Clima, costes y redistribución

Vaya junio que llevamos! Desde que hay registros, de los más calurosos vividos por estos lares. Una señal más que el alza de la temperatura forma parte de nuestro paisaje, actual y futuro. ¿Qué hacer? Para comprender dónde estamos, déjenme destacar algunos aspectos.

Primero, el problema es global. El C02 o el metano se generan en todo el planeta y por ello, y si no hay acuerdos vinculantes, poco efecto pueden tener políticas nacionales. Que, además, comienzan a ser cuestionadas en todo Occidente: los EE.UU. de Trump son ejemplo de esta posición aunque no único, como muestran las vacilaciones de la Comisión Europea.

Segundo, las emisiones van por barrios. En 2019, la media por habitante de emisiones de gases invernadero para el planeta fue 4,4 toneladas/año, los EE.UU. superaban las 15, para la OCDE era de 9, China de unas 7, Sudamérica de 2,1 y la India y África generaban escasamente 1 tonelada/habitante/año.

Tercero, la demografía empeora la situación. Se estima que dos tercios del crecimiento de esos gases las últimas décadas reflejan el aumento poblacional. En mi bachiller en Girona, la profesora Fustagueras nos advertía que pasaríamos de los 2.500 millones de habitantes de 1960 a los 5.000 millones en 2.000. Aunque acertó, no la creímos. Pero el proceso no se detuvo: hoy superamos los 8.000 millones y alcanzaremos los 11.000 a finales de siglo, con África liderando el cambio (desde los 1.400 millones de 2022, a los 2.500 en 2050 y a cerca de 4.000 en 2100).

En Occidente,los costos de la transición energética castigarían a los que menos tienen

Cuarto, el crecimiento imposibilita la solución. Las emisiones están directamente relacionadas con el aumento del PIB o del PIB por habitante: tanto en Occidente como en los países emergentes, difícil mejorar nivel de vida sin mayores emisiones.

Quinto, hay solución técnica. Como muestra el auge chino en tecnologías limpias y baratas (vehículo eléctrico, placas solares, baterías o molinos de viento) hay esperanza. Y podríamos imaginar soluciones globales: transferencias de energía verde entre distintas partes del planeta o, para los países en desarrollo, la posibilidad de saltarse la etapa de combustibles fósiles.

Sexto, imposibilidad política. Cualquier medida efectiva de reducción de emisiones implica elevados costes económicos y amplios colectivos de perdedores. En Occidente, la reducción del PIB que algunos predican o los costos de la transición energética castigarían más a los que menos tienen; en el resto del mundo, ¿quién va ha defender que no se puede mejorar la renta? Cualquier solución implicaría profundas redistribuciones del ingreso y la riqueza, entre países y dentro de ellos, el elefante en la habitación que nadie parece ver.

Y séptimo, inevitable adaptación. Sin una solución global efectiva en el horizonte y sin redistribución seria, no hay más salida efectiva que la de amoldarse: el cambio en el que estamos inmersos continuará. Sí o sí.

También te puede interesar