Cesc Guim: Maratones por los microchips

Cesc Guim (Reus, 1981) lleva toda su vida corriendo maratones, en sentido literal y figurado, porque es una de las mentes que más han contribuido a la carrera tecnológica por los microchips. Ingeniero informático por la UPC, doctor en Arquitectura y Ciencia Computacional, reconocido inventor de patentes en el grupo Intel y, ahora, consejero delegado de Openchip, Guim tiene bajo su control el futuro de una compañía estratégica en Barcelona y el conjunto de la Unión Europea.

“Apenas hay tres o cuatro compañías en el continente que se dedican al diseño de microchips de última generación, es una tecnología crucial para nuestra soberanía tecnológica porque se instala en ordenadores de alto rendimiento que procesan toda la información que genera la inteligencia artificial”, apunta.

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Gusi Bejer / Colaboradores

Desde pequeño, Guim ha sido un apasionado de la ciencia y la computación. Creció en un hogar rodeado de libros y de máquinas, influenciado por sus padres, que ejercían de profesores y también de informático, en el caso de su padre. “Toda mi carrera ha estado muy marcada por la tecnología, empecé a programar a los diez años y desde entonces no he parado”, comenta. Tampoco ha parado de practicar atletismo, su mecanismo para compensar el esfuerzo intelectual. A lo largo de su vida ha hecho triatlones, duatlones, maratones y ahora, por si fuera poco, medios maratones. “Siempre que puedo salgo a correr, cuando viajo por trabajo siempre llevo unas bambas encima, incluso elijo los hoteles que están más cerca de los parques para poder salir a correr, me da igual si los hoteles son poco lujosos…”. El deporte, comenta, ha sido un faro en su carrera profesional: le ha inculcado la rutina, la planificación y, sobre todo, el valor del sacrificio.

Entre sus mayores hitos destaca la publicación de 60 artículos científicos y la medalla de Intel Top Inventor, por haber sido autor de más de 600 patentes dentro de la multinacional estadounidense, uno de los líderes mundiales de la industria de los microchips. “Me ficharon en el centro de Barcelona y cuando este cerró sus puertas en el 2014 seguí trabajando para el grupo en remoto y liderando un equipo a nivel europeo. Me pasaba el día creando ­ideas…”, comenta recordando aquella etapa que duró 17 años.

Tras diseñar 600 patentes en Intel, Guim lidera Openchip, una firma estratégica en Barcelona y la UE

Guim podría haber continuado su vida sin alteraciones, pero el Barcelona Supercomputing Center y la empresa GTD, los dueños de Openchip, llamaron a su puerta para ofrecerle la dirección del negocio. “Me provocó vértigo. Yo tenía dos hijas y un empleo establecido, pero una reflexión me empujó a dar el salto: pensé que los beneficios de las 600 patentes que había diseñado se habían ido fuera de Europa y de Catalunya y que, tal y como está el mundo ahora, no podía desperdiciar la oportunidad de retener aquí este conocimiento”.

Guim asumió el cargo en mayo del 2024 y desde entonces no ha parado. “Ha sido muy duro, en 13 meses hemos pasado de tener una plantilla de 20 a 250 personas, hemos reforzado la sede de Barcelona y abierto delegaciones en Italia, Polonia, Alemania, Bélgica e Irlanda”, apunta. La compañía, de carácter público-privado, ha recibido una inyección de 111 millones de euros por parte de los fondos europeos Next Generation y otros 25 millones de fondos públicos. Ahora quiere conseguir entre 300 y 400 millones más. Son las cifras habituales de las empresas que aspiran a convertirse en referentes en la industria de los microchips, que quieren rivalizar con Nvidia o Intel.

De momento, Openchip está ultimando su propio microprocesador, espera lanzar el primer prototipo en el 2026 y vender a gran escala en el 2028. En paralelo, también está desarrollando un software orientado a gestionar modelos de IA de manera segura. Guim asegura que hay interés de varias entidades financieras e instituciones euro­peas. En cualquier caso, está convencido de que esta carrera no la puede ganar solo, como un maratón, sino colaborando con distintas empresas europeas. La UE tiene ante sí un reto tecnológico gigante, y Openchip, desde Barcelona, puede contribuir a superarlo.

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