BBVA-Sabadell: ¿Por qué el tiempo pasa tan despacio a bordo de una opa espacial?

El tiempo, como se aprecia estos días, es de una ductilidad asombrosa. En apenas cinco segundos puede volatilizarse el 60% de la producción eléctrica del país y son suficientes las dos horas posteriores para paladear la llegada del apocalipsis, el regreso a la edad de piedra, el momento de empezar a tirarnos a la cabezas las thermomix inservibles. Un comentario de Trump sobre aranceles es capaz de hundir en milisegundos las bolsas mundiales. Incluso en uno de los lugares donde más despacio pasan los minutos del planeta, en el Vaticano, la historia se acelera de nuevo esta semana alrededor del cónclave y la proclamación de León XIV como papa. Todo parece indicar que la velocidad se ha apoderado del tiempo en esta región del mundo llamada política y sociedad. Y sin embargo, el tiempo conserva su ductilidad y transcurre con parsimonia en otros lugares de la galaxia informativa, en concreto en la empresarial, como demuestra por ejemplo lo ocurrido con la mayor operación corporativa del momento en España, la opa del BBVA sobre el Sabadell. Aunque notemos movimiento, no son más que vibraciones.

Curvaturas empresariales. La teoría de la relatividad ha inflamado la imaginación cinematográfica y quizá debería hacer lo mismo con la económica, territorio fértil para la ficción. Si existen los astronautas, los cosmonautas y los taikonautas, todos ellos viajeros del espacio-tiempo, ¿por qué no hablar de los econonautas, tripulantes de la nave espacial de la economía? Si viajar en un bólido a la velocidad de la luz o en un tren de AVE de Madrid a Sevilla provoca insospechadas deformaciones temporales, ¿por qué no va a ocurrir lo mismo en el mundo de las empresas? Y ya que estamos, ¿por qué no llamar opanautas a los protagonistas de la opa del BBVA sobre el Sabadell? Llevan ya un tiempo navegando por el universo empresarial mientras perciben en el trayecto una extraña curvatura del espacio-tiempo provocada por sorprendentes fuerzas gravitacionales como las concurrentes estas últimas semanas.

El agujero de gusano de la competencia. Los viajeros espaciales de la opa al Sabadell han dado una vuelta al sol y consideran que ya ha transcurrido un año desde que el 9 de mayo del 2024 el BBVA anunciara su oferta por el Sabadell. Sin embargo, el tiempo allí abajo, en las praderas administrativas, apenas ha avanzado. Más allá de que el Sabadell ha regresado a Catalunya, en los últimos meses la principal dedicación del banco catalán ha sido la de mirar al cielo para defenderse del asteroide opante a través de un eficaz repertorio de maniobras, entre ellas la construcción de un fortín de generosos dividendos, elevados beneficios, insistentes argumentarios y resistencias políticas. Poco más puede comentarse, dado su deber de pasividad. Un agujero de gusano llamado competencia tiene retenido el paso de los días, absorbiendo no solo toda la energía analítica de la CNMC, sino también la antimateria política. Lo dicho, lo que ha sido un año en las vidas de Carlos Torres y Josep Oliu apenas ha significado el paso de unos pocos minutos en términos reales.

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Reunión de Sánchez con representantes de las eléctricas

Un consejero alien del planeta Junts. El 21 de mayo del 2024, la CNMC registró la solicitud de concentración del BBVA sobre el Sabadell. Le ha dado curso el 30 de abril, al aprobar un informe favorable después de que el BBVA haya aceptado compromisos adicionales para proteger a las pymes catalanas. Fue precisamente esta concesión la que facilitó el voto favorable de Pere Soler, el consejero de la CNMC propuesto por Junts. La decisión del consejero, de la que escribe aquí Lola García, ha provocado un choque entre ERC y Junts, con intervención de Puigdemont incluida. Es cierto que, aunque lo niegue el expresident de la Generalitat, un voto en sentido contrario de Soler, esto es, desfavorable, habría tenido importancia. No solo habría arruinado los esfuerzos de la presidenta de la CNMC, Cani Fernández, de presentar un expediente con impecable unanimidad, elaborado con mucho esfuerzo con un equipo relativamente pequeño de técnicos. También habría dado argumentos al Gobierno para imponer condiciones adicionales en la fase que ya ha comenzado, la conocida como fase tres, la de la política. Encuentros de la tercera fase, por continuar con la metáfora galáctica.

