Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez invocan la lucha de clases para resistir a Trump

La izquierda estadounidense está echando en falta una oposición valiente a Donald Trump, una resistencia capaz de responder a sus ataques contra la separación de poderes, su ambición expansionista y su recorte sistemático de derechos civiles, programas sociales y sensibilidades culturales.

Los dos mayores representantes de la izquierda parlamentaria estadounidense, el senador independiente Bernie Sanders y la congresista demócrata Alexandria-Cortez, han dado un paso adelante para llenar el vacío de liderazgo. Y tienen claro quién es el enemigo: la oligarquía a la que ha empoderado Trump en su retorno a la Casa Blanca. Por ello, han lanzado una gira por algunas las principales ciudades del país, a la que llaman Fighting Oligarchy Tour, que está llenando plazas y estadios, atrayendo la atención de aquellos demócratas que se niegan a resignarse.

Alexandria Ocasio-Cortez, congresista demócrata

“No creo en la atención sanitaria, el trabajo y la dignidad humana porque soy marxista; creo en ellos porque fui camarera”

“No permitiremos que convirtáis Estados Unidos en una oligarquía. No vamos a permitir que Trump, su amigo Elon Musk y los demás multimillonarios causen estragos en este país”, dijo Sanders el jueves desde Tempe (Arizona), en un discurso en el que interpeló a la clase trabajadora a luchar contra “el 1% más rico” del país, donde incluyó a otros magnates presentes en la investidura de Trump, como Jeff Bezos o Mark Zuckerberg. “¿Sabéis quiénes son los mayores criminales de este país? Son los directores generales de las grandes empresas que nos están robando todos los días”, aseveró, ante la criminalización institucional que sufren los inmigrantes.

Es el mensaje que el senador por Vermont lleva décadas enviando, pero estos días resuena con más fuerza que nunca, dado que el hombre más rico del mundo, encargado de despedir a funcionarios y recortar programas de ayuda a los más pobres, tiene un asiento asegurado en las reuniones de un gabinete formado por una decena de milmillonarios y otra decena de millonarios, fervientes creyentes en el Estado mínimo.

“No creo en la atención sanitaria, el trabajo y la dignidad humana porque soy marxista; creo en ellos porque fui camarera”, dijo Ocasio-Cortez en otro evento en Las Vegas (Nevada), donde el sector de la hostelería emplea a miles de inmigrantes latinoamericanos. “Lo sé porque trabajé turnos dobles para mantener las luces encendidas y porque, en mi peor día, sé lo que se siente al sentirse abandonado. Y sé que no tenemos por qué vivir así”.

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Sanders, un independiente que vota con los demócratas en el Senado, dio el 6 de noviembre, un día después de la derrota de Kamala Harris en las elecciones, el diagnóstico más certero del estado de salud del Partido Demócrata: “No debería sorprender a nadie que un partido que ha abandonado a la clase trabajadora se encuentre con que la clase trabajadora le ha abandonado. Primero, fueron los trabajadores blancos y ahora también los latinos y los negros”.

Ahora el partido está dividido en el Congreso, especialmente después de la votación en el Senado que facilitó la aprobación de la ley de gasto de Trump con el voto favorable del líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, que encuentra en Ocasio-Cortez una de sus principales críticas. Tanto, que se rumorea que podría presentarse a las elecciones para ganarle su escaño de Nueva York al Senado. Para un legislativo vendido a los intereses de las grandes corporaciones, el discurso de Sanders y Ocasio-Cortez muestra un camino inexplorado, que se quedó a las puertas de competir en los comicios presidenciales en las primarias del 2020, cuando el establishment del partido apoyó al moderado Joe Biden y apartó al senador.

Sanders es consciente de que, a su edad, 83 años, su recorrido político está llegando a su fin, y tiene claro quién debe ser su sucesora: “Cuando Alexandria era una niña, limpió casas con su madre para ayudar a su familia a sobrevivir. Cuando se graduó, fue barista, viviendo mes a mes. Pero miró a su alrededor, su comunidad en el Bronx y se dio cuenta de que era necesario un cambio. Cuando decidió postularse al Congreso, la gente creyó que bromeaba, pues compitió contra poderosos hombres con acceso a cantidades ilimitadas de dinero. Ella no tenía nada, pero vio lo que significa la política: no es sentarse en cenas de recaudación de fondos de millones de dólares, sino trabajar con la gente de tu comunidad”, dijo el viernes ante 35.000 personas en una avenida de Denver (Colorado), su audiencia más multitudinaria en décadas de servicio público.

Los congresistas demócratas tienen sus peores índices históricos de aprobación, según la última encuesta de Quinnipiac

“La razón por la que digo todo esto no es solo para elogiar a Alexandria, mi querida, sino para decirles a ustedes que también pueden hacerlo. Hay millones de jóvenes ahí afuera que aman este país, que están indignados con lo que ven, que están listos para involucrarse en el proceso político. Así que, Alexandria, gracias por ser esa inspiración», sentenció Sanders.

Dirigirse a la mayoría de la población, la clase trabajadora, es un cálculo político que le valió a Trump sus dos victorias presidenciales. Progresivamente, el Partido Demócrata se ha ido alejando de ella, poniendo más el foco en las políticas de identidad que en las de clase. Eso, sumado a la desunión e incapacidad de acción demostrada, ha llevado a los demócratas a sus peores índices históricos de aprobación, según la última encuesta de Quinnipiac.

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