
El debate de política general en el Parlament esta semana ha tenido la virtud de poner en el centro de las necesidades que afronta el país la del aumento en la oferta de viviendas. Específicamente, el president Illa destacó su voluntad de acordar con el sector privado un ambicioso programa de construcción que debería añadir más de 200.000 los próximos años. No será fácil. Porque las razones de las dificultades de la oferta son muchas: elevados costes de producción, dificultades de mano de obra especializada, escaso suelo disponible y normativas urbanísticas diseñadas para un país que ya no tenemos. Una situación que sitúa la media anual de viviendas iniciadas en Catalunya la última década (incluidas las de protección oficial) en escasamente 15.000. Sea cual sea la posibilidad real de construir el volumen que se propone, la verdad es que hora era que se reconociera el principal problema que afronta la vivienda: la asimetría entre una fuerte, y creciente, demanda y el de una oferta que no consigue seguir esa dinámica.
Esa es la razón fundamental del desajuste: entre 2018 y 2024, Catalunya ha aumentado su población en más de medio millón de habitantes, a razón de unos 75.000/año. Y hay más todavía. Aproximadamente el 100% de ese aumento proviene de nuevos inmigrantes que se han incorporado al país atraídos por el fuerte empuje de nuestro mercado de trabajo. Además, la distribución de esa nueva población en el territorio no es aleatoria: la inmigración, y los aumentos de población, tiende a concentrarse en ámbitos muy específicos y sectores económicos determinados, como son los del área de Barcelona y algunas zonas de Girona y Lleida.
La crisis de la vivienda sólo se puede solucionar con más oferta
Quiere ello decir que ese enorme aumento poblacional se ha dirigido, en una parte difícil de medir pero incontrovertible, hacia el mercado de alquiler, elevando sus precios e indirectamente estimulando la compra para destinarla al alquiler. En todo caso, precios al alza tanto en uno como en otro segmento del mercado de la vivienda y, por ello, crecientes dificultades de accesibilidad. Además, la situación actual no es, en absoluto, estable: por poco que el crecimiento económico se mantenga, y dada la jubilación de los baby boomers la próxima década, la población puede situarse en los 9/9,5 millones entre 2035 y 2040, en línea de la Catalunya de los 10 millones.
La solución de los desajustes en el mercado de la vivienda requiere tiempo. Pero, en particular, un diagnóstico consensuado de cuáles son las raíces de sus problemas. Hay quienes esperan que se solucionen con mayores regulaciones, algunas de las cuales son necesarias de buen seguro; pero el desajuste oferta-demanda sólo puede solucionarse con más construcción de vivienda y/o movilización de parte de las existentes. Guste más o menos, contener precios y mejorar la accesibilidad precisa de un poderoso choque de demanda.