
Para el presidente de Azerbaiyán, Ilham Alíev, las disculpas que el sábado le dio por teléfono su homólogo ruso, Vladímir Putin, y las explicaciones que luego publicó el Kremlin no son suficientes. Alíev dijo ayer sin giros verbales que fue Rusia quien el día de Navidad derribó, aunque “por accidente”, el avión de las líneas aéreas azerbaiyanas (Azal), que debe reconocerlo y luego pagar una indemnización a Azerbaiyán, a los pasajeros y a los miembros de la tripulación.
Alíev afirmó que la aeronave resultó dañada al recibir “disparos desde tierra” cuando iba a aterrizar en Grozni, capital de la república rusa de Chechenia, donde las defensas antiaéreas rusas repelían un ataque de drones ucranianos. El aparato terminó estrellándose en otro país, Kazajistán, al otro lado del mar Caspio, cerca de la ciudad de Aktau.
En declaraciones al canal de televisión AZTV, Alíev aseguró que fue Rusia quien atacó la aeronave cuando se acercaba a Grozni, aunque señaló que ocurrió “por accidente”, si bien también sostuvo que ha habido “claros intentos de encubrir el asunto”.
Alíev señaló que parte del fuselaje no se quemó, “gracias a lo cual hoy podemos decir abiertamente que el avión fue baleado por Rusia”. Y precisó también: “No estamos diciendo que se haya hecho intencionadamente, pero se ha hecho”. Y por ello considera que “en primer lugar, la parte rusa debe disculparse con Azerbaiyán”.
Bakú agradece a los pilotos que con su aterrizaje lograran salvar 29 vidas a costa de las suyas
“En segundo lugar, debe admitir su responsabilidad. En tercer lugar, debe castigar a los culpables, llevarlos ante la justicia penal y pagar una indemnización al Estado de Azerbaiyán y a los pasajeros y tripulantes heridos. Estas son nuestras condiciones”, dijo el mandatario el mismo día en el que Azerbaiyán rendía homenaje a los pilotos y pasajeros que murieron al estrellarse un avión de pasajeros de Azal el pasado miércoles.
Alíev apuntó que la primera de esas condiciones se cumplió el día anterior, el 28 de diciembre, cuando recibió la llamada telefónica de Putin.
Durante esa conversación, Putin se disculpó por el hecho de que “el trágico incidente ocurriese en el espacio aéreo ruso”.
El Kremlin dijo luego que el avión intentó varias veces aterrizar en el aeropuerto de Grozni. “En ese momento, drones de combate ucranianos atacaban Grozni, Mozdok y Vladikavkaz, y los sistemas de defensa aérea rusos repelían estos ataques”, añadió.
La disculpa de Putin, que hizo pública el Kremlin, es extremadamente rara y es lo más cerca que ha estado el presidente ruso de aceptar parte de la responsabilidad por el desastre. Pero Alíev cree que el jefe del Kremlin debe llegar hasta el fondo del asunto.
El 25 de diciembre el avión de Azal, un Embraer 190 de fabricación brasileña, hacía el vuelo J2-8243 entre Bakú, capital de Azerbaiyán, y Grozni. El aparato tuvo que desviarse del sur de Rusia, donde los drones ucranianos estaban atacando varias ciudades. Ya dañado, atravesó el mar Caspio (unos 450 kilómetros). Los pilotos intentaron acercarse al aeropuerto de Aktau, en Kazajistán, para llevar a cabo un aterrizaje de emergencia al que finalmente no se llegó a tiempo. De las 67 personas a bordo, 38 fallecieron.
La agencia Reuters, el canal Euronews y la agencia Efe citaron el jueves fuentes próximas al Gobierno de Azerbaiyán y a la investigación en curso que afirmaron que el avión pudo haber sido alcanzado por un misil antiaéreo ruso disparado desde Chechenia.
Un popular bloguero militar ucraniano prorruso, Yuri Podoliaka, dijo que los agujeros que presentaba el fuselaje del avión siniestrado eran similares a los causados por “un sistema de misiles antiaéreos”.
Durante el acto de homenaje a las víctimas de ayer en el centro de Bakú, el capitán, Ígor Kshniakin, y el copiloto, Alexánder Kaliáninov, ambos de etnia rusa con ciudadanía azerbaiyana, y Hokuma Alíeva, una azafata, recibieron todos los honores en una ceremonia a la que asistieron el presidente Alíev y su esposa, Mehriban. Los pilotos fueron elogiados por aterrizar de una manera que permitió que 29 personas sobrevivieran, aunque les costara sus propias muertes.