Horizontal

Pedro Sánchez en la reunión del Cercle d’Economia 

Mané Espinosa

El experimento espacial llamado “democracia económica”. Quizá ha sido la unanimidad de la CNMC lo que ha conducido a Pedro Sánchez a anunciar un sorprendente giro de guion en busca de argumentos contra la opa. Un giro de guion que ha dejado descolocado a todo el mundo, incluido Joaquín Luna, que ironiza aquí con el asunto. Ha sido una de las noticias de la semana: la apertura de una consulta pública (que no popular, he aquí la gran diferencia) sobre la operación del BBVA, procedimiento hasta ahora reservado a borradores legislativos y regulatorios, inédito en el planeta de las opas. Un experimento peculiar digno de la estación espacial internacional. El anuncio lo realizó Sánchez en el Cercle d’Economia, como guiño a la sociedad catalana. Tras el guiño, a más de uno le dio un tic en el ojo. Este ejercicio, en marcha desde el martes, parece amoldarse al comentario de la vicepresidenta Yolanda Díaz el fin de semana pasado, al reclamar «democracia económica» frente al “error mayúsculo” de la opa. Por cierto, la opa se convirtió en uno de los grandes temas de la manifestación del Primero de Mayo, cuentan Luis Federico Florio y Noemi Navas.

Una anécdota. Como cuentan aquí Elisenda Vallejo y Eduardo Magallón, el presidente del Gobierno se dirigió el lunes a Carlos Torres, presente en la reunión del Cercle, al bajar de la tribuna en la que había anunciado la consulta pública en torno a la opa. “Será corto”, le dijo al opanauta cuya nave sigue buscando pista de aterrizaje. Hasta el propio presidente del Gobierno parece consciente de la tortura inducida al BBVA. Armado de paciencia, Torres dijo poco después respetar la decisión del Gobierno.

Críticas por doquier. La consulta pública no ha gustado. Consiste en un formulario que puede rellenarse tantas veces como se desee con el nombre, DNI o correo electrónico que uno prefiera inventarse. No es que se pueda suplantar a Lamine Yamal o a Donald Trump, es que cabe la posibilidad de hacerse pasar por los mismísimos BBVA o Sabadell. El Gobierno recuerda que esto no es una votación y que usará la IA para cribar las respuestas, en busca de material cualitativo, no cuantitativo. Al PP le rechina sobremanera y su presidente, Alberto Núñez Feijóo, dijo en la reunión del Cercle de esta semana que esto no es serio, que es un ejercicio de populismo, una arbitrariedad y un precedente desaconsejable. Para la CEOE, es una forma de desacreditar a la CNMC.

Consultas al margen, otra noticia de esta semana presentada como novedad es la reticencia del PP a la operación. No es novedad porque el año pasado Feijóo ya dijo en el Cercle que la opa no le gusta, como cuenta aquí Manel Pérez, quien por cierto también da bastantes pistas acerca de cómo está el ambiente aquí y aquí. Lo cierto es que los comentarios del primer partido de la oposición tienen importancia. No son solo las empresas y los agentes catalanes los que ponen objeciones. Podría pensarse que hay en el resto de España un sentimiento que, sin consistir en un rechazo frontal, transita entre las dudas y la ausencia de vehementes defensores de la opa. Ante esta anemia ambiental, la presión por mantener un banco catalán es la que domina.

Ana Botín

Ana Botín, presidenta del Santander

EP / Europa Press

¿Qué podría ocurrir? Una de las opciones es que el Gobierno evoque el interés general para imponer algo así como una moratoria de unos cinco años a la fusión entre los bancos, como cuenta aquí Eduardo Magallón. Permitiría la opa y la compra de una participación mayoritaria, pero restringiendo la posterior integración. Quizá no sea el mejor desenlace para la dirección del Sabadell, que tendría que ceder los mandos. Es además una opción que el propio BBVA contempla como posible, sobre todo desde la entrada en vigor del nuevo impuesto a la banca. El gravamen tiene tres años de duración y carácter progresivo, por lo que penaliza el tamaño y una eventual fusión. Este factor ya de por sí desincentiva una integración hasta mediados del 2028.

Pese a la curvatura del espacio-tiempo, el BBVA mantiene la velocidad y trayectoria de su vuelo espacial. El copiloto de la nave bancaria y sin embargo consejero delegado del banco, Onur Genç, insistió en la última presentación de resultados en dos cosas. La primera: el banco mantiene la paciencia y el respeto hacia el Gobierno. La segunda: no piensa mejorar las condiciones de la operación. La opa ya está pagada desde julio del 2024, cuando los accionistas del BBVA respaldaron la ampliación de capital para permitir el canje con los títulos del Sabadell. En los mandos de su nave espacial, junto a la pantalla donde viene el combustible disponible, el BBVA tiene un post-it que dice: los accionistas (del Sabadell) tienen la última palabra.

