Nuevo choque diplomático al máximo nivel entre Copenhague y Washington en torno a Groenlandia, territorio actualmente bajo soberanía danesa, pero que Donald Trump ya ha expresado su deseo de anexionarse en el futuro. Esta vez las informaciones de la televisión pública danesa sobre posibles injerencias estadounidenses en el archipiélago para “influir” en la población local han vuelto a tensar la relación entre ambos países.
A raíz de estas noticias, el ministro de Exteriores danés, Lars Lokke Rasmussen, ha decidido llamar a consultas al máximo responsable de la diplomacia estadounidense en Copenhague, Mark Stroh, para abordar la situación. Hasta el momento no ha habido ninguna reacción, ni desde la embajada, ni mucho menos desde Washington.
El objetivo de los tres estadounidenses, según el medio DR, habría sido reclutar groenlandeses para impulsar un movimiento independentista en la isla
Según ha recalcado el Ministerio que dirige Rasmussen en una nota, “cualquier intento de interferir en los asuntos internos del Reino es, desde luego, inaceptable”, por lo que se cita a Stroh, en tanto que diplomático de más alto rango de EE.UU. en el país. En concreto, Stroh ostenta el cargo de Jefe de Negocios de la embajada, ya que formalmente el de embajador está vacante a la espera del nombramiento definitivo.
Copenhague dice ser consciente de que “hay actores internacionales que siguen mostrando un interés en Groenlandia y su posición en el Reino de Dinamarca”, por lo que asume que seguirá habiendo “intentos externos de influir en el futuro del Reino de ahora en adelante”. El comunicado de Exteriores danés recalca asimismo que la cooperación entre Dinamarca y Groenlandia es “estrecha” y está “fundamentada en la confianza mutua”.

El viaje de JD Vance a Groenlandia, en marzo y abril, supuso el momento más tenso de las relaciones entre EE.UU. y Dinamarca, aunque finalmente se limitó a una visita a una base estadounidenses
El nuevo escándalo nace de un reportaje de la DR, la televisión pública danesa, en la que se informa de que al menos tres estadounidenses, a los que no se nombra, habrían llevado a cabo misiones de injerencia sobre el terreno para tratar de influir entre los groenlandeses. El medio público añade que estos tres individuos serían próximos al propio presidente Trump y a la Casa Blanca y que, en concreto, preparaban listas de ciudadanos del archipiélago ártico que podrían apoyar el plan estadounidense.
El objetivo habría sido reclutar a personas para formar un movimiento independentista local que, en última instancia, preparara el terreno para una futura anexión a los EE.UU., como ha exigido alguna vez Trump en contra de la posición tanto de Dinamarca como de las autoridades locales. La mencionada información calificaba estas actividades de “infiltración” y “operaciones de influencia”. Aunque estas injerencias son conocidas, estas noticias apuntarían por primera vez a la mano directa de Trump, lo que podría volver a escalar el choque.
En una nota enviada a la DR, los servicios de inteligencia daneses (PET) admitieron que Groenlandia es objeto de campañas para provocar disensiones con Copenhague. “El PET cree que podría ocurrir aprovechando desacuerdos existentes o inventados, por ejemplo en relación con casos conocidos, o promoviendo o reforzando ciertos puntos de vista en Groenlandia con respecto al Reino o Estados Unidos y otros países con intereses en Groenlandia”, consta en la nota.
El supuesto operativo se enmarcaría en las intenciones del presidente estadounidense de ensanchar el área de influencia norteamericana bajo el argumento de la seguridad nacional. Trump ha expresado en más de una ocasión que quiere que Estados Unidos tome el control de la isla ártica, rica en minerales y estratégicamente situada, e incluso no ha descartado el uso de la fuerza para hacerlo.
El momento más tenso de este choque entre EE.UU. y Dinamarca —ambos socios de la OTAN— tuvo lugar el pasado mes de marzo, cuando el vicepresidente estadounidense J.D. Vance visitó la región defendiendo además la postura de su anexión. Las autoridades de Copenhague y Nuuk, capital groenlandesa, vivieron la visita con una notable incomodidad. En reiteradas ocasiones, Dinamarca ha alertado a Washington de que cualquier intento de modificar la soberanía de la isla violaría el derecho internacional. Sin embargo, Vance cambió a última hora el itinerario y se limitó a visitar una base estadounidense, con lo que el choque diplomático no fue a mayores. El primer ministro groenlandés había calificado las intenciones de Vance de “provocación”.