
Dos realidades paralelas convivían en el restaurante popular Belmonte de Copacabana, ante la condena y próximo encarcelamiento del ex presidente Jair Bolsonaro acusado de liderar un golpe de Estado tras la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en octubre de 2022.
Tal y como se esperaba, Bolsonaro fue condenado el jueves a 27 años y tres meses de cárcel por el Supremo Tribunal Federal (STF) tras una reunión que duró tres días. Cuatro de los cinco integrantes del poderosos tribunal coincidieron en que el ex presidente e icono de la extrema derecha internacional, había encabezado una trama golpista que incluía un plan de asesinar a Lula y al llamado super juez y nemesis del bolsonarismo, Alexandre de Moraes.
El ex militar, de 70 años de edad, puede evitar ingresar, de forma inmediata, en la prisión por la posibilidad de un ultimo recurso ante el mismo tribunal. Asi mismo, hay alguna posibilidad de que el Congreso apruebe una ley de amnistía aunque ésta tendría que ser ratificado por el mismo STF.
En todo caso, la condena es una constatación inequívoca y contundente de la justicia brasileña contra las actividades golpistas y atropellos contra el Estado de derecho que ha brillado por su ausencia en otros países como Estados Unidos.
Asimismo, constituye un rechazo desafiante por parte del STF a las presiones e intimidación procedentes de los aliados de Bolsonaro en la Administración Trump y de partidos de la extrema derecha en otros países, entre ellos España.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio calificó la condena como “una caza de brujas” y amenazó con adoptar más sanciones, además de las ya anunciadas contra los jueces brasileños.
Pero en Brasil, la mayoría de los expertos legales aplaudieron la decision del tribunal. “Los jueces han conectado todos los puntos de un golpe preparado a lo largo de 2021 y 2022”, dijo el abogado Thiago Bottino de la Fundacion Getulio Vargas en una entrevista.
La justicia habló casi al unísono. Pero en las calles de las ciudades brasileñas la opinión pública se divide. ”¿Debe ir (Bolsonaro) a la cárcel? ¡Sin duda alguna!”, dijo Marcos, el gerente del Belmonte que se llenaba de bulliciosos simpatizantes de Bolsonaro tras la manifestación multitudinaria de apoyo al ex presidente en la playa de Copacabana el pasado domingo. “Él cuestionó el resultado electoral, pero no hubo fraude”.
Discrepó Marcelo, que llevaba la camiseta de la selección brasileña. “Estoy totalmente en contra del juicio; el golpe de Estado no existió y (los jueces) han abolido nuestras libertades democráticas”. Otros manifestantes llevaban pancartas de agradecimiento a Donald Trump y banderas adornadas con la cruz de David israelita.
El único punto de encuentro en el Belmonte era la feijoada. Y, con el 48% de los brasileños a favor de la condena de Bolsonaro y un 38% en contra, Brasil en su totalidad está polarizado en torno al futuro del impulsivo ex militar -presidente brasileño de 2018 a 2022- actualmente bajo arresto domiciliario con un grillete electrónico sujeto al tobillo.
En un país dividido, el 48% de los
brasileños apoya la condena a Bolsonaro
Aunque no se perciba el mismo ambiente de violencia política en Brasil que en Estados Unidos, es probable que el movimiento bolsonarista reaccione al probable encarcelamiento de su líder lanzándose a las calles: “Habrá grandes protestas en todas las capitales”, dijo un organizador bolsonarista en el estado Pará en una conversación telefónica. “Puede ocurrir lo mismo qu en Nepal.”
El caso contra Bolsonaro era bastante claro. “Hay una gran cantidad de pruebas que indican los planes (de Bolsonaro) para mantenerse en el poder”, afirmó la jueza Carmen Lucia, que votó en favor de condenar a Bolsonaro el jueves por la tarde en Brasilia junto a Cristiano Zanin, el cuarto juez en condenar al ex presidente.
Lucia insinuó la necesidad de hacer un ejemplo de Bolsonaro dada la historia brasileña plagada de rupturas insitucionales. Brasil ” tiene una triste historia (…). Por eso es tan importante cuidar el proceso actual en el año en que celebramos los 40 años del inicio de la redemocratización”. Entre 1964 a 1985 Brasil fue sometido a un siniestro régimen militar que Bolsonaro siempre ha admirado incluso en sus declaraciones públicas.
El ex presidente “ejerció funciones de líder de estructura criminal con apoyo de sus aliados en el gobierno y las fuerzas armadas”, declaró el martes el juez Moraes, que ha coordinado las investigaciones sobre la trama golpista.
Tanto Moraes como Flavio Dino, ex ministro de Justicia de Lula, ya habían condenado a Bolsonaro y a siete ministros y militares bolsonaristas que formaron “el núcleo crucial de la trama golpista”, según la fiscalía. El único disidente del tribunal era Luis Fux, que optó por absolver a Bolsonaro en una sorprendente declaración el miércoles,
Los ocho del “núcleo crucial”, han sido condenados a penas similares a penas de entre 17 y 25 años de cárcel a la asignada a Bolsonaro por cometer una serie de delitos que incluyen intento de golpe de Estado, así como la violación del Estado de derecho. El secretario de Bolsonaro, el militar Mauro Cid que delató al ex presidente tras pactar una confesión con la fiscalía, solo recibió una pena de dos años,
Otros conspiradores golpistas condenados incluían a los generales jubilados y ex ministros de Bolsonaro Augusto Heleno y Walter Braga Netto, Anderson Torres, el ministro de Justicia de Bolsonaro, y el almirante Almir Garnier, máximo responsable de la Marin,. Garnier fue el único jefe de las Fuerzas Armadas que accedió a la propuesta de Bolsonaro de realizar una ruptura institucional tras la victoria de Lula.
