
Finalmente, el vino, los productos alimentarios y las bebidas destiladas europeas destinadas al mercado estadounidense sufrirán un gravamen tarifario del 15%. No habrá exenciones.
El acuerdo entre Washington y Bruselas, que pone negro sobre blanco lo que se acordó verbalmente el pasado mes de julio, supone un jarro de agua fría para un sector clave del Viejo Continente, que confiaba que podría, igual que otros productos, beneficiarse de alguna exención tarifaria en el marco de la guerra comercial lanzada por Trump. No será así.
La automoción verá reducido su arancel respecto a los niveles actuales: una victoria de Alemania
Según el documento difundido el jueves, se confirma el nuevo arancel del 15% como tasa estándar para las mercancías europeas exportadas más allá del Atlántico, lo que supone multiplicar por cinco los niveles que había antes de la llegada de Trump en la Casa Blanca.
El pacto consagra además un cierto desequilibrio a favor de Estados Unidos. Porque Europa se compromete, por su parte, a eliminar todos loa aranceles a los bienes industriales estadounidenses y además asegura que comprara productos energéticos a Washington por unos 750.000 millones de dólares hasta 2028, lo que supondrá para los europeos aumentar su dependencia energética respecto a EE.UU.
La aviación consigue las excenciones que el vino europeo no ha podido lograr
No sólo eso, las empresas europeas, según las estimaciones de Bruiselas, prevén invertir cerca de 600.000 millones de dólares en sectores estratégicos norteamericanos, entre los cuáles unos 40.000 millones en chips de Inteligencia Artificial. También hay la promesa de incrementar, en pleno debate sobre la autonomía estratégica las compras de equipamiento militar y de Defensa a la industria armamentística norteamericana.
La Unión Europea, pese a que ahora será menos competitiva a la hora de exportar sus vinos o sus quesos (por poner un ejemplo) a los estadounidenses, no tendrá problemas en abrir sus propios mercados a los productos agrícolas y pesqueros procedentes de EE.UU., que hora pasarán a tener trato perefencial: es el caso de las nueces, la carne, soja y otros productos.
¿Y Washington? ¿Qué ofrece a cambio al Viejo Continente? Aquí se ven los resultados de una negociación que ha sido difícil, porque en sustancia Trump renuncia a subir las tasas al 30% tal como había amenazado. Los coches europeos y sus componentes, que tras el órdago trumpista estaban en el 27,5%. podrán beneficiarse a partir de septiembre de la tasa genérica del 15% aunque precisaron que esta rebaja se aplicará cuando el bloque comunitario haya tomado medidas para reducir a su vez los que impone a Estados Unidos. Se trata de una victoria importante para Alemania y su industria de la automoción.
Washington tampoco aplicará tarifas superiores al 15% en los semiconductores, maderas y productos farmacéuticos (Trump llegó a hablar de más del 200%).
Sí que habrá exenciones –ya explicitadas en julio–, pero recaerán en otros sectores que el agro alimentario: fármacos genéricos, aviones y sus componentes y algunos recursos naturales como el corcho.
Por cierto, ya no hay rastros o mención de regulaciones o impuestos a los gigantes estadounidenses. Todo lo contrario: Ambas partes se comprometieron a abordar las “barreras comerciales digitales injustificadas”, según el comunicado.
Balance
¿Quién gana y quién pierde?
Aunque a la hora de hacer un análisis del resultado todo es relativo porque depende de las expectativas, de forma esquemática se puede decir que el sector de la aviación y los fármacos genéricos serán los que menos notarán las turbulencias arancelarias, ya que quedan exentos de la tarifa del 15%. Entre los teóricos ganadores, se podría incluir el sector de la automoción, de los semiconductores y las farmacéutitcas, porque se le aplicará un arancel menor del que tenían o del que podrían haber tenido, según los proclamas de Trump. Los que se quedan con nada en la mano son las empresas del sector agroalimentario, que esperaban en una exención que no ha llegado. En cuanto a los grupos empresariales acero y alumunio, al mantenerse los aranceles en el 50%, son los grandes perjudicados por la guerra comercial. En todo caso, si se compara lo logrado respecto a la situación antes de la llegada de Trump, todos los sectores europeos salen perdiendo al ser menos competitivos. Si en cambio se compara con la tasa aplicada a otros países (China, Japón o Suiza), Europa tampoco sale mal parada con est acuerdo. Quién pierde será con toda seguridad el consumidor nortaemericano, que se enfrentará a un posible aumento de precios de bienes importados desde Europa a corto plazo. Y las empresas europeas, si no encuentran otras salidas comerciales, también pueden ver sus cuentas económicas empañadas al vender menos a EE.UU.
Tanto el comisario al Comercio Maros Sefcovic como la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, destacaron las bondades de un acuerdo que, ya en su primera versión, había despertado cierto escepticismo en las capitales comunitarias.
Según ellos, este pacto garantiza estabilidad y seguridad jurídica a las empresas europeas que así podrán planificar mejor sus inversiones para el futuro. También destacan como el 15% incluye los aranceles mínimos que se aplicaban antes, con lo que Europa no sale mal parada en comparación con otros bloques comerciales.
“Permítanme decirlo claramente: la alternativa —una guerra comercial con aranceles altísimos y una escalada política— no ayuda a nadie. Perjudica los empleos, el crecimiento y daña a las empresas tanto en la UE como en EE. UU.”, se justificó Sefcovic.
En cuanto al sector agro alimentario, Bruselas destaca que “Estados Unidos es el segundo mayor mercado para las exportaciones agroalimentarias de la UE, y un mercado que ofrece un crecimiento constante. Los productos alimenticios y las bebidas tradicionales y de alta calidad de la UE tienen una gran demanda, y este acuerdo proporciona a los exportadores europeos la estabilidad que necesitan para seguir exportando.”
Acero y aluminio quedan fuera del pacto: las barreras arancelarias seguirán en el 50%.
Fuentes del ministerio de Economía consideran que el acuerdo sitúa a las empresas europeas de forma preferencial frente a otros socios comerciales de. EE.UU. “De forma destacada, es importante que se haya logrado disipar la incertidumbre, también en torno a sectores tan importantes como el farmacéutico o semiconductores”, indican.
La Comisión recuerda que, en todo caso, es el importador estadounidense es quién paga el arancel y no el consumidor europeo. Pero serán las empresas del Viejo Continente las que tendrán que buscarse la vida y abrirse, si es que lo consiguen a nuevos mercados.