¿Cómo se hace la fumata blanca que indica que el cónclave ha encontrado a un nuevo Papa

La espera para la elección de un nuevo Papa ha empezado y mientras 133 cardenales recluidos en la Capilla Sixtina oran y votan, el mundo exterior mira hacia una chimenea que emite humo. Si es negro, aún no tendremos Papa; si es blanco, el mundo tardará unos minutos en conocer el nombre del nuevo Pontífice.

Pero, ¿cómo consigue El Vaticano que la fumata sea inequívocamente blanca o negra? Apoyándose en la ciencia. Dado que el humo de la quema de papeletas puede ser confuso —en origen, la elección del Papa se anunciaba, simplemente, con una señal de humo, sin color concreto—, se decidió usar la química para evitar la confusión.

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Así, la quema de las papeletas en la estufa u horno de la Capilla Sixtina, de donde sale el humo de la fumata, se mezcla con elementos químicos. El perclorato de potasio, el antraceno y el azufre generan una fumata negra; la blanca surge de la quema de papeletas con clorato de potasio, lactosa y colofonia.

Cuatro votaciones, dos fumatas

El cónclave se comunica con el exterior solo con señales de humo, que serán dos al día. Cada jornada, los cardenales convocados votan cuatro veces. Tras cada dos votaciones, si no hay Papa elegido, lo comunican a la Iglesia con la fumata negra. Y si en una votación —sea cual sea— hay acuerdo, proceden a elaborar la fumata blanca.

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Este miércoles ya se ha producido el grito de “extra omnes” (todos fuera, en latín), que da comienzo al cónclave. Los cardenales, que juran guardar el secreto, se han encerrado en la Capilla Sixtina —exquisitamente decorada y sede de todos los cónclaves papales desde 1858— a la espera de realizar la primera votación oficial. Se requiere una mayoría de dos tercios (89 votos entre los 133 cardenales con derecho a votar) para elegir al nuevo Papa.  

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