Cómo una buena gestión económica influye en nuestro bienestar emocional

Las finanzas no son sólo números: también impactan en la salud mental y en la manera en que disfrutamos de nuestro día a día. Gestionar nuestro dinero no siempre es sencillo y hacerlo de manera incorrecta puede traer consigo efectos negativos. Aunque suele decirse que el dinero no da la felicidad, sí que contribuye a que tengamos estabilidad. En otras palabras, a que disfrutemos de una cierta predictibilidad al tener un salario constante y cuentas con suficientes recursos como para hacer frente a las eventualidades.

Los problemas asoman cuando la gestión y la planificación financiera que realizamos no son las adecuadas, lo que nos lleva a perder el control sobre los gastos o a endeudarnos en exceso. Esto genera una sensación constante de inseguridad cuya consecuencia inmediata serán el estrés y la ansiedad. Aparecerán entonces síntomas que denotarán que nuestra salud mental se está viendo alterada: insomnio, culpa, aislamiento, irritabilidad, conductas nos saludables (como el consumo excesivo de alcohol, tabaco, comida ultraprocesada o el abuso de medicamentos sin prescripción) y hasta depresión. La relación que existe entre las finanzas y el estado emocional es estrecha.

Planificar gastos y presupuestos reduce la ansiedad financiera y aporta claridad mental

Planificar gastos y presupuestos reduce la ansiedad financiera y aporta claridad mental

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Pero ¿qué ocurre cuando administramos bien nuestro dinero? ¿Cuando contamos con un presupuesto claro, unas metas de ahorro realistas y un fondo de emergencia? Pasa que recuperamos el control y traemos estabilidad a nuestra vida en todas las facetas posibles. Por eso, promover una gestión consciente y equilibrada del dinero puede ayudarnos a vivir con menos estrés, más claridad y mayor libertad.

Enfocarse en lo esencial

Gestionar nuestro dinero no tiene por qué ser difícil y el minimalismo financiero, el archiconocido “menos es más”, puede ayudarnos. ¿Cómo? Construyendo un sistema financiero consciente, eficiente y alineado con nuestros valores personales. Es decir, simplificando nuestros gastos y enfocándonos en lo esencial para ganar libertad, reducir preocupaciones y dedicar los recursos a lo que realmente importa. Cuando administramos nuestras finanzas, crecemos en claridad, orden y libertad económica al eliminar lo innecesario.

Lo primero que debemos hacer es priorizar los gastos importantes. Para conseguirlo, debemos identificar cuáles son nuestras necesidades esenciales, como, por ejemplo, la vivienda, alimentación, transporte, salud y formación. Esto nos permite diseñar un presupuesto claro para cada categoría y asegurarnos de que lo básico esté cubierto, sin descontrolar nuestro gasto o generarnos ansiedad.

En paralelo, tenemos que eliminar o reducir lo superfluo, lo que no significa que tengamos que privarnos de los que te gusta. Pregúntate si cada gasto aporta valor duradero o responde a un mero impulso. Piensa también en esas suscripciones que no usas, en las compras emocionales que realizas o en los aparatos que reemplazas sin necesidad porque aún funcionan. ¿Estás gastando en cosas que realmente importan? Gestionar el dinero de forma minimalista es usar cada euro con intención para evitar la dispersión y favorecer una economía personal coherente y sostenible.

Gestionar bien el dinero permite disfrutar de compras cotidianas con menos estrés y mayor libertad

Gestionar bien el dinero permite disfrutar de compras cotidianas con menos estrés y mayor libertad

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Tras identificar los gastos relevantes y descartar los innecesarios, llega el momento de construir un sistema financiero claro y ordenado. Esto implica el diseño de una estructura sencilla, con cuentas diferenciadas, automatización de los pagos importantes y creación de objetivos económicos mensuales o anuales. Todo ellos, siempre, adaptado a nuestra situación particular. No todos tenemos la misma.

Menos ansiedad y más claridad

Una vez que empecemos a aplicar este minimalismo a nuestra vida financiera, todo serán beneficios tanto en lo emocional como en el apartado práctico de nuestra vida. Al tener una visión clara de nuestros ingresos, gastos y objetivos, reduciremos el estrés y la ansiedad. Además, disminuir el número de decisiones financieras diarias nos llevará a liberar espacio mental y a tomar decisiones económicas de manera más rápida y segura. Dejaremos, igualmente, de vivir en ciclos de deudas, compras compulsivas o preocupaciones por la falta de dinero y pasaremos a aprovechar nuestros recursos. Una ventaja tras otra.

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