La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) nació hace más de 75 años, en 1949, por decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el máximo órgano deliberativo y representativo de la organización internacional. Su mandato consiste en proporcionar ayuda humanitaria y de emergencia, desarrollo humano y servicios de protección a la población refugiada de Palestina: hoy, 6 millones de personas en Líbano, Siria, Jordania y el Territorio Palestino Ocupado (Franja de Gaza, Cisjordania, incluyendo Jerusalén Este).
Desde hace meses, el Gobierno de Israel mantiene una ofensiva política y mediática contra la Agencia. La acusa de carecer de neutralidad, la vincula a Hamás y sostiene que algunos de sus trabajadores participan en actividades terroristas. Sin embargo, no existen pruebas que corroboren tales afirmaciones. Aun así, las acusaciones israelíes llevaron a numerosos países a suspender temporalmente su financiación a la agencia de la ONU, justo cuando la crisis humanitaria en Gaza alcanzaba niveles dramáticos y la Corte Internacional de Justicia insistía en la necesidad imperiosa de llevar ayuda humanitaria a Gaza.
UNRWA se ha visto sometida a una campaña sistemática destinada a cuestionar su legitimidad y su imparcialidad. Las reiteradas acusaciones de estar “infiltrada” por Hamás se han sostenido sin fundamento, pese a que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) subrayó recientemente, en una opinión consultiva, que las autoridades israelíes no han presentado pruebas que sustenten esas acusaciones, ni tampoco las que ponen en duda la neutralidad de la Agencia.
La CIJ también concluyó que la población de Gaza “ha sido abastecida de forma insuficiente”, recordando que la ONU —a través de UNRWA— ha sido un proveedor esencial de ayuda humanitaria para los civiles en la Franja. El panel de once jueces destacó, además, la obligación de Israel de apoyar los esfuerzos de asistencia de la ONU en Gaza y de sus entidades, incluida UNRWA.
Estos ataques forman parte de una estrategia más amplia por parte del Gobierno israelí, que continúa exigiendo públicamente el desmantelamiento de la Agencia. El objetivo es acabar con la mayor organización humanitaria de Naciones Unidas que brinda asistencia, educación y servicios de salud a la población de Gaza, así como con la única agencia del sistema de la ONU encargada de salvaguardar los derechos de los seis millones de personas refugiadas de Palestina.
Un trabajador palestino transporta sacos de harina distribuidos por el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA)
El secretario general de la ONU ordenó una investigación independiente a través de la Oficina de Servicios de Supervisión Interna (OIOS, en sus siglas en inglés) para esclarecer estas acusaciones. Dicha investigación concluyó que no se encontró evidencia clara, pública ni verificable que demostrase la implicación de empleados de UNRWA en los ataques del 7 de octubre.
En cuanto a la neutralidad de la Agencia, el Informe Colonna, publicado en abril de 2024 bajo la dirección de la exministra francesa de Asuntos Exteriores Catherine Colonna, fue categórico: reconoció que UNRWA posee un enfoque más sólido y desarrollado de la neutralidad que otras entidades similares de la ONU o de organizaciones no gubernamentales.
Estas acusaciones, sin embargo, no son nuevas ni excepcionales. La Agencia ha sido señalada reiteradamente, del mismo modo que se ha intentado presentar a toda Gaza como Hamás. Posteriormente, otras agencias de Naciones Unidas también fueron acusadas en términos similares; incluso periodistas asesinados y países que reconocieron al Estado de Palestina fueron objeto de la misma etiqueta. Este patrón revela que el argumento se utiliza sistemáticamente como herramienta de descrédito contra quienes no se alinean con el discurso oficial del Gobierno israelí.
Un informe periodístico de Wired detalla cómo el gobierno de Israel ha comprado anuncios de búsqueda de “UNRWA” en Google, orientados a desacreditar la organización incluyendo acusaciones de vínculos con Hamas. Otro informe de Middle East Monitor señala que existe una red de cuentas falsas (“sock puppets”) y de “sitios de noticias” recientes que publican contenido pro-Israel y que atacan la credibilidad de UNRWA.
