirá pronto para un propósito que el criminal jamás habría podido ni imaginar.
En un vuelco del destino, este edificio de tres plantas de Oswiecim, la localidad polaca en la que la Alemania nazi ubicó el complejo de barracas, cámaras de gas y crematorios en el que murieron 1,1 millones de personas, la gran mayoría judíos, albergará un centro de investigación contra el odio y el extremismo. Para tal fin, una oenegé estadounidense con oficina en Berlín, Counter Extremism Project (CEP), culminó el pasado octubre la compra del edificio a las ocho propietarias polacas de los pisos en que se dividía, cuyas familias los habían adquirido durante la posguerra.
Una oenegé de Estados Unidos compró la casa a varias familias y el arquitecto Daniel Libeskind hará el proyecto de rediseño
“Seamos claros; este no es un edificio histórico, aquí no estuvo nadie que merezca ser recordado”, argumenta el politólogo polaco Jacek Purski mientras enseña la casa a La Vanguardia , habitación por habitación, y varios operarios se afanan en tareas de limpieza y ajuste. La villa abrirá excepcionalmente mañana con motivo del 80.º aniversario de la liberación del campo de Auschwitz-Birkenau por el Ejército Rojo el 27 de enero de 1945. “Nos parece que es nuestro deber abrir el lunes en honor de los supervivientes y de las familias de víctimas del Holocausto, para que sepan que su mensaje continúa y que con el nuevo centro que creamos lo haremos más fuerte”, dice Purski, que será su director.
Tras decenios en la oscuridad, la villa es objeto de mayor atención por La zona de interés, del cineasta británico Jonathan Glazer, Oscar a la mejor película internacional en el 2024. La película no se rodó aquí -salvo una escena-, sino en otra casa de Oswiecim, pero es un elemento central de la historia.
En esta casa, el número 88 de la calle Legionow, construida en 1937 para un militar polaco, vivió Rudolf Höss con su mujer, Hedwig, y sus cinco hijos pequeños. Después de la guerra, en la autobiografía que escribió mientras aguardaba su ejecución por condena de un tribunal polaco, Höss afirma que su familia lo pasó bien en Auschwitz: “Mi esposa tenía su paraíso de flores; los niños siempre tenían animales en el jardín”.

Jacek Purski, director del centro, con periódicos de época nazi, baterías y el uniforme de un prisionero hallados en el desván de la casa
En efecto, la casa fue renovada y se le añadió una tercera planta. En el terreno adyacente se construyó un jardín, una piscina, un invernadero, un cobertizo para los animales y una sauna. Las ventanas que dan al campo fueron opacadas; desde ellas se ven perfectamente las barracas de los prisioneros. No se puede divisar desde aquí, pero a poca distancia está el cadalso en que fue ahorcado Höss en abril de 1947.
Después de la guerra, la casa fue devuelta a la familia propietaria, que tiempo después la vendió a terceros. Todas esas personas vivieron durante decenios en este lugar. “Soy de Oswiecim y si esta casa fuera mía, probablemente no querría vivir aquí –reflexiona el ingeniero Bartek Topoctoc, que supervisa el saneamiento del edificio–. Pero hay que ponerse en la situación de la gente en Polonia después de la guerra, con todo destruido y la necesidad de salir adelante”.

Los trabajadores de la construcción que el año pasado vaciaron y desescombraron la casa recién comprada encontraron en el desván periódicos de propaganda nazi, baterías y un uniforme de prisionero, colocado todo como un amasijo para aislamiento. También apareció una taza con el emblema de las SS.
“Expondremos estos hallazgos en el día de apertura, pero con diferente tratamiento, por supuesto: el uniforme estará en una vitrina elevada, para honrar a la persona que lo llevó, y los periódicos y la taza en una esquina en el suelo”, explica Jacek Purski. El número 88 de la casa es un código que para los nazis remite a Heil Hitler! , por ser la hache la octava letra del alfabeto, pero no está del todo claro si la finca tenía ya ese número o se lo pusieron los nazis.

Ventana de la segunda planta de la casa en que vivió con su familia Rudolf Höss, comandante del campo de exterminio de Auschwitz, desde la que se ven las barracas de los prisioneros
Para tener más espacio para el nuevo centro, la oenegé Counter Extremism Project (CEP) compró también la casa de al lado, el número 88a, y ha encargado el rediseño al arquitecto polaco-estadounidense Daniel Libeskind, autor de la ampliación del Museo Judío de Berlín. En principio, habrá salas de reuniones, una biblioteca y un centro de datos. El nuevo centro se llamará Archer in House 88, siglas en inglés de centro de investigación sobre odio, extremismo y radicalización de Auschwitz en la casa 88.
Para Jacek Purski, que lleva veinte años trabajando en la prevención de los radicalismos, lo fundamental es que el nuevo centro, “que, siendo realistas, empezará a funcionar dentro de dos años, ofrecerá a educadores, investigadores y juristas instrumentos para combatir el odio, el extremismo y la radicalización en el presente y en el futuro”. El Museo de Auschwitz-Birkenau, concentrado en la historia y en su memoria, colaborará también.
“Ochenta años después del Holocausto está claro que, aunque es esencial no olvidar nunca, eso no basta para prevenir el odio y el antisemitismo”, afirma Mark Wallace, director y fundador de la oenegé CEP. El centro de investigación en la antigua casa del comandante de Auschwitz aspira a investigar todos los extremismos.
