Cacofonía

Entre tantas trompetas del Apocalipsis sopladas a la vez es de agradecer que alguien se empeñe en seguir endulzándonos los oídos con las notas más suaves de la humilde flauta.

Lo paradójico es que esa llamada a la música más serena provenga de una asociación de exportadores, la AMEC (Asociación de las Empresas Industriales Internacionalizadas), que por boca de su director general, Joan Tristany, ha explicado que la situación es menos pesimista y apocalíptica de lo que se oye a pie de calle y que, con aranceles o sin ellos, las empresas que representan van a mantener el 10% del volumen de sus exportaciones a Estados Unidos como si nada vaya a suceder.

A los norteamericanos, mal que nos pese, conviene seguir escuchándolos

Interesa poner la oreja a lo que dice el señor Tristany, porque además de saber de lo que habla no tiene interés alguno en anestesiarnos y tampoco en provocarnos un ataque de pánico. Cosa que, por otro lado, no podemos afirmar con la misma certeza de los discursos y declaraciones políticas, ni en suelo patrio ni en ningún lado, pues es sabido que en este ámbito todo hueso sirve para echar al caldo con el que alimentar los intereses partidarios.

Por partes. No hay que quitarle hierro al asunto. Y menos después de que el Banco de España haya anunciado que se verá obligado a rebajar la previsión de crecimiento de España que había fijado en el 2,7% antes de que, como sucede en los inviernos leridanos, se instalara la niebla de la incertidumbre en todo el planeta tras apretar Donald Trump el botón rojo que disparaba los misiles arancelarios.

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Sánchez y Von der Leyen en el 2023. 

Fernando Calvo / EFE

Sobre lo que va a suceder a partir de ahora estamos, más o menos, como cuando la covid o la crisis económica del 2008 o la de deuda soberana del 2012. No tenemos ni idea. Los expertos, ¿quiénes si no?, han tomado la palabra e intentan iluminarnos. Pero, certezas, lo que se dice certezas, la verdad es que tenemos entre cero y ninguna.

Estamos ahora mismo instalados en el kilómetro cero de la cacofonía. Y el desconcierto, más allá de tú me pones estos aranceles aquí y yo te colocó estos allá, es descomunal. Fíjense si no. Pedro Sánchez se marcha a China para sacarle gran rendimiento a la visita que tan hábilmente ha trabajado su zapador en todos los frentes, José Luís Rodríguez Zapatero. El latiguillo del presidente español es conocido: hay que reforzar las relaciones comerciales y de amistad con esa parte del mundo.

Pero es que al mismo tiempo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, descuelga el teléfono para hablar con el presidente chino, Xi Jinping, y rogarle que ni se le ocurra inundar el mercado europeo con los excedentes de producto a precio de saldo que ahora el gigante asiático no podrá enviar a los EE.UU. La alemana no se ha quedado ahí, pues ya ha dejado claro que si los chinos intentan sacar provecho colapsando el mercado europeo no le temblará el pulso y propondrá nuevos aranceles, como los que ya impuso a los vehículos de importación chinos que dejaban en muy mal lugar a la empresa automovilística continental. Sánchez por aquí, Von der Leyen por allá. Y quien pueda sacar algo en claro que levante la mano.

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GRAFAND7531. SEVILLA, 02/04/2025.- La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, a su llegada hoy miércoles a la Fundación Cajasol en Sevilla, donde ha participado en un encuentro informativo organizado por El Correo de Andalucía, decano de la prensa de sevillana. EFE/ Julio Muñoz

Y si faltaba alguien para el duro, aparece el secretario del tesoro estadounidense, Scott Bessent, para enviar un primer aviso a España alertando de que un acercamiento excesivo a los chinos equivaldría a cortarnos nosotros mismos la cabeza. A los norteamericanos, mal que nos pese, conviene seguir escuchándolos. Puesto que, con guerra arancelaria o sin ella, todavía son quienes deberán cubrirnos la espalda durante un largo periodo de tiempo en caso de que la amenaza bélica para Europa, tan cacareada en los últimos meses hasta que los aranceles la han escondido por un tiempo, se hiciera realidad. ¿O es que para hace frente a esa amenaza tan real que nos decimos que es Putin vamos a pedir ayuda a Xi Jinping, el mejor amigo del zar ruso y quien le ha permitido aguantar la economía rusa en pie, amén de proporcionarle armamento y abrirle las puertas del mundo –salvo occidente– de par en par? La situación es tan caótica que sólo podemos recurrir al trabalenguas infantil: la madeja está tan enredada que el desenredador que la desenrede, buen desenredador será. La tregua de 90 días de última hora que excluye a China es más de lo mismo: cacofonía.

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