La Agencia ha denunciado públicamente esta campaña global de desinformación por parte del Gobierno Israelí, en la que además ha financiado anuncios comerciales y vallas publicitarias en distintas ciudades del mundo para criminalizar y desacreditar su labor, con el objetivo final reducir su financiación, debilitar su capacidad operativa y minar su papel internacional.
Palestinos reciben ayuda humanitaria del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) en Jan Yunis
La Agencia ha advertido que esta campaña pone en grave peligro la vida de su personal. El ejército israelí ha asesinado a 381 trabajadores de UNRWA en Gaza desde el 7 de octubre de 2023, mientras que otros han sido apresados y sometidos a torturas en centros de detención israelíes. Además, más de trescientas instalaciones de la Agencia han sido atacadas, causando la muerte a ochocientas personas civiles que se refugiaban en ellas.
Dada la gravedad de los hechos el Parlamento Europeo ha registrado una pregunta escrita en la que se considera que la campaña de Israel contra UNRWA es un claro caso de desinformación y se plantea qué medidas tomará la Comisión Europea para hacer frente a ello.
Pese a esta campaña, UNRWA continúa cumpliendo su mandato bajo condiciones extremas. En Gaza, sus más de 12.000 trabajadores y trabajadoras han mantenido la asistencia humanitaria incluso tras la destrucción de la mayoría de sus instalaciones y el asesinato de miembros de su personal, la cifra más alta de empleados de la ONU muertos en la historia de la organización.
A pesar de todo, la ayuda nunca se detuvo. La Agencia ha mantenido su labor humanitaria ininterrumpidamente, ofreciendo refugio a cerca de un millón de personas desplazadas en sus escuelas y centros. En medio de bombardeos, bloqueos y la aprobación de leyes que buscan restringir su trabajo en el territorio palestino ocupado, su personal ha seguido atendiendo a la población más vulnerable.
En condiciones extremas, se han realizado más de 15 millones de consultas médicas, y más de 600.000 niños y niñas han sido vacunados contra la polio. La Agencia también ha distribuido más de 20 millones de litros de agua potable y ha brindado apoyo psicológico a 730.000 víctimas que enfrentan una situación de extrema vulnerabilidad.
Hoy, la resiliencia continúa transformándose en acción. La Agencia ha puesto en marcha su programa presencial de aprendizaje, que atiende a más de 25.000 estudiantes, mientras que su plataforma educativa en línea acompaña ya a casi 300.000 niños y niñas de Gaza, garantizando el derecho a la educación incluso en medio del conflicto.
El derecho internacional humanitario, en juego
La ofensiva contra UNRWA no solo busca desacreditar a una agencia de Naciones Unidas —lo cual constituye un hecho en sí un hecho insólito—, sino que forma parte de una tendencia más amplia de erosión del derecho internacional humanitario. En un momento histórico en el que las normas básicas de convivencia que sustentan el sistema internacional están siendo cuestionadas, defender a UNRWA equivale a defender los principios que sostienen la legalidad internacional y, con ella, la primacía de la dignidad humana sobre cualquier cálculo político o militar.
Por ello, permitir que se socave la legitimidad de UNRWA mediante la reproducción de acusaciones infundadas no solo amenaza la supervivencia de millones de refugiados y refugiadas de Palestina, sino que sienta un precedente sumamente peligroso: sí el sistema que protege a los más vulnerables deja de ser respetado en Gaza —bajo una agresión atroz que ha concentrado la atención mundial y que está siendo investigada como genocidio—, el principio mismo de humanidad quedará en entredicho en cualquier otro lugar del planeta.
Defender a UNRWA hoy en día no es tomar partido por una causa, sino un acto de compromiso con la legalidad internacional y los derechos humanos.
