Afganistán amanece este martes entre operaciones de rescate y una amplia devastación después del terremoto de magnitud 6 que golpeó el este del país este pasado lunes. Por el momento, según datos de Naciones Unidas, el saldo provisional de víctimas es de unos 1.400 muertos y de más de 3.251 heridos. Las labores de rescate se han visto entorpecidas por la orografía y el mal tiempo, ya que las zonas más devastadas son montañosas y de difícil acceso. Las cifras iniciales indican que “hasta 12.000 personas se han visto directamente afectadas”, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas.
El epicentro del seísmo, a unos 30 kilómetros de Jalalabad, se produjo a tan solo 10 kilómetros de profundidad, lo que multiplicó el impacto. El terremoto, seguido de varias réplicas, se sintió también en las provincias de Kunar, Laghman y Nuristán, así como en Kabul, la capital. Las comunidades más golpeadas, principalmente en Kunar y Nurgal, son aldeas rurales y montañosas, donde deslizamientos de tierra han bloqueado carreteras y mantienen incomunicados varios distritos.

Afganos cargando con cuerpos de algunos familiares fallecidos en distrito de Nurgal(Wakil Kohsar / AFP)
Por el momento, los helicópteros continúan evacuando heridos hacia hospitales en Jalalabad y Asadabad, ya al límite de su capacidad, mientras maquinaria pesada trata de despejar las vías. La destrucción alcanza viviendas de adobe, escuelas y mezquitas, además de tierras agrícolas y ganado, lo que agrava la vulnerabilidad económica de miles de familias rurales.
Las prioridades inmediatas son refugios temporales, agua potable, medicinas y alimentos de emergencia, y la ONU afirma que esta crisis “se suma a años de conflicto, inundaciones y graves carencias de financiación”. Mientras los talibanes reclaman a las organizaciones internacionales cooperación directa con el Emirato Islámico de Afganistán, el pedido de ayuda choca con el aislamiento internacional del Emirato, ya que la mayoría de países occidentales canaliza la asistencia a través de la ONU y organizaciones humanitarias por temor a una desviación de fondos. Además, en provincias conservadoras del país como Kunar, organizaciones humanitarias alertan de que las restricciones del régimen dificultan el acceso de mujeres y niñas a la atención médica.
El seísmo moviliza la ayuda internacional
El secretario general de la ONU, António Guterres, liberó 5 millones de dólares del Fondo de Emergencia de la organización para atender las necesidades más urgentes tras el seísmo. Naciones Unidas prepara además un llamamiento internacional de fondos y advirtió que los recursos humanitarios actuales son “insuficientes” para responder a la magnitud de la crisis. Desde el Reino Unido, se ha anunciado una ayuda de un millón de libras canalizada a través de agencias de la ONU y la Federación Internacional de la Cruz Roja, mientras que la Unión Europea aseguró que su equipo de Protección Civil y Ayuda Humanitaria (ECHO) ya está sobre el terreno.

Por su parte la India ha enviado 1.000 tiendas de campaña y 15 toneladas de alimentos a Kabul, y ha prometido más envíos en los próximos días, según confirmó el ministro de Exteriores indio a través de X. Otros países han mostrado su solidaridad sin ofrecer aportes concretos, como China quien declaró estar dispuesta a cooperar “según las necesidades de Afganistán y dentro de su capacidad”, mientras que Irán ha ofrecido algunos suministros médicos.