El acuerdo arancelario entre EE.UU. y la Unión Europea sellado este fin de semana en Escocia sirve para eliminar la incertidumbre en los intercambios transatlánticos, pero quedan muchos detalles por definirse. Con la agricultura o las farmacéuticas en vilo, no han tardado en salir voces criticando duramente el pacto.
La cifra principal es el arancel del 15% que tendrán que soportar gran parte de las exportaciones comunitarias a tierras estadounidenses. Aquí se resumen los grandes aspectos del acuerdo que acabó con un apretón de manos entre Donald Trump y Ursula von der Leyen.

Von der Leyen y Trump, este fin de semana
¿Cuánto soportarán las exportaciones de la UE? ¿Y las de EE.UU.?
En términos generales las exportaciones comunitarias enfrentarán una tasa del 15%. Este 15% es un máximo que no se añadirá a tasas preexistentes. Para los bienes estadounidenses, en muchas partidas se han acordado tasas del 0% en su entrada al Viejo Continente.
El 15% mantiene los aranceles temporales que se venían aplicando en la práctica. Según cálculos de Bloomberg, las exportaciones de la UE iban a pasar a pagar una tasa media del 18% desde el 13,5% actual desde el 1 de agosto si no había acuerdo. Ahora, a partir del 1 de agosto los aranceles serán de una media del 16%. Hay que tener en cuenta que pesan otras tasas como el 50% al acero o al aluminio.
Así, los productos europeos pueden perder competitividad con los mayores costes que soportarán los consumidores estadounidenses, que en último término son quienes pagan la tasa.

¿Hay excepciones?
Según ha explicado el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, se están negociando muchas excepciones en el sector agrícola, el de las bebidas alcohólicas, el de la aviación y el de los chips. También llegaría a algunos minerales y materiales. La tasa que se aplicaría sobre ellas, o la inexistencia de ellas, dependerá de cómo vayan estas negociaciones.
La industria farmacéutica, para la que Trump llegó a plantear aranceles del 200%, también tendrá que esperar a las negociaciones para tener el panorama claro.
En el marco de las negociaciones, también se pone sobre la mesa una cuota para las exportaciones en acero y aluminio, de nuevo sin mayor concreción por el momento.
También hay que tener en cuenta que EE.UU. mantiene abierta una macroinvestigación comercial sobre ciertos sectores, la llamada Section 232, que se cerrará en unas semanas. En ese momento cuando decidirá los tipos arancelarios para los sectores investigados, entre ellos el farmacéutico, la aviación, la madera o el cobre.
¿Cuándo entrará en vigor?
El 1 de agosto decae la pausa en la aplicación de los aranceles del “día de la liberación” de Trump, cuando anunció tasas para todo el planeta. Ese día se aplicarían los nuevos aranceles pactados este fin de semana. Se espera que el presidente de los EE.UU. firme el viernes las órdenes ejecutivas que plasmen los acuerdos. Entre ambos mercados se mueven 1,7 billones de dólares.
¿A qué más se compromete la UE?
Además de los cambios en los aranceles, la UE se compromete a comprar 750.000 millones de dólares en energía estadounidense, como en gas y petróleo, y chips. También firma invertir unos 600.000 millones en el país durante este mandato y comprar “grandes cantidades” de equipamiento militar.
¿Es un buen pacto?
La lectura es doble. Se evita un mal menor, pero los aranceles restarán negocio y competitividad a las empresas europeas, según las primeras reacciones que han llegado desde las patronales y asociaciones continentales.
Para la UE, es peor de lo esperado o lo que se había llegado a plantear desde Bruselas, que en un punto manejaba tasas del 10%. Durante las negociaciones la UE ofreció aranceles “cero por cero” en varios sectores que siempre fueron descartados por EE.UU.
Francia ha sido uno de los primeros países en criticar el acuerdo. Es una “sumisión” que marca un “día oscuro” para los intereses europeos. La industria alemana, una de las voces más fuertes en el mundo económico europeo, ha planteado que los aranceles acordados sustituyen un huracán por una tormenta, y que “son muy elevados”.

Clemens Fuest, presidente del think tank Ifo, de Alemania, calificó el acuerdo de “humillación” que refleja el desequilibrio de poder entre la UE y EE. UU.
Uno de los que tenía las de perder y ve un mejor panorama es el sector del motor. Para los fabricantes europeos, las tasas llegaban al 27,5% en la actualidad y caerán al 15%. Si bien se mantienen elevadas, según su patronal ACEA, da certidumbre al mercado. Volkswagen dejó entrever la semana pasada que las inversiones que tiene planeadas ejecutar en EE.UU. le podrían reportar un acuerdo a medida, con tasas menores. Sobre la mesa negociaba una propuesta de excepción de un dólar en sus exportaciones por cada dólar que invierta en la nación. Los fabricantes americanos pagarán un 2,5%.