
Los huevos están por las nubes, cuando los hay en las estanterías, y así le ha ido a la inflación en Estados Unidos, que creció un inesperado 0,5% en enero, comparado al 0,4% anterior y al 0,3% vaticinado. Esta aceleración hace que el índice de precios al consumo se sitúe en el 3% anualizado, cuando en diciembre se quedó en el 2.9%. Esto se interpreta como un incentivo para que la Reserva Federal (Fed) persevere en su línea con los tipos de interés y la extensión de la pausa que estableció en su última reunión.
El índice Dow Jones de futuros registró de inmediato una caída de 400 puntos. En esto tuvo una influencia relevante la inflación subsidiaria que, excluidos los elementos más volátiles como la energía y los alimentos, subió a un ritmo del 0,4%, hasta el nivel anualizado del 3,3%, cuando los pronósticos eran del 0,3% y el 3,1%, respectivamente.
Este es el último informe de la época Biden, aunque ya dejó la Casa Blanca el 20 de enero, y Donald Trump recibe una inflación desfavorable. Sin embargo, hasta este miércoles existía el consenso entre los expertos de que la economía estadounidense conservaba una forma sólida.
Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed), en su primera comparecencia en el Congreso con la nueva Casa Blanca, avaló el martes esa fortaleza de la economía que ha heredado Donald Trump.
“Estamos en un lugar bastante bueno con esta economía”, señaló Powell. De esta manera insistió en que la Fed no tenía prisa alguna para hacer más recortes de los tipos de interés, tras la pausa decretada a finales del mes pasado. No existe urgencia reiteró antes los legisladores, aunque mantuvo la disposición de echar mano de la tijera si la inflación sigue bajando o el mercado laboral se debilita.
El dato de inflación se produce después de que el banco central de EE.UU. desafiara al presidente Trump, que, previa a la última reunión de la Fed, requirió un recorte de los tipos. Este miércoles insistió y dijo que “la bajada de los tipos de interés deben de ir de la mano de los aranceles”.
El dato de enero muestra la naturaleza desigual de la batalla de la Fed contra los precios elevados. La inflación ha caído de forma drástica desde junio del 2022, con un pico del 9,1%. Sin embargo, los progresos en estos meses recientes han sido más esporádicos.
El principio del año suele ser propicio para un aumento de costos y un crecimiento más pronunciado de los precios. Así que muchos analistas interpretaron previamente que el informe sobre la inflación en enero no cambiaría la postura de la Reserva Federal de esperar y ver en relación con su política monetaria-
En enero, los precios subieron en sectores muy cercanos a los consumidores, desde los comestibles a la gasolina, si bien declinó en otras categorías como la ropa y los equipamientos del hogar.
Los comestibles se incrementaron un 0,5% comparado con diciembre. Esto supone un 1,9% en el panorama anual. Esto se debió en buena medida a la crisis de abastecimiento de los huevos, que llegan en poca cantidad a los supermercados debido al impacto de la fiebre aviar. Los precios de este producto clave en la dieta de los estadounidenses se han disparado hasta más de un 15,2% en las últimas cuatro semanas. En algunos establecimientos solo permiten comprar una docena por cliente al día.
El coste de la energía, por la influencia del combustible, también supuso un 1,8% del encarecimiento a lo largo de enero.
La presión de los precios es persistente en un momento en que hay incertidumbre sobre la perspectiva de la economía una vez que se ha arrancado el segundo mandato de Trump. Se espera que los aranceles, las deportaciones de inmigrantes (claves en sectores como la construcción), las revisiones fiscales y las desregulaciones tengan un efecto en esa proyección.