
Enero del 2025
Recordaremos este mes durante años. El primer mes del año I de la Nueva Era Imperial concluye con la imposición de aranceles del 25% a las exportaciones de México y Canadá, y del 10% a los productos provenientes de China. La nueva Administración de los Estados Unidos está desplegando una nueva estética del poder y ha empezado a desarrollar los puntos cardinales de su programa. El activismo de Donald Trump contrasta de manera arrolladora con la visible senilidad del último año de Joe Biden. Trump también está luchando contra el tiempo: lo que no haga durante sus primeros dos años de mandato será más difícil de aplicar en los dos años siguientes, cuando empiecen las maniobras para su sucesión.
Una estética
Una estética perfectamente reflejada en las fotografías oficiales del presidente y de la primera dama, Melania Trump (Melanija Knavs antes de contraer matrimonio, nacida en Eslovenia en 1970). La foto del presidente se inspira en la foto de su ficha policial. Elle le sigue el juego. Mirada severa, actitud dominante, difuso mal humor, agresividad apenas contenida, malismo. Teatro. Ahora está de moda parecer malo.
Una alianza
La presidencia y la elite empresarial tecnológica. El presidente y los jefes de las principales compañías de Silicon Valley. El Ejecutivo de la primera potencia del mundo coaligado con los amos del algoritmo. Pocas veces habíamos visto un conglomerado de intereses económicos tan teatralmente alineado. Los poderes financieros fueron algo más discretos trabajando detrás de las bambalinas y de los departamentos. Sus nombres propios no tapaban el nombre de sus corporaciones. Aún se habla más de Blackrock, la gestora de activos más grande del mundo, que de su presidente y director ejecutivo, Larry Douglas Fink. En línea contraria, se habla más de Elon Musk que de Tesla y SpaceX. Y cuando se menciona la red X se habla directamente de Musk, que la ha comprado y la ha copado. Es ahora su juguete político explícito. Se habla más de Mark Zuckerberg que de Meta. Jeff Bezos empieza a ser más visible que la marca Amazon. Se empieza a hablar más de Sam Altman que de OpenAI. El nuevo tecnocapitalismo presenta rasgos feudales.
Un programa imperial
Ganar territorio y asegurar el control de las grandes rutas de navegación comercial. Un brutal regreso a la Geografía. “Viene la venganza de la geografía”, escribió el ensayista norteamericano Robert Kaplan hace más de quince años. La venganza de la geografía está siendo salvaje. Estados Unidos quiere comprar Groenlandia a Dinamarca, por las buenas o por las malas, y ofrece a Canadá la posibilidad de sumarse a la Unión. Esa gentil oferta fue subrayada anoche (hora local española) por la imposición de aranceles del 25% a los productos canadienses que entren en Estados Unidos. El mismo trato se va a dispensar a México. De entrada, más agresividad comercial con los países vecinos que con China (aranceles del 10%). Exigencia de un mayor control estadounidense del Canal de Panamá. Trump quiere regresar a La Zona, la franja de territorio a ambos lados del canal que durante años estuvo bajo la jurisdicción directa de Estados Unidos: tierras, aguas y espacio aéreo. De entrada exige peajes más baratos para los barcos estadounidenses.
El enemigo interior
No hay programa imperial sin enemigo interior que actúe de coagulante. Ese enemigo es el inmigrante ilegal, estos días calificado de criminal por los portavoces oficiales de la nueva Administración. Ya no se habla de simpapeles, se habla de criminales. Los primeros criminales capturados aparecen por televisión cargados de cadenas antes de subir al avión que los va a repatriar. Se anuncia un centro de detención para 30.000 criminales en Guantánamo. Se acentúa la deshumanización de los márgenes de la sociedad. Esa onda pronto llegará a Europa con toda su dramatismo e intensidad. La mayoría de esos criminales hablan español.
El enemigo exterior
El principal enemigo exterior es China y la República Popular China no ha faltado a la cita. Después que Trump anunciase una inversión de casi 500.000 millones de dólares en cuatro años para generar infraestructuras para la Inteligencia Artificial, la empresa china DeepSeek provocaba un terremoto en las bolsas tras dar a conocer oficialmente un nuevo modelo de IA que supera en eficiencia al último desarrollo de Open AI con una menor inversión. Días después, la empresa china Ali Baba lanzaba otro desarrollo de IA en una línea similar. Terremoto mundial.
