¿A dónde vas, Elon Musk?

Descubrí la importancia que iba a tener Elon Musk en un futuro gracias a la recomendación que me hizo el actual CEO del City Group, Ferran Soriano, que me habló sobre un libro que había escrito un periodista, Ashlee Vance, sobre el carácter y los proyectos del empresario sudafricano. La lectura de aquel libro, Elon Musk: cómo el multimillonario CEO de SpaceX y Tesla está dando forma a nuestro futuro, publicado en 2015, ya anticipaba que estábamos ante un genio, pero que mantenía unas actitudes y unas relaciones con el resto de la humanidad que no eran nada normales.

Musk tuvo una infancia complicada, sufriendo bullying en la escuela, y siendo un niño solitario que solo se sentía atraído por el mundo de las computadoras. A los 24 años dejó su Sudáfrica natal para llegar a Silicon Valley donde empezó su intensa actividad: creó la startup Zip2 y al poco tiempo la vendió a Compaq; después ideó X.com y junto a Peter Thiel la refundó en PayPal, para acabar después revendiéndola; con esos ingresos crea Tesla y Space X. Existen pocas carreras empresariales de éxito como la suya que, además de ganar ingentes cantidades de dinero, le permite innovar con sus apuestas por coches de alta gama, viajes a Marte o trenes ultrarrápidos.

Musk es un trabajador incansable, pero es un pésimo organizador de equipos. Sus discusiones con sus colaboradores, sus rupturas con empresas o sus despidos se convirtieron en algo habitual. Así como el consumo de drogas. Musk ha alardeado siempre que ha querido del uso que hace de la ketamina –“si las cosas me van bien, para qué dejar de tomarla”. En fin, el empresario ofrece la cara del genio innovador con brillantes ideas para el futuro y la cruz de un mal gestor cargado de un ego descomunal que le hace insufrible.

FILE - Elon Musk listens as President Donald Trump speaks during a news conference in the Oval Office of the White House, May 30, 2025, in Washington. (AP Photo/Evan Vucci, File)

Elon Musk, tras un busco de Abraham Lincoln, en el Despacho Oval 

Evan Vucci / Ap-LaPresse

Su gran momento político fue su decisión de apoyar a Donald Trump. Utilizó la red social X para hacer campaña por el candidato republicano y tuvo una gran influencia en su victoria. El presidente americano le recompensó con un cargo notable en la Casa Blanca y Musk creó el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) que, entre otras muchas cosas, terminó con las ayudas a los países del Sur Global y despidió de un día para otro a miles de funcionarios. Decisiones arrogantes, poco estudiadas y cuyas consecuencias negativas tardarán muchos años en subsanarse.

Estaba cantado que dos gallos en un mismo gallinero no podrían terminar bien, pero nadie podía pensar que la luna de miel entre ambos durase tan poco tiempo. Especialmente, por la predisposición de Trump a halagarlo en público, como cuando se dejó fotografiar con una flota de vehículos Tesla ante el mismo edificio de la Casa Blanca para contrarrestar la campaña que existía en todo el mundo contra los coches fabricados por Musk. La decisión de Trump de imponer unos fuertes aranceles en países donde el empresario sudafricano tenía intereses y la decisión de eliminar las ayudas al coche eléctrico provocaron la definitiva ruptura y la salida de Musk del gobierno. Los dos se tiraron mutuamente los trastos a la cabeza a través de sus respectivas redes sociales y Musk agitó la acusación de que el presidente formaba parte de la lista de clientes de las fiestas con menores que organizaba el financiero Jeffrey Epstein. Aquello fue la gota que colmó la paciencia de Trump.

El último paso, después de descalificaciones e insultos mutuos, es que Musk ha anunciado ahora la creación de un nuevo partido político para romper el bipartidismo en América. Esta fuga hacia adelante parece más un ataque de rabieta infantil que un proyecto serio. El sistema electoral americano hace muy difícil la aparición de un tercer partido. Nos viene a la memoria aquel multimillonario Ross H. Perot, que se dejó buena parte de su fortuna en 1992 para intentar superar a Bill Clinton y a George W. Bush. Después de anunciar a bombo y platillo el nombre de su formación, Partido América, el magnate ya reconoce que a lo único que puede aspirar es a intentar presentarse en algunos estados clave y tratar de tener algunos senadores que puedan actuar como bisagras en ciertas votaciones.

El problema para Musk es que todo este ruido mediático que ha generado su apuesta por la política le está suponiendo un coste económico en sus empresas. Una de las más afectadas es Tesla, donde las ventas se están desplomando, especialmente en Europa. Caídas del 67% en Francia, un 68% en Portugal o un 53% en Suecia, por citar unos pocos casos. Muchos usuarios no quieren llevar un vehículo que, pese a su calidad, es un símbolo del empresario sudafricano. Ante las agresiones que han sufrido muchos de estos coches, algunos propietarios han colocado incluso pegatinas con el aviso de que compraron el coche antes de que Musk llegase a la Casa Blanca, con la esperanza de que no serán rayados o tendrán las ruedas pinchadas.

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Una protesta en EE.UU. con los coches Tesla en la diana 

Damian Dovarganes / Ap-LaPresse

De hecho, las acciones de Tesla cayeron casi un 7% este pasado lunes después de que Musk anunciara sus planes de crear el Partido América. La compañía de vehículos eléctricos perdió más de 68.000 millones de dólares en capitalización bursátil.

No le van mejor las cosas a su red social. La consejera delegada de X, Linda Yaccarino, decidió abandonar hace una semana su cargo, después de dos años en la compañía. Aunque no aclaró los motivos de su salida, la decisión trascendió en plena polémica generada por la publicación de mensajes antisemitas en Grok, el chatbot de inteligencia artificial de la compañía asociada a X. Lo peor es que la última versión de este chatbot asumió preceptos de Adolf Hitler.

Y en lo que se refiere a la carrera espacial, Musk ha visto cómo la decisión de recortar un 25% el presupuesto de la NASA le va a dejar sin posibilidades de desarrollar muchos de sus proyectos. La inversión de Space X para lanzar cohetes a Marte está más que nunca en el aire y dependerá de las decisiones que tome Trump.

El hombre más rico del mundo se ha complicado la vida. Sus siguientes pasos no dejarán indiferente a nadie, pero según que decisiones tome, pone en peligro su fortuna, sus empresas y sus proyectos. Su prestigio, más allá de sus capacidades tecnológicas y su osadía emprendedora, está por los suelos.

Las recomendaciones del director

Como cada lunes, les dejo aquí mis recomendaciones de esta última semana que no se pueden perder:

– El Foros de Vanguardia con la astronauta de la ESA e investigadora del CNIO, Sara García Alonso. Aquí lo pueden ver completo;

Un reportaje de Helena Pelicano sobre la compleja relación entre el Líbano e Israel a partir de dos pueblos limítrofes;

– El equipo de A Fondo revela que ya existen 344 demandas por los daños psicológicos sufridos por los mediadores de contenidos de Meta;

– Interesantes datos sobre la falta de vivienda construida en Barcelona;

– Entrevista de Josep Corbella al físico español Pablo Jarillo-Herrero sobre el grafeno, un producto vital para el futuro;

– Un ejercicio divertido de narrativa visual donde se recogen todas las películas recientes centradas en Superman, a raíz del último estreno.

Feliz semana.

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