El Gobierno francés ha logrado este miércoles tomar oxígeno al fracasar dos mociones de censura de la izquierda radical, una por los presupuestos ordinarios y otra por los de la seguridad social.
El intento de tumbar al Ejecutivo que encabeza el centrista François Bayrou quedó muy lejos de obtener los votos necesarios para triunfar. Fueron solo 128 votos (la mayoría era 289) en la primera moción y 122 en la segunda, convertida ya en un mero trámite. Si no hay grandes sorpresas, por tanto, el primer ministro puede ahora confiar en sobrevivir al menos hasta el verano.
La no censura implicó la automática adopción de los presupuestos del 2025, que habían quedado aprobados sin votación, el lunes pasado, en la Asamblea Nacional al utilizar el Gobierno un artículo de la Constitución que permite ese procedimiento excepcional. Bayrou se vio obligado a ese recurso al no tener garantizada una mayoría si se votaba.
El desenlace no fue una sorpresa. Los socialistas resultaron decisivos al acordar no censurar al Gobierno. Lo hicieron sin ningún entusiasmo, incluso con dolor. Varios de sus portavoces insistieron en que los presupuestos no les gustan porque son demasiado de derechas. Pero el PS consiguió algunas concesiones, como un impuesto temporal a las grandes empresas, así como la no supresión de 4.000 plazas de maestros y la no congelación de las pensiones, como era el propósito inicial por un imperativo de ahorro. Al final se impuso en los socialistas el deseo de una mínima estabilidad en un momento muy delicado para el país, que está bajo vigilancia europea por déficit excesivo, y en un contexto geopolítico internacional inestable e incierto.
El Reagrupamiento Nacional (RN, extrema derecha) optó igualmente por dejar con vida al Gobierno. De todos modos sus votos no habrían cambiado las cosas, pues sin los socialistas la censura no habría triunfado. Sébastien Chenu, vicepresidente del partido, consideró que el debate de ayer había quedado “esterilizado” por el PS. El RN, que resultó clave para tumbar al gobierno de Michel Barnier en diciembre pasado, ha escogido ahora adoptar una actitud que transmita responsabilidad. No quiere que le endosen la etiqueta de un desestabilizador permanente. La extrema derecha prefiere guardarse la pólvora para cuando sea más oportuno. A partir de julio la Constitución ya permitirá nuevas elecciones y eso influirá en los cálculos.
Los socialistas dicen haber escogido la responsabilidad en vez de “la estrategia del caos”
Por parte de La Francia Insumisa (LFI), el grupo promotor de la censura, la diputada Aurélie Trouvé arremetió contra el Gobierno por un presupuesto “irresponsable” y “el más austero del siglo XXI”, con una caída de gasto público que estimó en 23.000 millones de euros.

Unas pantallas muestran el resultado de la votación en la Asamblea Nacional sobre la moción de censura
La postura de los socialistas ha causado la práctica fractura del Nuevo Frente Popular (NFP), la alianza de izquierdas que logró el mayor número de escaños en las elecciones anticipadas del verano pasado. El diputado Emmanuel Grégoire, que se encargó de explicar la posición del PS en el debate, recordó que dentro del NFP, cada partido “conserva su autonomía estratégica”, y que los socialistas han preferido la responsabilidad “a la estrategia del caos”.
La derecha gaullista, que participa en el Ejecutivo en puestos importantes como el ministro del Interior, advirtió que la simple presentación de una moción de censura “ofrece al mundo la imagen de un país inestable”. El diputado Philippe Juvin anunció que la política del Gobierno, a partir de ahora, será más agresiva y preparará reformas estructurales “para gastar menos, gastar mejor, trabajar más, descentralizar, simplificar y dar confianza”. “Gobernar no es distribuir sin fin dinero público, es optar, es hacer ahorros”, concluyó Juvin.
En su respuesta a los diputados, Bayrou reconoció que se trata de “un presupuesto imperfecto”, de una “etapa de urgencia”, pero obligada para mantener la confianza de los inversores y dar a las empresas la estabilidad que necesitan. Según el primer ministro, también los hogares precisan “volver a encontrar un mínimo de coherencia en la acción pública”.
El primer ministro habla de “tsunamis” externos, como el de Trump, que obligan al país a tener al menos presupuestos
Como ya hizo otras veces ante la Asamblea, Bayrou explicó el complicado contexto internacional en el que se mueven Francia y Europa, un condicionante esencial a la hora de decidir. El primer ministro habló de los centenares de miles de muertos en la guerra de Ucrania, del excedente comercial gigantesco de China y de los planes imperialistas de la nueva Administración estadounidense en Groenlandia o el canal de Panamá. En todos esos casos se trata, según Bayrou, de “tsunamis irresistibles”, una razón suplementaria para que Francia funcione al menos con un presupuesto, aunque sea imperfecto.