Una cadena de actos desembocó en el intento de golpe y el asalto a las sedes de los tres poderes en Brasilia el 8 de enero de 2023. En los días anteriores al asalto, miles de bolsonaristas se acamparon delante de cuarteles militares pidiendo una intervención para evitar la toma de posesión de Lula. La acusación incluye también órdenes a la policía de carreteras desde el gobierno de Bolsonaro de obstaculizar a votantes el dias de las elecciones en distritos que concentraban el apoyo a Lula.
Según la condena, Bolsonaro había leído y editado un documento redactado por militares de élite conocidos como los Kids pretos -niños negros- para explicar la llamada Operación Puñal Verde y Amarillo. Esto incluyó instrucciones de asesinar a Lula, al vicepresidente Geraldo Alckmin y al mismo Moraes. “Ni en la dictadura se llegó a tanto” dijo el juez Dino
Según la condena, Bolsonaro supo del plan de asesinar a Lula y al juez Moraes
Bolsonaro niega que tuviera conocimientos de esa acusación y el juez Fux señaló el miércoles que “no existe prueba alguna” para sostener la acusación. Fux se limitó a condenar a Cid y al veterano militar Walter Braga Netto, estrecho amigo de Bolsonaro y ministro en su gobierno, que coordinó el plan con los kids pretos.
Los abogados de Bolsonaro y los otros condenados argumentan en su defensa, que Lula había sido condenado a 14 años de cárcel por un caso de presunto corrupción investigado por los fiscales de la desacreditada investigación lava jato tras un juicio que fue posteriormente calificado como inválido por el STF.
Conservador pero aliado de la izquierda en su empeño por condenar a Bolsonaro, Moraes incluso ha cerrado redes sociales como X, YouTube e Instagram -desafiando a Elon Musk- por difundir información falsa en redes bolsonaristas que violaba normas electorales o por incitar a actividades golpistas.
Esto le ha merecido ser calificado como “dictador” no solo por la derecha brasileña – incouso el supuestamente más moderado gobernador de Sao Paulo y precndidato presidencial, Tarcisio de Freitas- sino tambien por la administración de Donald Trump.
Ésta ha adoptado sanciones contra el tribunal brasileño por supuestamente violar libertades y negar el derecho de Bolsonaro de participar en las próximas elecciones presidenciales el año próximo.
Los hijos de Bolsonaro no tardaron en denunciar la supuesta persecución a su padre. “Se han quebrantado los pilares de la democracia para condenar a un inocente que se atrevió a no doblegarse ante un dictador llamado Alexandre de Moraes”, afirmó el hijo mayor del ex presidente, el senador Flávio Bolsonaro, en la red X.
La campaña bolsonarista pedirá que el Congreso apoye una ley de amnistía al presidente y los otros acusados. “Hemos tenido decenas de golpes de estado en Brasil; siempre hay amnistía y los golpistas siempre vuelven a intentar”, dijo Bottino.
Las similitudes —para nada casuales— entre los planes golpistas de Bolsonaro para perpetuarse en el poder y lo ocurrido en Estados Unidos, antes y después de la derrota de Donald Trump en 2024, pueden explicar el apoyo estadounidense al ex presidente así como las extraordinarias medidas estadounidenses de castigo contra Brasil.
Bajo la aplicación de la llamada ley Magnitsky, que suele ser usada contra presuntos terroristas, todos los jueces del STF han sido privados del derecho de visitar Estados Unidos.
“Trump no quiere que Brasil sea un ejemplo de lo que le debería haber pasado a él”, ironizó un economista del banco BNDES durante un almuerzo en el centro de Río. Trump dijo algo por el mismo estilo al recoibir la notica de la condea: “Es algo parecido a lo que querían hacer conmigo.”
Trump incluso atribuyó a “una caza de brujas” contra Bolsonaro la decisión de adoptar sanciones del 50% sobre exportaciones de productos brasileños como la carne y el café. Moraes ha sido tachado de tirano por ideólogos de la derecha trumpista en EE. UU. como Steve Bannon, que mantiene una estrecha relación con el otro hijo del ex presidente, Eduardo Bolsonaro, residente ya en Washington.
Esto ha tenido el impacto contraproducente de alejar aún más a la élite empresarial brasileña del bolsonarismo, que hace solo seis o siete años apoyaba a la derecha populista con entusiasmo. Pero ha servido para que Eduardo Bolsonaro vaya sembrando la idea de que Brasil vive bajo una “dictadura de togas”, liderada por Moraes.
Aunque Bolsonaro se ha ausentado de las sesiones del STF por problemas de salud física y psicológica, aún tiene un proyecto político,aseguran algunos analistas. “Es casi seguro que Bolsonaro va a la cárcel”, dijo el analista Jorge Chaloub, de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. “Es probable que se apruebe una ley de amnistía en el Congreso, pero esto no necesariamente va a aplicarse a Bolsonaro; será para los actores menores en el golpe”.
“Trump podría intentar crear una situación de caos para que se libere a Bolsonaro”
La única esperanza para Bolsonaro es “una intervención externa”, continua. “De ahi la presencia en la capital estadounidense de Eduardo. No me refiero a que los marines vayan a llegar a Copacabana, pero Trump podría crear una situación de caos en que los políticos acepten librar a Bolsonaro”.