Con los dos tomos de “El conde de Montecristo” en la maleta, el expresidente de Francia, Nicolas Sakozy, entró ayer en la cárcel de La Santé, en el barrio de Montparnasse de París, consciente de estar haciendo historia: es el primer jefe de estado que entra en la cárcel desde que el mariscal Pétain fue encarcelado tras la II Guerra Mundial, y éste solo tuvo como predecesor al rey Luis XVI, encerrado en el Temple en plena Revolución Francesa.

Un pasillo de la prisión de La Santé, en París, tras su renovación en 2019
“No tengo miedo a la cárcel. Mantendré la cabeza alta, incluso ante las puertas de La Santé”, declaró el político en una entrevista publicada en ‘La Tribune Dimanche’. “Lucharé hasta el final”.
Sarkozy fue condenado a cinco años de prisión el pasado 25 de septiembre por conspiración criminal por recibir financiación libia en la campaña electoral que le llevó a la presidencia en 2007. Un tribunal de París determinó que el expresidente permitió que sus colaboradores solicitaran fondos a autoridades libias vinculadas al dictador Muamar Gadafi. Una acusación que siempre ha negado.

Carla Bruni y su hija Giulia Sarkozy acompañaron al expresidente cuaqndo salía hacia la cárcel
A las 9,15 h de la mañana de ayer el expresidente se dio su último baño de masas: con su esposa, Carla Bruni, la hija de ambos, Giulia, y los tres hijos de sus dos anteriores matrimonios (Jean, Pierre y Louis) y un grupo de amigos, saludó a varios centenares de seguidores que se congregaron frente a su apartamento, en el distrito 16 de París, que le saludaron con gritos de “¡Nicolas, Nicolas, estamos contigo” y ondeando banderas francesas.
Desde el vehículo, escoltado por varias motos de la policía, que le llevó a la prisión donde había de entrar antes de las 10 de la mañana, el expresidentes escribió en X un mensaje de despedida reiterando su inocencia. “No pido ningún privilegio, ningún favor. No hay que tener lástima por mí, porque mi voz se escucha”.
Sarkozy, con todo, no es un reo más. Para garantizar su seguridad, la dirección de La Santé le ha recluido en el módulo de aislamiento, y no en la zona de presos vulnerables, la zona considerada VIP, donde suelen encerrar a políticos, empresarios y celebridades. Además, ha apostado de manera permanente a dos guardias en una celda contigua.

Uno de los pasillos de la prisión, antes de la reforma
“En esta sección, estás solo todo el tiempo”, explicó Flavie Rault, ex subdirectora de la prisión de La Santé, a BFMTV. “El único contacto que tienes es con el personal penitenciario”, explicó. Esto evitará que Nicolas Sarkozy pueda ser abordado por otros reclusos que pudieran querer agredirlo, hablarle o fotografiarlo.
A cambio, contará con una celda individual, un auténtico lujo en las superpobladas cárceles francesas. En la misma Santé, con capacidad para 657 plazas, había en agosto 1.237 detenidos.
A sus 70 años, el ex presidente pasará al menos 21 horas al día en una de las quince celdas de la sección de aislamiento: un cubículo de 9 metros cuadrados con una cama metálica individual anclada al suelo, baño con ducha, un pequeño escritorio, un hornillo y un radiador. Las ventanas, con barrotes, están altas para que no pueda ser visto desde el exterior. El expresidente puede alquilar una televisión (por 14,15 euros al mes) y una nevera pequeña (por 7 euros). Aunque le servirán las comidas en la celda, también puede encargar comida y otros útiles de la cantina de la prisión, a la que él mismo no puede ir.

Lavabo, telefono fijo y televisión en una celda de aislamiento
Solo le está permitido estar fuera de la celda por dos periodos de una hora, para pasear un máximo de una hora en un patio al aire libre (de apenas 30 m2, con altos muros y fuera de la vista de otros reclusos) o para ir a la sala biblioteca y a la de deporte, donde hay una cinta de correr. Las visitas se programan para que estos reos no coincidan nunca con otros internos.
Sarkozy, con todo, no estará completamente aislado. En su celda tiene un teléfono fijo clavado a la pared con 10 números preprogramados, y autorizados por el juez, al que tendrá acceso en todo momento, pero que graba todas las llamadas y las pone a disposición judicial.
Igualmente podrá recibir tres visitas de amigos y familiares a la semana, de 30 minutos, además de tener acceso ilimitado a sus abogados.