DeepSeek ha salido al mercado con código abierto, ofreciendo documentación detallada para integrar sus modelos en aplicaciones personalizadas. Esto permite a desarrolladores y empresas adaptar la tecnología a sus necesidades específicas, ofreciendo un nivel de personalización sin precedentes. Con este movimiento, China rompe el esquema de la competición con Estados Unidos. En estos momentos no hay un ganador claro de la carrera por la IA. El horizonte de un monopolio norteamericano se difumina. Se ha hablado esta semana de un regreso al momento Sputnik, el momento en que la Unión Soviética se adelantó en la carrera del espacio al poner el primer satélite artificial en orbita en 1957. Quizá sea prematuro llegar a ese tipo de conclusiones, pero está claro que el movimiento DeepSeek es un capítulo fundamental de Enero del 2025. Mientras Estados Unidos y China compiten por el vértice de la pirámide tecnológica, estallan guerras civiles en la base, donde se hallan los materiales básicos para su desarrollo. Congo, uno de los países más martirizados del planeta, enorme reserva de minerales estratégicos, se halla de nuevo al borde la guerra civil.
Hostilidad manifiesta hacia la Unión Europea
“También pienso aplicar aranceles a la Unión Europea”, anunció ayer Trump. Posibles aranceles e intromisión descarada en la campaña de las elecciones federales alemanas que han de tener lugar el próximo 23 de febrero. La Comisión Europea mantiene una remarcable línea de prudencia a la espera del resultado de esas elecciones alemanas. Atención al dato: ayer se rompió en el Bundestag el grupo parlamentario de la CDU, el partido conservador que en estos momentos encabeza los sondeos. Se quebró la unidad de voto de la CDU después que la ex canciller Angela Merkel rompiese su silencio y criticase la decisión de su sucesor, Friedrich Merz, de sumarse a la formación de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) en una moción favorable al endurecimiento de la política de inmigración. Merkel le reprochó a Merz la confluencia táctica con AfD y ayer 20 diputados de la CDU rompieron la disciplina parlamentaria impidiendo que esa moción saliese finalmente adelante. La CDU se quiebra en el Parlamento tres semanas antes de las elecciones federales. Merkel muestra tarjeta amarilla desde la banda y veinte diputados le siguen. Eso son palabras mayores. El descarado apoyo de Elon Musk a la AfD ha logrado poner nervioso al nuevo líder de la CDU, formación que ha bajado del 30% en los últimos sondeos. Alberto Núñez Feijóo debe de estar tomando nota nerviosamente de lo que ocurre en Alemania.
No ha habido ‘milagro’ en Ucrania
Donald Trump logró que la ceremonia de su juramento coincidiese con el alto el fuego en Gaza, pero no se ha producido un milagro en la guerra de Ucrania, que sigue su curso. Trump no podía forzar un regalo territorial a Rusia a cambio de un alto el fuego acelerado. La única novedad en ese campo de batalla es la aparente retirada de las unidades norcoreanas que combatían junto con el ejército ruso en la región de Kursk. El misterioso ejército de terracota norcoreano parece haber desaparecido de escena después de los cambios en Washington. Fuentes ucranianas sostienen que han sufrido muchas bajas.
Nerviosa expectación en España
La aceleración de tensiones en el marco internacional siempre modifica la escala de las políticas nacionales. Política exterior y política interior forman una unidad dialéctica. El endurecimiento del cuadro internacional empequeñece en estos momentos algunas de las trifulcas internas españolas. Es literalmente delirante que la denominada política nacional, aquella que se fabrica en los medios de comunicación radicados en Madrid, gire obsesivamente desde hace unos meses alrededor del novio de la señora Isabel Díaz Ayuso y del Fiscal General del Estado. El cuadro isabelino, a mi novio que no me lo toquen, nos devuelve al siglo XIX, mientras se dirime el gran combate del sigo XXI. Un combate que puede tener implicaciones materiales inmediatas para España. Un cambio de modelo en el desarrollo de la IA puede cuestionar, por ejemplo, las inversiones que se han anunciado para la creación de diversos centros de datos en la España interior. No es un asunto de poca monta. Esos centros exigen un cuantioso consumo de electricidad y la red aún no está adaptada a ese mapa industrial, que ahora podría quedar en cuarentena.
En enero del 2025, el mes que recordaremos durante años, la CIA modificó el mapa de Marruecos que aparece en su web oficial, integrando el territorio del Sáhara Occidental a una plena soberanía marroquí. Mapas, mapas, mapas. Google Maps ha acatado la orden de Trump de cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América. No han habido, por el momento, vivas protestas de los más aguerridos defensores del legado español en América. La consideración más incisiva sobre Trump en el ámbito de la política española pertenece al dirigente del Partido Popular, Esteban González Pons: “Macho alfa de una manada de gorilas”, ha dicho el eurodiputado valenciano. Vox ha pedido su dimisión. Núñez Feijóo, demudado, ha precisado que la relación de España con Estados Unidos debe ser “excelente”. Quedan muchas piezas por ajustar. Y es que aún estamos empezando febrero del año uno.