Lo comentado, ha pasado un año. Atrás quedan aquella comida entre Torres y Oliu el 16 de abril del 2024, cuando el primero propuso retomar la fusión entre los bancos, o aquella exclusiva de la británica Sky News que dinamitó el plan discreto del BBVA de negociar la operación en el fin de semana del torneo de tenis Conde de Godó. El BBVA lanzó por sorpresa su opa hostil el 9 de mayo, a tres días de las elecciones catalanas, y desde entonces sus intereses orbitan alrededor del Sabadell, sin oportunidad para el banquerizaje o como se llame el aterrizaje de una cápsula espacial en un banco.

¿Comenzará ahora el tiempo a acelerarse? El plan del BBVA era lanzar la opa antes del periodo estival. Si el Gobierno apura los plazos, hasta el 27 de mayo no se elevará el expediente al Consejo de Ministros y hasta finales de junio no se conocerá su decisión. El BBVA podría lanzar en ese momento la opa o esperarse a septiembre, ante el riesgo de que los accionistas del Sabadell, de vacaciones, se olviden de acudir al canje. Mientras, el Sabadell ha presentado esta semana sus resultados, de nuevo récord, como los del resto de la banca. Los ha acompañado del mensaje habitual: «La opa ha descarrilado», dice su consejero delegado.

Visto con perspectiva cósmica, es posible que el sector bancario, tanto español como europeo, se halle ahora en realidad a pocos festivales de Eurovisión de sufrir una nueva aceleración del espacio-tiempo corporativo. No es solo que Unicredit siga obsesionado con las fusiones en Italia y Alemania. Otro banco, el Santander, experimenta ahora su propia aceleración temporal al vender por 7.000 millones de euros el 49% de su filial polaca, en la que ya solo tendrá el 13%. Quiere dedicar los ingresos a retribuir a los accionistas y a explorar posibles compras en Europa y Latinoamérica. Y por descontado, si fracasa la opa del BBVA, el Sabadell no tardará en intentarlo con Abanca o Unicaja.

En el ámbito empresarial hay varias operaciones que también transcurren con lentitud. Las más conocidas son los planes de relevo tanto en el accionariado de Talgo como de Naturgy, que no acaban de materializarse. En el primer caso, la entrada de Sidenor para reemplazar a Trilantic se está demorando mientras el tiempo apremia para la empresa. En el segundo, la autoopa en marcha es la solución temporal para permitir a CVC y BlackRock ir vendiendo acciones, informa Gabriel Trindade. Una nueva demostración de la ductilidad del tiempo empresarial.

En fin, tempus fugit, lavadora centrifugit. Sobre el inexorable paso del tiempo, solo comentar la pasmosa velocidad con la que transcurren los días a partir de cierta edad. No es admisible que ya nos acerquemos al verano cuando uno todavía no ha concluido la ronda de felicitaciones de año nuevo. Merecemos una indemnización. Las semanas se suceden y también las newsletter, entre proclamas de que el tiempo se nos escapa de las manos, como esa agua de los ríos de las coplas de Jorge Manrique que van a dar en el mar previo paso por la central nuclear de Ascó antes de desembocar en el delta del Ebro. Afortunados quienes, como cantaba John Lennon, no sienten el paso del tiempo de tan ocupados como están en proyectos personales. También los que lo ven pasar sentados en el muelle de la bahía. Y por supuesto también los que llegan a tiempo al trabajo después de haber cogido un Rodalies.

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José Bogas, consejero delegado de Endesa

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LV

·Endesa duplica el beneficio. El buen comportamiento del margen en el negocio de gas y la desaparición de la tasa extraordinaria del 1,2% son los principales motivos que señala Endesa para explicar la escalada del beneficio durante el primer trimestre de 2025, que alcanzó los 583 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 99,7%, informa Pilar Blázquez.

· DoorDash se hace con Deliveroo. La firma estadounidense ha llegado a un acuerdo para adquirir Deliveroo, la plataforma británica de reparto de comida a domicilio, por un valor de 2.900 millones de libras (3.393 millones de euros). Esta operación forma parte de la estrategia de expansión de DoorDash hacia nuevos mercados, informa Raquel Quelart.

· La incertidumbre que nos acecha. El Sin Burbujas de esta semana de Elisenda Vallejo es para la incertidumbre en la que se encuentran las grandes empresas ante el despliegue de medidas y contramedidas en torno a los aranceles, con mención especial para los gigantes de la química y la automoción.

· Adquisición de Fluidra en Australia. El sprint de adquisiciones iniciado por Fluidra el verano pasado prosigue. El fabricante multinacional de piscinas ha anunciado la compra de la australiana Pooltrackr, una plataforma de software como servicio (SaaS) de primer nivel que optimiza cada aspecto de las operaciones para profesionales de venta y servicio de piscinas y spas, informa Gabriel Trindade.

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