La policía vigila el exterior de la prisión de La Santé antes de la llegada del expresidente
A su llegada a La Santé los reclusos han de seguir un protocolo de ingreso: se les somete a un reconocimiento médico, les visita un psicólogo y se les ofrece asistencia religiosa. Asimismo un funcionario les interroga para hacer una evaluación de seguridad y adaptación. Luego otro les facilita un “kit de bienvenida”: ropa de cama, cubiertos y productos de higiene personal.
Los presos pueden llevar a la prisión 10 fotos de la familia y tres libros (de encuadernación rústica: por motivos de seguridad no están permitidos los volúmenes de tapa dura). Sarkozy no los ha elegido al azar: en “El Conde de Montecristo” Alejandro Dumas cuenta la historia de un inocente que logra escapar de la prisión y consuma su venganza contra quienes les encarcelaron. El tercer libro es “El Jesús de la historia” una biografía escrita por Jean-Christian Petitfils.
Según su abogado, en la maleta el expresidente también ha incluido varios sueters, porque la República no es muy generosa con la calefacción de sus cárceles, y tapones para los oídos, porque la prisión puede ser muy ruidosa por la noche.

Un guardia de seguridad patrulla en uno de los patios de la prisión,
Michel Neyret, exnúmero 2 de la policía judicial de Lyon y colaborador del expresidentes, que encarcelado en 2011 durante ocho meses en régimen de aislamiento, explicó a Franceinfo que la vigilancia anti-suicidio de sus primeras noches en prisión. “Cada media hora te despiertan encendiendo la luz de la celda para ver si tienes pensamientos oscuros o planes mortales”, aseguró.
Neyret destacó también las “serenatas” de los reos vecinos cuando saben que hay un nuevo recluso ilustre. “Durante toda la noche, los reclusos corearon mi nombre con comentarios bastante poco elegantes. Sin duda, esa es la bienvenida que recibirá Sarkozy”, añadió. El expresidentes no fue especialmente amable con los presos en sus días de poder: habló de “limpiar la escoria” y propuso aplicar la castración química a los detenidos por delitos contra la libertad sexual.
Los días se hacen muy largos en la cárcel, señala Pierre Botton, un empresario que estuvo dos veces en celdas de aislamiento en La Santé. “Estás solo en tu celda y solo tienes hora y media para caminar. No tienes actividad, solo tienes una hora para hacer ejercicio”. El expresidente ha asegurado que aprovechara este retiro forzoso para escribir un libro, y que ya ha elegido el encabezamiento.

Vista aérea de la prisión, en el barrio de Montparnasse de París
Botton recuerda que La Santé no es ni mucho menos la peor prisión de Francia: fundada en 1867 fue reformada completamente en 2014, tras críticas de organizaciones como Amnistía Internacional que tildaron las condiciones de reclusión de indignas.
Entre los reos famosos que pasaron por el recinto destaca el militar Alfred Dreyfus, protagonista de uno de los mayores escándalos judiciales del país; el poeta Apollinaire recluido allí en 1911, acusado erróneamente de participar en el robo de la Mona Lisa o el expresidente de la Generalitat, Francesc Macià.
Casi cuarenta prisioneros fueron ejecutados con la guillotina en La Santé, donde se realizó la penúltima ejecución pública de Francia, en 1939. Durante su siglo y medio de historia, la prisión solo ha visto tres fugas. La más famosa, en 1986, digna de una película, la protagonizó Michel Vaujour, un ladrón francés, que logró huir en un helicóptero pilotado por su esposa, Nadine.

(La entrada de la prisión
Sarkozy, con todo, no tendrá que recuperar su libertad de una manera tan espectacular y seguramente podrá salir de La Santé en pocas semanas escoltado por la misma comitiva de motos policiales que le acompañó ayer.
Su abogado, Christophe Ingrain, presentó ayer mismo un recurso contra su entrada en prisión, acompañado de una demanda para su puesta en libertad. Un juez de apelación tendrá que argumentar riesgo de fuga, de reincidencia o de manipulación de testigos para justificar que continúe recluido y tendrá un plazo de dos meses para emitir su resolución. Con todo, según Ingrain, Sarkozy tendrá que estar en prisión en el mejor de los casos “como mínimo tres semanas o un mes”.