Cuenta atrás para el final del suministro de gas ruso a través de Ucrania

Pese a que la guerra entre Rusia y Ucrania se encamina ya a cumplir los tres años, el país invadido por las tropas de Vladimir Putin ha seguido siendo, hasta ahora, estratégico para el tránsito del gas ruso con destino a Europa.

Una situación que tiene las horas contadas ya que este 1 de enero de 2025, el gasoducto Urengoy-Pomary-Uzhgorod, construido en la época soviética, que conecta el gas producido en Siberia con Eslovaquia a través de Ucrania, cerrará el grifo definitivamente una vez que Kyiv se ha negado a renovar el contrato quinquenal que regulaba ese tránsito.

Apenas aportaba ya el 8% del suministro previo  a la guerra

La situación es más un símbolo del final del dominio ruso sobre el suministro energético a Europa que un problema para el viejo continente. Ya en 2023 esa ruta apenas supuso el paso de 15.000 millones de metros cúbicos (bcm) un 8% de lo que suponía antes de la guerra y lejos del 35% que llegó a transitar en los mejores momentos de la relación entre ambas potencias.

Desde la Unión Europa se descarta que esta decisión implique una escalada en los precios de la energía. Si de algo sirvió el estallido de la guerra fue para que Bruselas pusiera en marcha una estrategia de búsqueda de autosuficiencia energética con el impulso de las renovables y una fuerte diversificación de fuentes de suministro de energías fósiles que ha permitido que Noruega, Estados Unidos o Qatar, entre otros, suplan lo que antes solo llegaba de Rusia.

Austria, Hungría y Eslovaquia, los países más afectados. Rusia podría perder 6.500 millones al año

Pero, que no suponga un problema generalizado no significa que la situación no genere tensiones locales. En concreto, el impacto se sentirá especialmente en Austria, Hungría y Eslovaquia, para los que la ruta de tránsito ucraniana satisfizo el 65% de la demanda de gas en 2023, según los últimos datos de la Agencia Internacional de la Energía. Tres países que se han opuesto al cierre por el impacto económico que les supondrá perder el acceso al gas barato ruso que ahora solo podrá llegar a través de los gasoductos Blue Stream y TurkStream que conectan Turquía con Hungría bajo el Mar Negro, pero con mucha menos capacidad.

El Instituto Bruegel calcula que Rusia perderá unos 6.500 millones de dólares anuales por este cierre. De momento, Gazprom, la empresa pública de gas ruso ya ha reportado una pérdida neta de 7.000 millones de dólares en 2023, su primera pérdida anual desde 1999. Ucrania también se verá afectada, ya que el 0,5% de su PIB se lo proporcionaba ese contrato de tránsito y además se expone a que esa infraestructura, intocable hasta ahora por Rusia, sea nuevo objetivo militar.

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