
Siria nunca sólo fue Siria. Desde el estallido de la guerra en el 2011, todas las grandes potencias regionales e internacionales han peleado por tener su pedacito de influencia militar en el país. La caída de Bashar el Asad, el protegido de Moscú y Teherán, ha reseteado las alianzas del régimen y abre la puerta a que otros países y ejércitos quieran establecerse en ese punto clave de Oriente Medio.
El nuevo presidente sirio, Ahmed el Shara —escogido únicamente por los generales que lideraron la rebelión— ha cambiado el uniforme de miliciano por el traje y la corbata, con los que ahora acude a los palacios presidenciales de sus posibles nuevos aliados. La primera visita al exterior fue a Riad, donde fue recibido ya como jefe de Estado por la familia real Saudí, cuyas inversiones serán clave en la reconstrucción de una Siria devastada por trece años de guerra civil.
Su segundo viaje, sin embargo, tenía un especial interés militar. El líder islamista se reunió en Ankara con Recep Tayyip Erdogan para debatir la creación de bases turcas en suelo sirio. Turquía ha sido durante años el gran apoyo de HTS (Organización para la Liberación del Levante), el grupo armado que lidera El Shara y que consumó la rebelión contra El Asad. Durante años, la milicia, que gobernaba de forma independiente la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, recibió armas y entrenamiento turco, un modelo que ahora se extenderá al resto del país.
Rusia espera lograr un acuerdo con el nuevo poder sirio para conservar sus bases de Tartús y Latakia
“Con la caída del régimen de El Asad, Turquía se ha convertido en el actor más influyente y fuerte en el campo sirio”, asegura a La Vanguardia el experto en seguridad de Atlantic Council, Omer Ozkizilcik, quien sostiene que este cambio “abre la puerta del mundo árabe a los turcos”. Pero matiza que “para que funcione, Erdogan necesita que Siria sea independiente; no un simple títere”.
Por ello, la presencia militar, según publicaron diversos medios turcos y sirios, se limitará a dos bases militares. Estas dos instalaciones tendrán dos tareas principales: “Una será entrenar al nuevo ejército sirio y la otra, asegurar el espacio aéreo y ayudar a contrarrestar el terrorismo, especialmente contra el Estado Islámico”, que sigue operando en varias posiciones de la cuenca del Éufrates, detalla Ozkizilcik. También queda por resolver el encaje de los kurdos, sustentados hasta ahora por Estados Unidos y que controlan el noreste del país. En los últimos dos meses se han producido choques entre las facciones pro turcas aliadas de HTS y los kurdos de Rojava, quienes dicen estar dispuestos a dialogar con el gobierno actual. Ankara considera que el fin de la región autónoma kurda es un asunto de “seguridad nacional” clave para “proteger su propia soberanía y seguridad”.
Sin embargo, HTS parte desde cero en términos de infraestructura militar. El 90% de las instalaciones del régimen ha quedado completamente destruida por Israel, que aprovechó el vacío de poder de los primeros días tras la toma de Damasco para bombardear todo el armamento de El Asad almacenado y controlar una nueva franja de territorio en los Altos del Golán. Durante el mandato de Bashar el Asad, Siria era clave para el dominio regional de Irán, que dependía de las posiciones en el país para su defensa contra los ataques aéreos israelíes y para abastecer de armas al Hizbulah, que también ha quedado fuera de juego. “Turquía ha demostrado a los estados árabes, Estados Unidos y Europa ser el único actor capaz de frenar la influencia iraní”, asevera Ozkizilcik. “Hay una regla en Oriente Medio: donde está Turquía no está Irán, y donde está Irán no está Turquía”, añade.
Turquía considera que el fin de la región autónoma kurda es clave para su propia “soberanía y seguridad”
Los persas han salido del mapa, pero Rusia aún mantiene su esperanza de conservar su espacio en la costa siria. Vladímir Putin ha acogido como “refugiado político” a Bashar el Asad, pero no ha cerrado la puerta a un acuerdo con HTS para mantener sus bases de Tartús (naval) y Hmeymim (aérea, en Latakia), donde, según explicaron fuentes locales a La Vanguardia , no se han producido incidentes entre las fuerzas de seguridad sirias y los soldados rusos. Ayer mismo se produjo la primera llamada entre Moscú y el nuevo presidente sirio, tras la cual Putin “deseó éxito a El Shara” y dio su apoyo a la integridad territorial de Siria.
Pero Damasco también necesita fondos para reflotar una economía diezmada por el conflicto y las sanciones de EE.UU. y la UE, entre otros. Su estrategia pasa por cortejar a los gobiernos de Occidente y convencerles de que, a pesar de su origen yihadista y vinculado a Al Qaeda, el nuevo poder instaurado en Damasco mantendrá los derechos de las minorías religiosas. La última invitación palaciega viene directamente desde el Elíseo, donde Emmanuel Macron ha dicho estar dispuesto a reunirse con el nuevo rostro de Siria y normalizar relaciones. La aprobación de Occidente dependerá de la mano dura que el nuevo gobierno quiera ejercer y su capacidad para evitar que Siria entre en una nueva vorágine de violencia